Vínculos fraternos
Las relaciones entre hermanos – sean saludables o enfermizas, cariñosas o antagónicas son las relaciones de mayor duración e intimidad que una persona pueda tener, que perduran en mayor medida que las relaciones amistosas; llegando más allá de la muerte de los
padres e incluso del matrimonio.
Las expectativas de los padres sobre las relaciones entre los hijos reflejan muchos años de experiencias personales y educativas, con el añadido que el significado de la genética y los aspectos emocionales puedan proporcionar. En cambio, para los niños, las relaciones familiares son puramente sociales.
Lo que parece cierto es que nunca tendremos exceso de personas que nos quieran – sin importar las etiquetas que los adultos puedan poner creando nuevos términos desde lo legal, lo social o lo genético – para los niños pequeños las definiciones son simples: hermanos y hermanas son aquellos niños con quien uno crece y comparte padres. Los niños
piensan en términos concretos.
Una gran variedad de aspectos participan en la creación de vínculos entre hermanos – sean por la biología o por la adopción – : la cultura familiar, la cercanía afectiva, el sexo de los niños, sus edades, su posición en la familia, el tamaño de la familia, la similitud o disparidad de intereses y talentos, el estilo personal de cada niño y el sentido personal de cada uno de «calzar» psicológicamente en el sistema familiar.
La adopción, cambia en algo esta relación?
Si,… no,…tal vez.
Aún en las familias formadas enteramente por la biología algunos de sus miembros se sienten «diferentes» de los otros.
Los padres adoptivos pueden hacer mucho por favorecer estas relaciones.
Cada niño desea ser esperado, querido y valorado por lo que él es, y no como el que «debe» ser, según el hijo ideal que imaginaron sus padres. Cada hijo debe ser tratado como un ser único y con necesidades únicas también.
Se deben evitar los «mellizos» artificiales. Muchos padres adoptivos deliberadamente realizan dos adopciones simultáneas, sin duda una decisión centrada en los padres. Luego de tanto sufrir para convertirse en padres piensan que será maravilloso tener dos hijos al mismo tiempo y sobrellevar el difícil período de adaptación de una sola vez, sin pensar en el esfuerzo que supone.
Dos niños no hermanos biológicos, cercanos en edad, generalmente son tratados por los padres como un par de mellizos que se presta a ser comparado a lo largo de toda su vida.
Se debe tratar a cada niño como el individuo que él es. La vida no es imparcial, por lo tanto las decisiones parentales no se deben basar en hacer las cosas siempre iguales para con los hijos.
Así como dos adopciones no son idénticas, y no son iguales dos parejas de padres biológicos y sus circunstancias, no hay dos niños idénticos y no podemos esperar que sientan igual acerca del significado que la adopción tendrá a lo largo de sus vidas.
Lo que los niños necesitan más que la imparcialidad es saber que, como sus padres, siempre estaréis disponibles para ayudarlos a satisfacer sus necesidades, cualquiera que pudieran ser.
Es necesario crear una «cultura familiar», cultivando las tradiciones familiares, los rituales a la hora de la comida y de dormir, las comidas favoritas y sus recetas familiares; los libros y canciones, los juegos; las visitas periódicas a los lugares con historia familiar; todos contribuyen para que el niño adquiera el sentido de «nosotros» como familia unida.
Mantenerse atento y apoyando la forma en que los niños, sin tener en consideración su edad o su sexo, descubren aspectos que disfrutan juntos – tal vez más aún cuando descubren que no son las que como padres más disfrutamos – y que contribuyen a crear un sentido de «conspiración generacional» frente a la autoridad paterna.
No se debe olvidar ser realistas también sobre los vínculos entre hermanos. ¿Siempre se ha llevado bien con sus hermanos? ¿Ha compartido amistades con su hermano/a más cercano en edad? No es infrecuente que los hermanos sean muy cercanos cuando son pequeños, se distancien y se vuelvan más competitivos a medida que van creciendo, y se redescubran en la edad adulta
Un archivo común de la memoria familiar y las experiencias de las relaciones fraternas son los pilares en que se basa el sentido de familia que acompaña a cada persona hasta la edad adulta.
Cuando los padres ya no estén, éste será el legado que dejen a sus hijos: memorias y valores con los que construir raíces contra las tormentas de la vida, y hermanos y hermanas compartirlas.