Expertos piden que los niños mantengan contactos con su familia biológica
España posee casi 50.000 niños adoptados, muchos de los cuales al llegar a la edad adulta empiezan también a preguntarse sobre sus orígenes
Quince años después del inicio de las adopciones internacionales en España es el momento de hacer balance. Son casi 50.000 niños adoptados, muchos de los cuales al llegar a la edad adulta empiezan también a preguntarse sobre sus orígenes.
Las restricciones impuestas por los países de origen y en menor medida la crisis económica han frenado el baby boom de la adopción y facilitan ahora la reforma y el replanteamiento de algunas prácticas. Los expertos piden un mayor control sobre los niños que se ofrecen en adopción y una apuesta por un modelo de «adopción abierta» que facilite la transparencia y el contacto con los orígenes biológicos.
Diana Marre, antropóloga de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), constata que en estos momentos «prácticamente no hay niños huérfanos, sino huérfanos sociales». Lo dice también la Unicef que si bien reconoce la existencia de 132 millones de huérfanos en el África subsahariana, Asia, América Latina y el Caribe, en el 2005, sólo reconoce 13 millones que han perdido ambos progenitores, por lo tanto esa sería la cifra real de acuerdo con el concepto de orfandad más extendido. Y de estos niños y niñas, un 95% tienen más de 5 años y la mayoría viven con sus abuelos u otros familiares.
La segunda constatación es que hay que cambiar la tendencia actual de buscar niños para las familias que quieren adoptar por otra idea, la de buscar familias idóneas para niños con necesidades especiales. Lo explica Diana Marre: «Hay familias que no están preparadas para aceptar niños con determinadas circunstancias familiares, como aquellos que conservan una madre biológica, o con determinadas secuelas, ya sean un pasado de abusos o enfermedades».
Son reflexiones que forman parte del proyecto de investigación La interacción familiar y social de los menores adoptados. Perspectivas interdisciplinarias y comparativas desarrollado por el equipo AFIN de la UAB que ella misma dirige. Este trabajo ha contado con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación que ahora mismo le acaba de renovar la confianza para otros tres años con una ayuda de 150.000 euros. La primera parte del proyecto se ha presentado en unas jornadas organizadas por ese grupo de investigación en Barcelona.
Barbara Yngvesson, antropóloga del Hampshire College, destacó en estas jornadas la reacción de los hijos adoptados ya adultos y la experiencia de las madres de Corea y la India que se han unido para poder conocer a los hijos que abandonaron un día como dos indicios del cambio en las perspectivas de la adopción internacional.
Yngvesson, madre adoptiva de un chico nacido en Sudáfrica, defendió el principio de la adopción abierta y la mejora de la relación con los padres biológicos. «No todos los adoptados ni todas las familias adoptantes lo quieren –añadió– porque es más fácil quedarse con una sola familia».
Por un lado explicó que cada vez son más los padres que abandonan a sus hijos en los países más pobres, generalmente por necesidades económicas, pero que no quieren perder el contacto con ellos. Así lo dicen muchas madres de Colombia, Chile o la India entrevistadas por ella misma. «En Sudáfrica hemos visto casos en que el amor por un hijo implica la separación, como aquella madre que decía que buscaba unos buenos padres que le aseguraran a su hijo una buena educación y una buena vida que ella no tenía ni podía ofrecer». Había incluso el caso de otra madre, también sudafricana, cuya fantasía era ser amiga de la madre adoptiva.
Para esta investigadora, no hay duda de que esa búsqueda de los orígenes puede ser compleja y problemática. Recordó casos en que el reencuentro con la familia biológica acaba con un sentimiento de tener que financiar su futuro con remesas. Por esa razón defendió la necesidad de buscar fórmulas flexibles, sin normas fijas, pero dejando que cada adoptado pueda conocer sus orígenes.
Diana Marre lamenta «las prisas para buscar niños para adoptar» que a veces tienen las ECAI, las entidades oficiales de intermediación, y considera que ese aspecto debería revisarse también para evitar fracasos.
Beatriz San Román, miembro del comité ejecutivo de CORA, una federación de 26 asociaciones de niños adoptados, es tajante en el último número de la revista Afín al pedir una «reforma urgente» de la adopción internacional.
En su opinión, el desequilibrio entre la «oferta» de niños adoptables y la «demanda» de las familias no sólo ha alargado los tiempos de espera (en China puede tardar hasta tres años), sino que han proliferado los casos de corrupción.
Recientes investigaciones de la Unicef y de Terre des Hommes sobre Guatemala y Nepal y de Estados Unidos sobre Vietnam describen el perverso fenómeno de la «fabricación de huérfanos».
San Román destaca que han sido los países más pobres los que han frenado la adopción (Brasil, Ucrania, Letonia, Polonia, México) mientras los países de adopción no han revisado sus controles. CORA ha pedido ahora una moratoria para adoptar en Etiopía ante las denuncias sobre falsificación de documentos. La adopción «no es un medio de satisfacer las ansias de paternidad o maternidad de ciudadanos occidentales», recuerdan.
Josep Playà Maset
Lavanguardia.es