Tras cinco rondas de negociaciones y numerosos escándalos con los padres adoptivos fue posible concluir el acuerdo con los estadounidenses. En Norteamérica del norte, en los últimos años, han muerto diecisiete niños adoptados provenientes de Rusia.. La gota que colmó el vaso y provocó una aceleración de las negociaciones fue el caso de Artem Svelyev. Su madre adoptiva estadounidense le colocó con soltura en un avión de vuelta a Rusia con una nota en la que decía que renunciaba al niño.
En caso de haber existido un acuerdo bilateral, la familia adoptiva de Artem no podría haberlo arrojado como si fuese un objeto del que se habían aburrido. Al menos tendrían que haber pagado una cuota alimentaria al Gobierno o a otra familia adoptiva.
El nuevo acuerdo no sólo contempla la posibilidad del pago de una cuota alimentaria, sino también otros medios de control del proceso de adopción. Por ejemplo, las agencias que se ocupen de estos asuntos tendrán que recibir una acreditación no sólo en los Estados Unidos, sino también en Rusia. Tendrán que recabar información sobre los futuros padres adoptivos y controlar la situación de la familia extranjera tras la adopción. Lo más importante es que este acuerdo será de aplicación retroactiva y cubrirá todas las adopciones de niños rusos realizadas por ciudadanos estadounidenses en los últimos 16 años.
Actualmente, la cantidad de niños llevados al exterior es muy inferior a lo que era: entre 3.000 y 4.000 por año. La cantidad de huérfanos también se ha reducido año tras año. En 2005 había unos 450.000 y en la actualidad es de 370.000. Hay dos hechos que han provocado tal reducción; por un lado, la contracción general de la población rusa y por otro, la colocación de huérfanos en casas de familias adoptivas o de acogida en Rusia. De acuerdo con los datos del Ministerio de Educación, los ciudadanos rusos adoptan anualmente cerca de 9.000 niños.
Sin embargo, aún quedan muchos problemas por resolver. El Gobierno ha manifestado que debe reducirse la cantidad de niños en orfanatos. Hace cinco años, el entonces presidente Vladímir Putin publicó un decreto sobre este tema. Aunque en realidad apenas hubo cambios.
Según la opinión de especialistas del Ministerio de Educación, la cantidad de huérfanos podría reducirse a través de un sistema especial de cuidados adoptivos que ayudara tanto a las familias pobres como a los padres adoptivos. Actualmente, el sistema de tutela tiene una función principalmente punitiva: impone multas a los padres negligentes, les quita la custodia y coloca a los niños en orfanatos.
En cambio, hay ciertas regiones de Rusia, como por ejemplo Tiumén, donde existen ejemplos positivos. Ayudan a las familias necesitadas a encontrar un trabajo o a establecer pequeños negocios. Las familias necesitadas reciben subsidios económicos, así como tratamientos para el alcoholismo y la drogadicción, en caso de que sea necesario. Y, lo que es más importante, nadie se plantea quitar a estos padres sus derechos parentales y colocar a sus hijos en orfanatos.
Un proyecto de ley elaborado por el Ministerio de Educación dispondría que dicha asistencia fuese obligatoria. Sería lógico pensar que nadie podría oponerse a una ley tan necesaria. Sin embargo, ya ha provocado resistencia. Aparentemente hay un problema económico. En los últimos años, el Gobierno ruso, rico por su petróleo, ha destinado grandes sumas de dinero a los huérfanos: más de 6.000 millones de rublos (20.000.000 de dólares) al año. Oficialmente, mantener a un niño en un orfanato cuesta entre 45.000 y 65.000 rublos (entre 1.500 y 2.000 dólares) por mes. Hay pocas familias en Rusia que puedan gastar ese dinero en sus propios hijos. Evidentemente, no todo ese dinero se destina directamente a los huérfanos. Una gran parte está dirigida al pago del personal que trabaja en los orfanatos. Boris Altshuler, director de la ONG “Right of the Child” (Derechos del Niño) y miembro de la Cámara Pública de Rusia, está convencido de que los departamentos regionales a cargo del bienestar social se oponen al proyecto de ley porque no desean perder las grandes sumas que el Gobierno les asigna. Si cada vez menos niños fueran colocados en orfanatos y los destinatarios fueran familias adoptivas y de acogida, entonces, la desaparición de los orfanatos sería una cuestión de tiempo.
Por ahora existe una cantidad constante de huérfanos en Rusia, ya que es más sencillo poner a los niños en orfanatos que criarlos dentro de una familia. Es cierto que el Ministerio de Educación ha prometido no abandonar sus esfuerzos por brindar apoyo a la ley de adopción a través de la Duma Estatal. Aunque parece que los esfuerzos del ministerio por sí solo no son suficientes. No será posible superar la resistencia actual sin el el apoyo explícito del presidente.
Svetlana Smetanina