La mayoría de los españoles aprueba el matrimonio y la adopción homosexual

La sociedad española evoluciona hacia el respeto a los que son distintos de uno mismo y el secularismo. Un 56% de los ciudadanos se muestra a favor no solo de que las uniones entre personas del mismo sexo se denominen matrimonio, sino de que puedan adoptar hijos. Al mismo tiempo, una de las instituciones que más se opuso a ambas cuestiones, la Iglesia católica, pierde el favor incluso entre sus más fieles seguidores, que consideran que no ha sabido adaptarse a la situación social actual.

Estas son las principales conclusiones del estudioPulso de España 2010 de la Fundación Ortega-Marañón y Metroscopia que se presenta hoy y que abarca asuntos tanto políticos como sociales.

La encuesta, realizada entre el 24 de septiembre y el 5 de noviembre a partir de 5.000 entrevistas, tiene un margen de error del 1,4%.

Matrimonio y adopción homosexual

La opinión pública española ha evolucionado, y mucho, en esta materia en los últimos años. Hoy, un 56% se muestra favorable no solo a que los homosexuales puedan casarse y que esta unión se denomine matrimonio, sino que el mismo porcentaje está de acuerdo con que estas parejas adopten. Incluso está a favor el 32% de quienes se autodenominan «católicos practicantes».

En esta cuestión se aprecia, no obstante, una brecha ideológica y otra generacional. Así, un 55% de los votantes del Partido Popular preferirían que la unión entre personas del mismo sexo no se denominara matrimonio. Además, mientras los menores de 34 años apoyan abrumadoramente la equiparación en todos los sentidos, entre los mayores de 55 años solo se muestra a favor un 36%.

Entre los católicos, en ambos casos, la oposición es mayor cuanta más implicación declaran sentir con la institución.

La adopción recibe más contestación en estos colectivos. Un 66% de los votantes del PP dice estar poco o nada de acuerdo, lo mismo que un 53% de los mayores de 55 años y un 64% de los practicantes.

La ciencia y los científicos

Los científicos son el grupo social mejor valorado por los españoles, con una nota media de 7,5 puntos. Este respaldo se cimenta en el 92% de encuestados que cree que los avances científicos han aumentado la calidad de vida y en el 68% que confía en que la mayor parte de los problemas actuales se resolverán aplicando el conocimiento científico.

Sin embargo, España tiene aún ciertas reservas. Tal es así que un 67% de los entrevistados considera que la ciencia «últimamente, además de soluciones, genera muchos problemas». Incluso un 44% (un 55% en el caso de los mayores de 55 años) considera que se confía «demasiado en la ciencia y no lo suficiente en la fe religiosa».

Supersticiones y «ciencias alternativas»

Tres de cada cuatro españoles cree que el curanderismo, la astrología, el tarot o la videncia son charlatanerías y supercherías y no «ciencias alternativas», como se autodenominan a veces sus precursores.

En este caso, pese a lo que pudiera parecer de antemano, son los más mayores quienes más rechazan este tipo de prácticas. Hasta un 27% de los menores de 34 años las califica de «ciencias alternativas», mientras solo un 16% de mayores de 55 lo hace.

El nivel de estudios también determina este tipo de creencias, aunque no protege totalmente de ellas. Entre los universitarios un 16% las considera como «ciencia».

Religión e Iglesia católica

La Iglesia católica es una de las instituciones con más relevancia en España. Un 65% de los encuestados se identifica con una religión y el 94% lo hace con esta en concreto. Sin embargo, la sociedad diferencia completamente «creer» con ser «religioso». Así, un 61% dice ser poco o nada religioso mientras un 69% se declara creyente.

Incluso entre quienes se confiesan católicos poco o muy practicantes la mayoría de los encuestados considera que «las principales religiones piden ser igualmente verdaderas».

Quizá la explicación radique en que tres de cada cuatro entrevistados piensa que la Iglesia católica española «no ha sabido adaptarse» a la sociedad actual. Esta visión la tienen mayoritariamente los no creyentes, pero también quienes se autodefinen como católicos poco o nada practicantes.

Aitor Riveiro

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