Alalba: asociación de madres biológicas en España

logoalalbaSe acaba de crear la Asociación ALALBA, de madres biológicas españolas que entregaron a sus hijos en adopción.

A las madres que entregamos a nuestros hijos en adopción, se nos conoce como madres biológicas, madres naturales, madres de origen, madres de nacimiento… Tan sólo somos madres que, estamos viviendo el día a día con el trauma de la separación de nuestros hijos, muchas de nosotras, forzadas por circunstancias sociales-familiares y personales u, obligadas a desprendernos de ellos. La pérdida y el dolor nos une y, la mayoría de nosotras, nunca podremos olvidar esta experiencia, ni a nuestros hijos.

No nos sentimos identificadas con estos calificativos: Toda mujer que ha parido es madre biológica, madre natural, madre de origen, madre de nacimiento… Históricamente, se ha utilizado para hacernos creer que la madre que se desprendió de su hijo es inferior a cualquier otra madre y, así, limitar el papel de madre al de mera incubadora. Querían dejarnos claro que, ya que nosotras rompimos el vínculo con nuestros hijos al darlos en adopción, no tenemos ningún derecho y menos aún, cabida en sus vidas.

Pero se ha callado que, para romper definitivamente con ese vínculo entre madre e hijo, se emplearon, por parte de los padres y Casas de Acogida, la coacción, el miedo, el desamparo, la desinformación…, jugando con nuestros sentimientos de vergüenza y culpa, abocándonos a una situación cuya única salida era desprendernos de nuestros hijos. Una vez “tomada esa decisión”, se utilizaron una serie de tácticas encaminadas a hacer imposible el reencuentro, aunque nuestros hijos nos busquen: inscribirnos en los Libros de Parto con nombres ficticios, alterar los registros de nacimiento para indicar que la madre adoptiva fue la que dio a luz, sellar el certificado de nacimiento de nuestros hijos como original y el cambio de la identidad del niño adoptado con un nombre falso.

Y por si esto fuera poco, la sociedad prefiere ignorarnos, que no hablemos de nuestros hijos y lo que ha supuesto para nosotras su pérdida, estereotipándonos como mujeres depreciables y madres desnaturalizadas.

Cualquier otra denominación, por parte de esta sociedad, que “nos ha encasilla” para marginarnos y acallarnos, sería más honesta: madres excluidas, madres silenciadas, madres ocultas, madres exiliadas, madres estigmatizadas, madres ignoradas, madres… y, aclararía como nos sentimos y nos hacen sentir.

Todo esto nos lleva a pensar que la adopción, hasta época reciente, se ha basado en la mentira y la negación de la verdad, por lo que no es de extrañar que, para nosotras el «respetuoso lenguaje de la adopción » sea sólo una táctica engañosa.

Reivindicamos el derecho a crear nuestro propio lenguaje, que nos defina y diga la verdad acerca de nuestra experiencia como madres que perdimos a nuestros hijos al entregarlos en adopción.

Pero, aun siendo significativa para nosotras la etiqueta que se nos ha adjudicado, lo más importante es, que:

Nadie nos dijo que el dolor nunca desaparecería. Nadie nos dijo que sería tan grave nuestra decisión o, la que otros tomaron por nosotras, que la pesadumbre por la pérdida de nuestros hijos sería una carga muy pesada en nuestras vidas y a algunas de nosotras nos inhabilitaría para vivir una vida plena.

Podremos rehacernos de las consecuencias de un embarazo y parto vividos con miedo, angustiadas y en soledad, aprenderemos a gestionar el choque emocional de haber tenido que desprendernos de nuestros hijos pero, al imponernos la separación, mutilamos una parte de nosotras mismas, y pasado y presente se unen en la incertidumbre de lo que haya sido de ellos.

Hicimos lo mejor para nuestros hijos?, seguramente, pero… ¿y para nosotras?.

Cuando un niño muere, el dolor puede mitigarse con el transcurso del tiempo. Cuando un niño se da en adopción, no hay ninguna solución posible, nuestros hijos siguen viviendo. Y vivir el dolor, el dolor de esa pérdida inevitable, es una losa en nuestras vidas. Esta es la realidad de la adopción, algo que los intermediarios en la adopción y muchos de los padres adoptivos NUNCA admitirán.

¿Y…, la respuesta de “los expertos”?, se trata de una mujer que no puede dejar el pasado atrás. Esa respuesta, simplemente, es errónea; parafraseando a John Steinbeck: “¿Cómo podemos vivir sin nuestras vidas?, ¿cómo sabremos sobre nosotros sin nuestro pasado?”.

No más etiquetas que nos sigan marginando. No más silencios…

Su web, recién estrenada

Los comentarios están cerrados.