Treinta historias de acogida

M9-877635591--575x323Educadores y psicólogos recuerdan que gran parte de la personalidad del ser humano se asienta en cómo se ha vivido la infancia y la adolescencia, y algunas, en tiempos de crisis, se recrudecen y desembocan en estados de infelicidad futuros.

Desde hace 25 años, Cruz Roja trata de evitarlos con su Programa de Acogimiento Familiar para aquellos menores que están bajo tutela de la Consejería de Familia de la Junta.La ong no sólo realiza todos los trámites para que familias vallisoletanas puedan recibir en sus hogares bebés, niños y niñas de hasta 18 años, sino que les forma y prepara para que en el tiempo de estancia en sus casas, las necesidades de los menores estén cubiertas. Ayer, los supervisores del programa explicaron a las madres y padres de acogida («que no adoptivos», precisan) sobre los riesgos del consumo de las drogas y otras sustancias.

María O., tiene 59 años y dos hijos mayores. Desde hace unos meses, en su casa se desviven por un bebé de 3 meses. Este es el segundo menor que llega. «El año pasado tuve a un niño también después de que su madre renunciase a él en el momento de dar a luz. Al cabo de los tres meses, el pequeño fue adoptado por otra pareja y marchó. A pesar de ello, seguimos teniendo contacto con la familia que lo adoptó. Ahora tiene seis meses», explica.

Setenta y cinco familias integran este año la bolsa o lista de espera de Cruz Roja de Valladolid para acoger a estos menores.

«Para tener temporalmente a los niños no se exige un modelo concreto de familia, ni que tengan o no hijos. Lo único que pedimos es que haya una motivación adecuada para ayudar al menor que se encuentra tutelado por la Administración», explica Raquel Lozano, psicóloga de Cruz Roja para el Programa de Familias de Acogida.

Cada comunidad autónoma regula este sistema de acogimiento familiar, y en el caso de Castilla y León la Junta cedió su gestión a Cruz Roja tras un convenio de colaboración. Desde la institución, que tiene su sede en la calle Pólvora 6, se insiste en que no basta con tener sólo «buena predisposición», sino que también hay que pasar por un curso de formación específico de 16 horas y una serie de entrevistas con los psicólogos.

«Aquí te hacen unas pruebas que ni te imaginas. En Cruz Roja saben de ti desde lo divino hasta lo humano. Nos han hecho unos test exhaustivos para conocer cuál es el entorno que va a tener el niño», señala.

Después de este proceso, si todo se desarrolla bien, la familias de acogida pasan a formar parte de un Registro de la Gerencia de Servicios Sociales para ‘hospedar’ a futuros menores.

Carmen, otra de las protagonistas de este gesto solidario, tiene en su casa a una adolescente de 14 años, y justifica este procedimiento para conocer si la pareja que recibe al menor «está preparada o no para esta experiencia».

Un caso especial

Ella y su marido tienen dos hijos que superan la treintena, y llevan cuatro años con esta menor. «La mía es un caso especial, ya que tiene una discapacidad psíquica que requiere mayor esfuerzo. Va a un centro especializado y no mantiene relación con los familiares biológicos», dice esta mujer de 56 años.

En algunos casos, cuando los niños alcanzan los 12 años, se les requiere para que se pronuncien sobre si desean continuar con la familia que les acogió. Y algunos firman frente a un futuro todavía incierto.

«En la práctica es raro que el acogimiento se realice con adolescentes, ya que en la mayoría de los casos los afectados prefieren estar con sus familias biológicas», recuerda Raquel, que añade que con este sistema el menor no pierde el contacto con sus padres o familiares.

Cuando existen circunstancias que lo requieren, la acogida de algunos de los menores se hace mediante una orden judicial incluso con la oposición de los padres biológicos.

La Junta tiene establecidos unos baremos de ayuda económica para colaborar en los gastos de estas estancias temporales, que se pueden prolongar incluso lustros. En el camino de esta crisis, varias de las familias seleccionadas han renunciado a acoger al quedarse sin empleo.

Jorge Moreno
www.elnortedecastilla.es

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