Los problemas maritales quitan el sueño de los hijos
A partir de ahora, muchos padres que deseen tener la noche en paz se lo van a pensar dos veces antes de iniciar una discusión. Porque una nueva investigación llevada a cabo por científicos de diversas universidades estadounidenses confirma que los problemas maritales afectan negativamente a las familias, pero muy especialmente al sueño de los niños.
Anne Mannering, de la Universidad de Oregon (EEUU) y autora principal del ensayo, confirma : «Hemos encontrado que los problemas de los padres (por ejemplo, los pensamientos de divorcio, la inestabilidad, los conflictos, la discordia, la insatisfacción…) cuando los niños tienen nueve meses de edad predijo problemas para dormir cuando alcanzaban el año y medio de vida. Estos resultados son interesantes porque hemos encontrado una asociación entre los problemas maritales y los problemas del sueño en los bebés a edades anteriores de las que otros trabajos había establecido previamente».
Numerosos trabajos anteriores «han constatado que los problemas de pareja pueden tener una influencia negativa en el funcionamiento familiar, especialmente en la salud del niño, su sociabilización, estabilidad emocional y problemas de comportamiento… Pero varios estudios han reflejado también la importancia del contexto familiar en el desarrollo y la regulación del sueño de los pequeños», introducen los autores en su artículo publicado en el último ‘Child Development’ .
A estas evidencias se suma el dato de que el «41% de los bebés que tenía problemas de sueño con ocho meses aún presentaba estas dificultades a los tres años. Por lo tanto, la identificación temprana de los precursores de los malos hábitos del sueño es importante si se tiene en cuenta su continuidad y su asociación con problemas de desarrollo y académicos posteriores», añaden los investigadores.
Hijos adoptados
En su estudio, los científicos escogieron a 357 familias con hijos adoptados (la media de días de vida que tenían los bebés en el momento de llegar al hogar fue de siete) a los que realizaron un seguimiento desde que tenían nueve meses hasta que cumplieron el año y medio. «La mayoría de trabajos que ha examinado la relación entre la relación marital y el sueño infantil se ha llevado a cabo con familias biológicas. Para evitar que los resultados estuvieran alterados por las condiciones genéticas escogimos a familias con menores adoptados», agrega Anne Mannering.
Todos los participantes realizaron varios cuestionarios que evaluabanel tipo de relación con sus parejas, además de contestar a otras pruebas sobre el sueño y el comportamiento de sus hijos.
«Después de tener en cuenta otros factores que pueden alterar los resultados como la ansiedad de los padres, el temperamento de los descendientes o el nacimiento de nuevos hermanos, los resultados apuntan a una clara asociación entre la conflicitividad de los padres y los problemas para dormir de los vástagos a lo largo del tiempo estudiado. La asociación inversa, es decir problemas de sueño infantil y mayor inestabilidad en la pareja, no ha sido evidente. No obstante es una línea de investigación interesante», insiste la autora principal.
Recomendaciones
Los autores creen, no obstante, que son «necesarias más investigaciones para entender el por qué de esta relación. Ahora estamos estudiando si la asociación persiste después de los dos años. Mientras, el mejor consejo es reducir la intensidad y la frecuencia de los conflictos, porque resulta beneficioso para los niños».
Luis Muiño, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, defiende la necesidad de hacer más estudios «con grupo control, antes de tomar por definitiva la relación entre discusiones familiares y mal sueño en los bebés».
Para este especialista, el factor claro «que sí ha demostrado tener un impacto negativo en el sueño infantil es no llevar una rutina. Lo primero que aprenden los bebés es que después de una cosa viene otra (por ejemplo, después del baño viene la cena, o cuando disminuye la luz y el ruido, el momento de dormir). Así, los ritmos son muy importantes. El día a día debe hacerse, en la medida de lo posible, en función del pequeño y no de los padres».
Patricia Matey
Elmundo.es