«Laura llegó y lo cambió todo»

Una pareja explica su experiencia como acogedores. La futura Ley de Protección a la Infancia primará este modelo frente al ingreso en centros de los niños en desamparo.

Raimundo Ruiz y Lucía Ibáñez, un matrimonio de Madrid, querían adoptar un niño cuando, en febrero de 2008, asistieron a una charla en el Instituto Madrileño del Menor donde les hablaron también de la posibilidad del acogimiento familiar.

Se trata de una opción menos conocida que la adopción que permite a los menores en situación de desamparo su integración en una familia, de forma más o menos prolongada según la modalidad (temporal, permanente o preadoptiva), evitando así su estancia en centros de menores. Mientras, mantienen el contacto con sus padres biológicos, que suelen conservar la patria potestad. Es también la fórmula que tratará de promocionar el Gobierno en 2011 mediante la Ley de Protección de la Infancia, recientemente anunciada por la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín.

Tras ser informados, esta pareja de Madrid consideró que se trataba de una opción «más coherente» que la adopción y no lo dudó: poco después, tras cumplir con los trámites para hacerse con la guarda de la menor [la tutela corresponde a la Comunidad de Madrid] llegó a su vida Laura, que entonces contaba con poco más de 5 años y que lleva ya dos años viviendo con ellos en su piso de Madrid bajo la modalidad de acogida permanente. «Laura llegó y lo cambió todo», cuenta Lucía, su madre de acogida, que ha aprendido a vivir, al igual que su marido, con el temor de que un día la niña pueda volver a salir de su casa, aunque no de sus vidas, si los padres biológicos de la menor resuelven sus problemas.

«Tienes que saber que ese riesgo existe», admite Lucía, mientras que Raimundo sostiene que es algo con lo que hay que vivir: «Cualquier padre tiene miedo de que sus hijos consuman drogas, pero no vive con ese miedo las 24 horas; pues esto es lo mismo. No puede dejar que condicione tu vida».

En cualquier caso, el hecho de que los niños de familias de acogida mantengan contacto con su familia biológica tiene, a juicio de Lucía, aspectos positivos frente a la situación de los niños adoptados en otros países: «Al fin y al cabo, los de acogimiento ven a su familia y saben lo que ha sido de ellos desde que nacieron, pero los de adopción de repente están aquí pero no saben qué ha sido de su vida anterior, ni quiénes son sus padres. Así, de mayores tienen que ir a rebuscar a sus países de origen, mientras que estos lo saben todo».

La familia biológica

De hecho, en esta modalidad, que por cierto lleva aparejada una subvención que en Madrid es de unos 2.500 euros al año, no se rehúye el contacto de los niños con sus padres biológicos, y se intenta que se vean con cierta regularidad. En este caso, Laura va al menos una vez al mes a encontrarse con su madre y sus otras dos hermanas de edad similar ella es la mediana a la Fundación Meniños, la entidad colaboradora que se ha ocupado de este acogimiento. En cualquier caso, como explica Elena García, la técnico de la Fundación que se ocupa del caso de Laura, «las familias de acogida no siempre saben qué ha pasado con la biológica».

Paralelamente, tanto la familia de acogida de Laura como las de sus hermanas se reúnen una vez cada 15 días para que las niñas tengan contacto, configurándose «otro tipo de familia», como explica Raimundo. «En este caso somos un grupo de nueve personas formado por las tres niñasy sus correspondientes padres; es precioso», agrega. Si se hubiera ofrecido a Laura y sus hermanas en adopción, hubieran acabado perdiendo el contacto entre ellas.

Sanidad reconoce que los centros de internamiento son «la peor opción·
En cuanto al proceso para lograr que los niños acepten su nueva situación, García señala que en la primera etapa, tras una fase que Raimundo llama el «periodo de enamoramiento» donde «todo es bonito» porque tanto la niña como los padres quieren agradar, llegan los primeros problemas. Y el primero es el conflicto de lealtad entre los padres de tripa o biológicos y los de acogida, que según García aparece en todos estos niños «hasta que encuentran su lugar en sus nuevas familias». «La idea explica otra de las técnicas de Meniños, Carolina Rueda, no es que se quiera más a unos padres o a otros, sino que los niños entiendan qué ha pasado, y que sus padres biológicos, aunque no les pueden cuidar, les quieren».

Pero también es común que estos niños tengan carencias en algún aspecto de su de-sarrollo que hay que abordar con profesionales, por lo que las familias acogedoras deben saber, según resalta García, que «el cariño, por sí solo, no es suficiente». «Hay que tener la mente abierta para entender las circunstancias con las que viene el niño», sostiene por su parte Julia, que tiene claro que muchos de los problemas con los que llegó su hija no proceden de su familia biológica, sino «del tiempo que estuvo institucionalizada». En la misma línea, Rueda explica que si bien los centros son «una primera medida muy positiva», carecen de «figuras de afecto claras y cercanas» para los menores, algo clave para su desarrollo personal.

Demasiados niños internos

En este sentido, la secretaria general de Política Social del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, Isabel Martínez, considera que, pese a la labor que realizan, los centros siguen constituyendo «la peor opción» para los niños en desamparo.

A su juicio, estos menores, sobre todo si tienen menos de 6 años, «donde mejor están es en una familia». Esta realidad, así como que España tiene una tasa más elevada que la media europea de menores institucionalizados y que el acogimiento familiar sigue siendo «una opción minoritaria», fueron los factores que animaron al Gobierno a impulsar la nueva ley.

«Es importante hacer una ley que modifique esta situación de desequilibrio», sostiene Isabel Martínez, que cree que la modalidad del acogimiento familiar incrementa «las oportunidades reales de estos niños de salir adelante por sí mismos cuando tengan 18 años».

El acogimiento familiar, opción minoritaria. Centros, la elección más común

El ingreso en centros de menores sigue siendo la opción mayoritaria para los niños y niñas en situación de desamparo en España, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad correspondientes a 2008. Ese año se registraron 10.844 altas en estos centros.

Familias. Una vía a potenciar

Con la futura Ley de Protección a la Infancia, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero persigue reducir el número de menores actualmente ingresados en centros mediante el estímulo del acogimiento familiar en sus distintas variantes (transitorio, permanente y preadoptivo). En 2008, un total de 3.246 menores pasaron a estar protegidos por esta forma de tutela, tanto por decisión judicial como administrativa, una cifra muy inferior a los 4.347 registrados cuatro años antes.

Adopciones Nacionales, pocas

Las adopciones de niños mantienen un marcado acento internacional. De las 3.828 registradas hace tres años, la inmensa mayoría –3.156– corresponden a adopciones realizadas en el extranjero.

Antonio González
Publico.es

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