Los niños huérfanos con VIH que España rechaza son adoptados en otros países europeos

hqdefaultEn España, un 17,3 por ciento de la población cree que el VIH se transmite por compartir baños públicos, según un estudio elaborado hace tres años por la sociedad científica Seisida.

Este desconocimiento en las vías de transmisión hace, según los expertos, que persista el estigma asociado al virus y una de sus consecuencias directas es que aún son pocos los niños que se adoptan con esta infección — que con el tratamiento adecuado se convierte en una patología crónica —frente a otros países del entorno europeo donde es más habitual.

La falta de formación e información por parte de las administraciones a los futuros padres adoptantes y un sistema de adopciones que trata de gestionar más que canalizar a esas familias hacia los niños que necesitan ser adoptados son la base, como señalan los expertos, de esta situación.

Los menores con VIH son considerados niños con necesidades especiales, que pueden dificultar su adopción, al igual que los que tienen otras patologías que necesitan una especial atención, como puede ser una cardiopatía, los que presentan alguna discapacidad física, psíquica o sensorial, los que tienen más de siete años o por ejemplo los grupos de hermanos.

En 2005, la adopción internacional de niños con necesidades especiales en Holanda era de un 13 por ciento y cuatro años después subió al 66 por ciento, mientras que en España, en los mismos años, se situó entre el 0,1 y el 9 por ciento.

Son datos que ofrece Adolfo García coordinador de CORA, la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento, formada por 30 asociaciones de padres y madres adoptivos. «Las políticas públicas no han favorecido la visibilidad de los menores que realmente necesitan una adopción», señala a Vice News.

La diferencia, según le explicó la responsable dominicana, estaba en que en Italia se realizaban reuniones periódicas para las familias interesadas donde acudían médicos especialistas, familias y personas que convivían con VIH para contar qué supone vivir con el virus a día de hoy.

En España no existe nada parecido. Las competencias en materia de protección a la infancia están transferidas a las 17 comunidades autónomas, por lo que, si bien existe una coordinación entre estas y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, es cada gobierno regional «quien actúa en el ejercicio de su competencia», según subrayan desde el propio Ministerio.

El proceso está más o menos estandarizado en todas las regiones y una familia que desea adoptar debe acudir a los servicios de Familia de su provincia. Primero asistirá, junto a otros posibles padres a una charla informativa general en la que se les informa sobre el proceso administrativo que deberán seguir, el tipo de niño que hay y los tiempos de espera. «El 70 por ciento de los menores que esperan ser adoptados en España tiene más de seis años, son grupos de hermanos o tienen otras necesidades especiales», señala a VICE News Jesús Palacios, catedrático de Psicología Evolutiva y de Educación de la Universidad de Sevilla y uno de los mayores expertos en adopción nacional e internacional en España. Bebés españoles para adoptar casi no existen y la media de espera se sitúa entre los 8 y 10 años.

Tras la charla informativa los que quieren continuar con el proceso presentan su «ofrecimiento», o solicitud, como padres adoptantes y comienzan los cursos de formación y los exámenes psicosociales que permitirán a las administraciones valorar quiénes son idóneos para adoptar.

Previamente a la obtención del certificado de idoneidad las familias deberán elegir si quieren optar por la adopción internacional o nacional, señalar si estarían dispuestos a seguir el proceso con un niño de necesidades especiales y si es así seleccionar o descartar cuáles. La gran mayoría opta por adoptar un menor de dos años sin ninguna patología.

La Fundación Lucía es la única entidad en España especializada en VIH pediátrico y juvenil. Los nuevos casos de niños con esta infección que han registrado proceden en gran medida de las adopciones internacionales. «Los pediatras especialistas en VIH y los servicios sociales y de protección al menor de las Comunidades Autónomas nos derivan a nosotros algunos casos en los que las parejas adoptantes muestran interés por menores con VIH para que les informemos», explica a VICE News Pilar Garriga, coordinadora de la fundación. «Abrimos con ellas un diálogo, en que nos preguntan todo lo que quieren, despejamos mitos y les facilitamos toda la información específica médica que necesitan».

Son menores, explica, que van a tener que ir al pediatra a menudo, pero como también ocurre con niños que no están infectados. «Igual tienen alguna visita más de lo normal y ante cualquier complicación hay que tener en cuenta su especifidad, pero con una buena adhesión al tratamiento el virus está bloqueado, no puede avanzar la infección y eso permite un desarrollo óptimo del sistema inmunológico», cuenta la especialista. Es un tratamiento de por vida que primero se toma en biberón, luego en jarabe y cuando los menores son más mayores, en pastilla, habitualmente, una al día.

El problema, sostiene Garriga, es el estigma que aún persiste en torno al VIH. «Es quizás la única patología a la que no se le da nombre y de la que no se habla abiertamente con los menores que la tienen y recomendamos a los padres y tutores que cuenten, que digan la verdad pero es una información que hay que ir dosificando según los niños van creciendo», destaca.

Sara, quien prefiere que su apellido permanezca en el anonimato, tiene 23 años y vive con el virus desde que nació. Sabe perfectamente de lo que habla Garriga y cuenta cómo sus padres, quienes la adoptaron cuando tenía 10 años, tuvieron que «pelearse» con el colegio que mejor les venía por zona para que la aceptaran como alumna. «Si aceptaban niños con necesidades por qué no a los que tienen VIH, lo contrario era discriminación», subraya.

Su familia supo incluso antes que ella que tenía VIH. «Eran y son personas informadas al respecto del progreso de esta patología como de otras por considerarlo cultura social y el avance científico y la naturalidad les llevó hacia adelante como familia, pues no les pesó para nada yo tuviera VIH , sino cómo se iban dando los procesos de crecimiento y a quien contarlo…», cuenta a VICE News.

En 2013, 11.035 familias declaradas idóneas estaban pendientes en España de asignación, según los últimos datos registrados — menos los de Cataluña — por el Ministerio. En las adopciones nacionales, 4.550, la espera puede estar en una media de 10 años, y en las internacionales entre los tres y ocho años dependiendo de los países.

«El problema es que muchas familias se acercan a la adopción siempre desde el punto de vista de los adultos pero esta es una medida de protección a la infancia abandonada y tenemos que plantearnos que esperar ocho años por una adopción significa que estoy esperando por un niño que aún no ha nacido y mucho menos ha sido abandonado», subraya Adolfo García.

Desde CORA sostienen que «no es correcta la política que aboga por buscar constantemente nuevas bolsas de adopción» ante la dificultad de encontrar niños menores de dos años, como solicitan la mayoría de las familias. «Estas bolsas existen y se conocen, miles de menores institucionalizados de forma prolongada en Rusia, las necesidades especiales en China y los países de su entorno, miles de huérfanos seropositivos en el África subsahariana …», subraya.

Jesús Palacios cuenta cómo cuando en España se legisló la adopción internacional, en 1996, los primeros países a los que se acudió eran latinoamericanos. Hasta que los menores ya no eran bebés, y las solicitudes españolas dejaron de llegar. Entre 2008 y 2013 descendieron en estos países un 80 por ciento, según datos del Ministerio. «Ahora es Italia el país europeo que más menores chilenos están adoptando», explica Palacios. Todos tienen más de siete años.

«Para abordar un sistema de adopción hay dos opciones: gestionar la demanda, como hace España, o canalizarla», afirma el catedrático, quien subraya que es «muy fácil» decir que las familias solo quieren bebés y no hacer nada. En el segundo planteamiento, explica, es la administración «quien tiene a los niños y quien debe encontrarles una familia y para situarnos a este respecto en los países de nuestro entorno hay que hacer un trabajo previo muy grande».

Patricia Rafael

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