Adopción de niños con necesidades especiales

Cada día son más las parejas chilenas que deciden adoptar un hijo; sin embargo, la gran mayoría busca recién nacidos. Pocos piensan en la posibilidad de acoger a un mayor de 2 años o con alguna enfermedad, pero los que lo hacen están verdaderamente felices. Es que todos coinciden en admitir que es, ni más ni menos, otra opción para tener una gran familia.

Ni valientes ni excesivamente generosos, sino tan sólo padres con ganas de ser padres. Que ni les digan caritativos. Nada de eso, aclaran la trabajadora social Isabel Azcona y el resto de las tres familias que nos transmitieron su testimonio. Hay algo en común en las historias de ellos: todos adoptaron niños mayores o que padecían alguna enfermedad. Contrarios a la tendencia chilena de buscar hijos ojalá recién nacidos y sanos, aquí escogieron otro camino. Es lo que se llama adopción de niños con necesidades especiales, algo de lo que recién se está hablando en el país, pero de lo que sí sabe Isabel Azcona, española, madre de cuatro niños, tres de ellos adoptados.

«Esto es otra posibilidad de ser madre, igual que con un niño sano. En el día a día, las satisfacciones son las mismas», admite Isabel. Viajó recientemente desde Pamplona, invitada por la Fundación San José -entidad dedicada al tema de la adopción en Chile- con el fin de dar su testimonio. Algo tiene que decir esta española que primero adoptó a un niño de 4 años, siendo todavía soltera y joven, y luego, ya adulta y casada, adoptó a dos niñitas nacidas en China, la última de ellas con una cardiopatía congénita que la obligó a someterse a una cirugía. Esto último, por cierto, nunca fue un problema para ella y su marido. Es que ninguno cree que esto sea caridad, sino simplemente amor puro.

«Nunca tuve sensación de entrega al haber adoptado al niño sano o la niña con necesidad especial. Pienso que no debe ser así. Lo que debe mover a las familias a adoptar es el deseo de ser padres».

¿Existe un perfil sicológico o un patrón que se repite entre quienes adoptan niños con necesidades especiales?
Es gente que tiene la suficiente apertura de mente como para informarse y valorar la posibilidad. Son niños que, en general, demandan más tiempo. Muchos que optan por esta vía son familias que ya tienen hijos, biológicos, adoptados, o de los dos. Saben lo que es ser padres y tienen claro que a cualquier hijo le puede suceder un accidente y, que si eso ocurre, ellos tendrían disponibilidad para atenderlos.

Adoptaste dos niños con necesidades especiales: tu hija y tu primer niño, que en ese entonces tenía 4 años. ¿Cómo es adoptar a un niño mayor?


Es distinto adoptar a un bebé que a un niño mayor. No quiere decir que, en todos los casos, sea más difícil adoptar a un niño mayor, pues hay también bebés que tienen dificultades de adaptación como hay niños mayores que se ambientan rápidamente. Lo que sí es que casi siempre los mayores traen consigo una historia más larga, aunque el abandono es siempre el mismo. Quizás las historias más largas dificultan más la integración con la nueva familia. En mi caso fue así.

Deduzco que terminaste teniendo una buena experiencia, porque tienes dos niñas más adoptadas…


La adopción de mi hijo mayor fue muy difícil. Era un niño con muchas necesidades especiales derivadas de sus experiencias previas. Luego, en el caso de mis hijas, que fueron adoptadas a los 11 y 18 meses, fue diferente, porque sus historias habían sido distintas.

Después de la adopción, ¿cómo les transmites seguridad a tus hijos?


Tratando de que crezcan con una identidad positiva. Respetando sus orígenes y su cultura, pero también intentando que se sientan parte de su nuevo entorno. Y si alguien pregunta por la calle, yo les digo que mis hijas son de Pamplona, pero que han nacido en China. Siempre se les debe reafirmar la autoestima.

Es que, con los niños adoptados, no basta sólo con el amor, ¿cierto?
Claro, el amor es imprescindible, pero no basta. Es necesario contar con una serie de habilidades para poder dar respuestas a estos niños; los padres adoptivos deben reparar algunas heridas.


«LA GENTE NO SABE LO FELICES QUE SOMOS»


Marianne Bonnecarrere era una niña de colegio cuando visitó por primera vez un sanatorio y quedó conmovida al ver los ojos del que ahora es su hijo. «Cuando vi al Mauro ¡fue como amor a primera vista! Es difícil de explicar, pero tenía una necesidad de ir a verlo todos los días. Lo tomaba en brazos, nos mirábamos y nos olvidábamos del mundo», dice Marianne.

Mauro tiene parálisis cerebral severa. Este año cumplió 16 años, la misma edad que tenía Marianne al momento de conocerlo. Años de experiencias juntos antes de que ella pudiese adoptarlo. Visitas todos los días, aprender a darle comida mediante el uso de sondas, lograr permisos para sacarlo a pasear con la compañía de los padres de Marianne, enfrentar una enfermedad que tuvo al Mauro al borde de la muerte, hacerse cargo de un sueño premonitorio con la Virgen y la posterior recuperación del pequeño. Años de amor profundo, hasta que la familia completa de Marianne se fue encariñando con el niño y salieron en un programa de televisión que les abrió miles de puertas; las cosas se fueron dando cuando Marianne entró a la universidad y conoció a su actual marido, Miguel Ángel Muñoz.

«Nunca había estado con niños con esa enfermedad y al principio fue fuerte, pero después seguí visitándolo solo o con Marianne, y nos encariñamos mucho. Ahora que es nuestro hijo, lo tratamos igual que a un niño normal. Con su silla de ruedas para todos lados. Y muchos lo ven y dicen ‘pobrecito’, ¡la gente no sabe lo feliz que es!», añade Miguel Ángel. En el año 2003, a la familia de Marianne se le otorgó el permiso para el cuidado personal de Mauricio. Dos años más tarde, Miguel Ángel y Marianne se casaron y lo adoptaron.

«En todos nuestros proyectos ha estado el Mauro metido al medio. El es nuestro ángel. Aquí hay que tener una capacidad de amor incondicional, pero también no hay que tenerles miedo a los desafíos. Al Mauro nunca le ha faltado nada. Esto es algo que no pasa por plata, sino por la entrega y confianza», admiten.

«ESTO NO ES CARIDAD, SINO ALGO ÍNTIMO, DEL CORAZÓN»


Suelen llamarlos valientes porque adoptaron dos niños, uno de ellos con una enfermedad que afecta su sistema renal y que lo obligará a tomar remedios de por vida. Pero lo cierto es que aquí lo único que vale decir es que esto fue un «asunto del corazón». Así lo aclaran Ximena y Daniel, cabezas de esta familia compuesta por un adolescente, hijo de un primer matrimonio de Ximena, y los dos niños adoptados.

«Me han dicho que cómo soy tan valiente para adoptar otro niño, y además con necesidades especiales. Pero para nosotros esto es un asunto de piel, nada más. Esto no es caridad por ningún lado. Es algo tan íntimo, tan del corazón, que no se puede describir muy bien con palabras», admite Ximena Morales.

La historia adoptiva de este matrimonio partió en 1993, desde el minuto en que se casaron. Todo bien hasta que decidieron tener hijos y no pudieron. La adopción siempre estuvo presente en sus cabezas, tomándola como otra opción y como un proceso natural.

«Yo siempre le decía, ‘Ximenita, piensa que estás viviendo un embarazo y, por lo tanto, el hijo que va a llegar va a ser tan normal como si lo hubieras tenido. Como venga, lo vamos a recibir’. Para nosotros nunca fue inconveniente que tuvieran alguna enfermedad», dice Daniel. Llevaban como dos años compartiendo con el hijo mayor y con una primera niña adoptada, cuando recibieron el llamado para anunciar al tercero. Todavía recuerdan la cantidad de información médica recibida, ajena a ellos hasta ese momento, versus la ansiedad de ambos por conocer al niño. «Después de conversar con los encargados apareció nuestro hijo. Me miró ¡y se me tiró encima y me empezó a besar entera! No quisimos tomarnos días para pensar, porque el hijo ya era nuestro. Nunca ha sido tema su enfermedad. Sólo tomo conciencia de ella por la reacción de algunas personas. Sí me preocupo de sus remedios, que no se resfríe ni que le dé nada que le genere cuadros de fiebre», admite Ximena.

El nuevo integrante lleva pocos meses en la familia, pero, dicen, es como si siempre hubiese estado en casa. No se cansan de llenarlo de besos.

«ESTO NO ES PARA CUESTIONARSE, SINO ¡PARA SER PAPÁS!»


Extremadamente prematuro nació el que ahora es hijo de Tatiana y de Marcelo. «Un regalo enorme», dicen cada vez que recapitulan la historia.

Casados desde el 2002, intentaron embarazarse sin resultados positivos. Marcelo comenzó antes a pensar en la posibilidad de adoptar; Tatiana tardó algo más en hacer el duelo propio de las parejas infértiles. Meses sin hablar del tema hasta que se decidieron a buscar a su niño.

«A nuestro hijo lo recibimos al año. Primero nos dieron el cuidado personal; la jueza dijo ‘ya’, nos abrazamos, lloramos y partimos a conocerlo», recuerda Marcelo.

El hecho de haber nacido prematuro obligó al pequeño a estar sometido a bastantes cuidados médicos. Hasta el día en que adoptaron formalmente a su hijo, Tatiana trabajaba como jefa de operaciones de una empresa de seguridad vial; sin embargo, como no tuvo derecho a posnatal (la ley sólo permite este beneficio a los padres de niños menores de 6 meses), dejó de trabajar un tiempo para dedicarse por entero al cuidado de su hijo.

«A mí me cambió la vida al ciento por ciento. Trato siempre de estar con él, y ya sabe que tiene una mamá y un papá. Se despierta, nos mira desde su cuna y se ríe. ¡Es un regalo enorme! Nunca pensé en tener la familia que tengo ahora. Lo único que necesita es que tenga un cuidado mayor, que lo lleve al cardiólogo, al broncopulmonar, que le dé sus remedios. Lo miras y piensas ¡en qué minuto estuvo en una UTI!», reconoce Tatiana.

Para Marcelo, esta es su única y gran experiencia de tener un hijo. Ni se cuestiona el hecho de que su hijo caiga en la categoría de ‘niño con necesidades especiales’.

«Ha sido una experiencia maravillosa, y si he tenido dificultades, quizá Dios me las envió. Veo cómo en estos pocos meses mi hijo ha progresado tanto, está empezando a caminar, ha crecido, ha engordado… Este no es un tema para cuestionarse, ¡sino para disfrutarlo!; para ser papás, nada más», confiesa orgulloso Marcelo.
Isabel Azcona: Adopción en cifras


Prontos a desarrollar un programa tendiente a fomentar la adopción de niños con necesidades especiales, la Fundación San José se manifiesta a favor de esta opción que recién comienza a plantearse en el país. A juicio de Ladislao Lira, director de Extensión y Desarrollo de esta entidad, este tipo de adopción no está vinculada en absoluto a una buena situación económica de parte de los padres , sino más bien a la capacidad emocional y empática de la pareja. A juicio de Raquel Morales, jefa del Departamento de Adopción del Servicio Nacional de Menores, Sename, los chilenos se han abierto bastante más al mundo de la adopción, pues hasta hace unos años sólo se acercaban para adoptar recién nacidos. Coincide también con Isabel Azcona en explicar que la adopción de un bebé no necesariamente tiene que ser un proceso fácil, pues también se les debe respetar sus duelos y sus sentimientos de abandono.

Según cifras de esta entidad, en 2009, de los 491 niños adoptados, 420 fueron niños sanos y 71 padecían alguna enfermedad recuperable.

LORETO NOVOA

Revista Mujer

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