Adoptar no es un camino de rosas
«Lo aconsejable es que el niño sepa que es adoptado a partir de los dos o tres años. Nunca hay que esperar a que pregunte»
Reconoce que la integración de los niños adoptados con su nueva familia no siempre es sencilla y que no todo el mundo está preparado para este proceso. El catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla, Jesús Palacios, brinda las claves de cómo lograr el éxito en una adopción.
¿Es habitual que surjan problemas para que el menor adoptado se integre en la familia?
La mayoría de las adopciones se caracterizan por dar alegrías, pero sí es cierto que este proceso tiene ciertas dificultades. No es un camino de rosas y aún cuando al final sale bien, hay etapas más complejas. En el caso de los menores, la adaptación dependerá de la experiencia previa que tengan. Los niños que vienen de una situación de maltrato o que vivieron en malas condiciones necesitan un periodo más largo para integrarse y es normal que puedan permanecer aislados o que incluso rechacen a su nueva familia.
Y a los padres, ¿qué es lo que más les cuesta?
El principal problema para muchas familias es el comportamiento y el rendimiento escolar de estos niños. Suelen ser menores hiperactivos, inquietos y que además no suelen alcanzar las expectativas de los padres en el colegio porque tienen problemas con el idioma o vienen de un ambiente donde no recibieron mucha atención educativa. Hay que tener claro que la adopción es algo que da sus frutos a largo plazo y que a lo mejor el niño tarda en adaptarse.
¿No todo el mundo es consciente de lo que supone adoptar?
No, mucha gente cree que se trata siempre de niños huérfanos, bebés… Hay que informarse correctamente antes de tomar la decisión y saber que tener la buena intención de mejorar la vida de un menor no es suficiente. No todo el mundo tiene aptitudes para poder adoptar y hay que tener claro que lo principal son las necesidades del pequeño. No se puede adoptar sólo por tener la ilusión de ser padre o de querer darle un hermanito a un hijo ya biológico.
¿Quiénes deberían descartar la idea de adoptar?
Todas aquellas personas que necesitan satisfacer sus necesidades de forma inmediata. La adopción es un proceso lleno de incertidumbres, hay que saber querer a un niño que es muy cariñoso y que da afecto y también a aquel que, al principio, parece no querer a su nueva familia.
¿Qué diferencia este proceso de la decisión de tener un hijo biológico?
La falta de información sobre el menor. En un hijo biológico conocemos sus antecedentes genéticos y por tanto las posibles enfermedades que puede sufrir, sabemos que el parto fue normal, con quien ha estado el pequeño y las influencias que ha tenido, etc… En el caso de los niños adoptados desconocemos todo esto.
¿Cuáles son las claves para lograr que la integración sea un éxito?
Lo principal es que la familia receptora se informe sobre todo el proceso antes de que el pequeño llegue al hogar y una vez allí, hay que fomentar el sentimiento de que pertenece a esa familia. Desde el principio tiene que notar que es querido en su nueva casa y que siempre va a ser así, porque estos niños suelen tener miedo al abandono.
¿Cuándo es aconsejable hablar de la familia biológica?
Desde los dos o tres años es aconsejable contarle que él es adoptado, en forma de cuento, contándole que él no estuvo en la barriguita de mamá, por ejemplo. Lo importante es que el término adoptado le suene y cuando sea más mayor, ir añadiendo información sobre su familia biológica. No hay que esperar a que pregunte él.
En las adopciones internacionales, ¿es bueno preservar su cultura?
Por supuesto. El niño no puede ver su país como un sitio negativo por lo que le ha pasado. Es positivo que conozca sus orígenes.
Ana Ramil
laopinioncoruña.es