Los huérfanos nepaleses que se reencontraron gracias a Facebook

Dinesh y Gita fueron separados en la infancia cuando una pareja italiana adoptó a uno de ellos.

Dinesh es un joven nepalés de 1,65 cm de estatura y piel morena. Nació en Kavrepalachok, una provincia localizada a tres horas en bus de Katmandú, capital de Nepal. Sus padres biológicos murieron cuando tenía solo cinco años: un aneurisma repentino se llevó a su madre, mientras que su padre, por infortunios de la vida, pereció tras morderlo una serpiente venenosa. Lo más inaudito es que las dos fatídicas muertes se sucedieron en menos de tres meses. Los cinco hijos de la pareja quedaron huérfanos, y los dos más pequeños, Dinesh y Gita, de cinco y dos años respectivamente, fueron enviados al orfanato Bal Mandir, en pleno centro de Katmandú.

Dinesh, quien vive ahora en Milán, fue separado de su hermano Gita unos meses después de llegar al orfanato cuando una familia italiana adoptó a este último. Era solo un bebé y, no obstante la intención de los nuevos padres de Gita de adoptar también a Dinesh, no fue posible debido a una sucesión de negligencias.

Dos años después de batallas legales por lograr adoptarlo, el orfanato Bal Mandir les informó que Dinesh había sido llevado a España dentro de otro proceso de adopción. Sin embargo, según cuenta él mismo, eso nunca sucedió. Debido a este malentendido, creció sin el calor de un hogar y en condiciones de pobreza extrema en Katmandú.

Su vida siguió dentro de la normalidad del orfanato. Según Dinesh, allí había aproximadamente 24 habitaciones con 30 niños en cada una. Vivían casi hacinados. Se despertaban a las 5:30 de la mañana a beber el té y a las siete comían el único alimento que les proporcionaban al día, normalmente lentejas con verduras crudas.

Su principal actividad era ver televisión. Recuerda que las niñas veían programas de música hindú, fascinadas con los bailes típicos que muchas veces se aprecian en los filmes de Bollywood, la industria cinematográfica más grande de India, país vecino de Nepal. En cambio, él y el resto de niños preferían ver programas de acción.

Al entrar en cualquier salón debían quitarse los zapatos, por tradición y por reglas específicas de quienes los cuidaban. Este calzado estaba en pésimas condiciones. Por esto, cada vez que terminaban cualquier actividad, corrían a los armarios para robarse los zapatos que estuvieran en mejores condiciones y así terminar el día alardeando frente a sus compañeros.

Dos personas a las que él siempre les estará agradecido son Bruce y Susan Keenan, creadores de la ONG Himalayan Children Charities. Esta organización, fundada en el año 2000, provee educación a niños de Nepal que habitan en orfanatos, como Dinesh, para “romper el ciclo de pobreza del país”.

En Nepal, según datos del Banco Mundial, un cuarto de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y el PIB per cápita del país gira en torno a 964 euros. Es decir, un nepalí promedio sobrevive con 80 euros mensuales, cerca de 250.000 pesos colombianos.

Búsqueda incansable

Fue la noche del 7 de febrero de 2011 cuando Dinesh decidió buscar a los padres adoptivos de Gita. En años anteriores había intentado enviar postales contactándolos, pero tenía la dirección equivocada, nuevamente debido a la negligencia de los administradores del Bal Mandir. Fueron intentos fallidos.

Pero aquella noche tuvo un golpe de suerte. Buscó a través de Facebook, donde solo había un perfil creado con el nombre del padre adoptivo de Gita. Pensó que debía ser él. Tenía que ser él. Envió un mensaje cerca de las 11 de la noche en inglés, saludando y explicando la situación y quién era.

Afortunadamente, el hombre estaba trabajando en ese momento en el escritorio de su casa, localizada en un pequeño pueblo en las afueras de Milán. Inmediatamente entró en su cuarto y despertó a su esposa para contarle lo que estaba sucediendo.

A partir de ahí, y por los siguientes ocho meses, estuvieron en contacto casi todos los días. Inclusive, el padre visitó Katmandú para verse con Dinesh y volver a ver al pequeño que 12 años antes habían tenido que dejar en las puertas del orfanato Bal Mandir.

El día en el que se fueron con Gita es de las pocas cosas que cortan la voz a Dinesh. En el lapso de seis meses perdió a sus papás de sangre, le arrebataron a su hermano menor y sus tres hermanos mayores ya estaban haciendo una vida por su lado.

Entró por primera vez en Italia el 15 de octubre de 2011 y se quedó durante dos semanas. “Era como un sueño. Un chico de Nepal está acostumbrado a la pobreza extrema y a unas condiciones precarias. Europa era otro mundo”, cuenta tras un par de sorbos de su té favorito.

En diciembre de 2011, la familia adoptiva de Gita había decidido invitar a Dinesh a vivir con ellos en su casa en Italia. Si bien no podían adoptarlo formalmente, ya que era mayor de edad, estaban decididos a conseguir la manera de que Dinesh fuera su tercer hijo.

Sí, esta familia italiana había decidido adoptar a Anita, otra pequeña nepalí, dos años después de haber hecho lo propio con Gita. La pareja había intentado tener hijos por más de una década y al no lograrlo, habían enfocado todos sus esfuerzos económicos y emocionales en lograr hacer felices a aquellos dos bebés de Nepal.

Nuevamente se embarcaron en un papeleo interminable para que Dinesh obtuviera su ‘permesso di soggiorno’, un documento que otorga la embajada italiana para poder permanecer en el país sin ser residente ni estudiante. Finalmente, el 15 de febrero de 2012, un año y una semana después de la noche que cambió la vida, obtuvo el permiso para quedarse en Italia.

¿Cómo le cambió la vida tras pasar del frío de los pies del Himalaya a conocer el mar de la Liguria, el Mediterráneo y el Adriático junto con su hermano a quien no veía hace 12 años? La relación no fue fácil en un principio. La noche después de entrar en contacto con aquel joven en Katmandú por primera vez, sus padres adoptivos le contaron lo sucedido a Gita.

Basado en las historias de sus nuevos papás, Dinesh cuenta que su hermano menor actuó de una manera desinteresada y excesivamente tranquila. Como si no le importara mucho. Para él, Dinesh era nada más que un desconocido que decía ser su hermano. Sabía que había nacido en Nepal, no recordaba casi nada, no hablaba su mismo idioma ni compartía sus mismas costumbres.

Sin embargo, poco a poco, la relación se ha ido reconstruyendo. Han recuperado el tiempo perdido. Dinesh habla un italiano casi perfecto que le permite congeniar con Gita. Si bien las diferencias culturales forjadas por su separación son irrompibles, en el fondo los dos saben que su historia está unida por el amor y los orígenes.

Según él, son muy unidos. “La relación no es solo de mejores amigos. Ni siquiera de hermanos. Es algo muchísimo más profundo”, relata Dinesh. Con Anita, las cosas también han andado muy bien, aunque confiesa que a veces han sido complicadas y conflictivas.

La ayuda de los padres italianos hacia los niños huérfanos de Nepal no se limitó solo a estas tres adopciones. Cada víspera de año nuevo realizan una recolección de fondos entre familiares y amigos para ayudar a los niños en condiciones vulnerables en el país asiático.

Cambiar los zapatos rotos en el Bal Mandir y la pobreza de algunas partes de Katmandú por los paisajes de la península itálica, gracias a Facebook, no puede ser otra cosa que el destino.

SANTIAGO VILLADIEGO
www.eltiempo.com/

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