De la Inclusa de O’Donnell a Chile por 123.500 ptas

Un chileno reclama la nacionalidad española tras haber sido adoptado de manera irregular en 1958.

Luis Fernando Lezaeta Hurtado se llama también Luis Aguirre García. Depende de si este técnico agrícola de 53 años adopta su vida chilena o su vida española. Luis, en cualquiera de los dos casos, es uno de los niños que, previo pago de una buena cantidad de dinero,fueron a parar en pleno franquismo a familias chilenas desde la inclusa del número 50 de la calle de O’Donnell, en Madrid. Los padres acudían a contactos de todo tipo. En su caso, el mediador fue el entonces teniente coronel Félix Álvarez-Arenas y Pacheco, que entre 1975 y 1977 llegó a ser ministro del Ejército.

Luis, con 15 años, recibió de su padre, el teniente chileno Fernando Lezaeta, la noticia de que era adoptado. Para explicárselo se limitó a darle una carpeta que guarda un valioso archivo de todas las personas implicadas en su adopción que, a su juicio, fue «ilegal». «Me robaron a los cuatro días y me mandaron siete meses después con una monja teresiana en un avión de Iberia con escala en Lisboa. Los billetes los tiene mi abogada», describe Luis, de visita burocrática en Madrid para solicitar la nacionalidad española.

El exministro del Ejército Félix Álvarez-Arenas hizo de mediador

«Todo se hizo a base de sobornos; no sé quién fue mi madre, no sé si realmente me dio en adopción o me robaron. En mi partida de nacimiento chilena aparece que nací de parto natural en la provincia chilena de Antofagasta», detalla. «Imagina los problemas de identidad que me ha generado toda mi vida», explica antes de posar 53 años después en su lugar de nacimiento, en la calle de O’Donnell, hoy sede de la Consejería de Familia de la Comunidad de Madrid.

«Nuestra vida ha cambiado mucho, en sentido favorable, desde la llegada de Luis Fernando, y eso te lo debemos exclusivamente a ti», escribió en 1963 el matrimonio Lezaeta Hurtado a su contacto en España, su «buen amigo» Félix Álvarez-Arenas. Este mediador contactó con el director de la inclusa, Fernando Mellado Romero, para adoptar el niño «rubio y de ojos azules» que el matrimonio chileno amigo demandaba.

«A los cuatro días, me robaron», explica Luis. Se refiere a que la familia Álvarez-Arenas le acogió durante siete meses hasta que consiguieron encontrar el modo de enviarlo hasta Santiago de Chile. Tras descartar la opción de enviarle con una azafata de Iberia, por tener un elevado coste de 23.500 pesetas, «que son muchas pesetas», tal y como describe la correspondencia entre las dos familias, LuisAguirre García viajó en mayo de 1959 junto con la monja Teresa Salas para convertirse en el hijo biológico Luis Lezaeta Hurtado.

Como cualquier matrimonio que adopta a un hijo en un país extranjero, los padres de Luis vivieron meses de angustia hasta que pudieron acogerlo. Álvarez-Arenas intercambió con ellos múltiples cartas en las que explica que está haciendo uso de sus contactos. Las misivas describen intensas reuniones con el cónsul de Chile Eduardo Callejo, con el encargado de Negocios Ramón Rodríguez y hasta con los directivos de Iberia.

Pero la negociación más interesante es la llevada a cabo con el director de la inclusa, Fernando Mellado Romero. Este nombre llevó a cabo varias adopciones de niños españoles a padres chilenos bajo sospechosos métodos. «Mis padres llegaron a pagar por mí 500.000 pesetas», asevera Luis. La documentación que conserva en el sobre describe un goteo incesante de pagos durante casi un año por todo tipo de conceptos. Desde los billetes de avión, pasando por la ropa de bebé hasta el pago directo a Mellado.

Un recibo firmado el 20 de agosto de 1959 por Juan Hurtado el padre de Inés Hurtado certifica el pago a Fernando Mellado de 123.500 pesetas. Por esas fechas Luis ya crecía en Chile. Sin embargo, Félix Álvarez-Arenas informó antes de su llegada a los padres adoptivos de que Mellado señalaba que la adopción era «gratuita». Una carta enviada por los padres de Luis a Mellado presiona a la inclusa para acelerar el proceso, tras recordarle que le han sido enviadas 7.000 pesetas.

«Mis padres pidieron un niño rubio con ojos azules», dice Luis

Fernando Mellado Romero fue nombrado el 20 de enero de 1955 para el «cargo de director administrativo del Instituto Provincial de Puericultura, la Inclusa y el Colegio de la Paz después de resuelto el correspondiente concurso», como describe una breve noticia de la edición del periódico ABC del 21 de enero de 1955.

En una carta enviada un mes antes del viaje que llevó a Luis hasta Chile, Félix Álvarez-Arenas explicó a los padres que Mellado decía que la adopción era «completamente gratuita». «Sólo, como os dije, habría que abonar los gastos de la tramitación de documentos… etc, y la fianza (de 10.000 pesetas) cuando se trata de enviarlo a otro país. Sí me dijo que cualquier obsequio o donativo para la institución sería bien recibido y muy agradecido», explica textualmente el teniente coronel en la carta.

Mellado debió quedar bastante agradecido con la aportación de los padres de Luis, porque dos años después envió una felicitación de Navidad para la familia chilena a la que suponía «en compañía de su querido hijo».

Familia católica

En la documentación almacenada en una carpeta por la familia de Luis aparece un panfleto con los requisitos de adopción de la Inclusa de la Paz para los padres candidatos. En la España franquista, que la familia adoptante fuera católica, era imprescindible. Los padres de Luis eran conscientes de ello y se afanaron en conseguir los avales que acreditaran su profunda cristiandad.

El Obispo Titular de Gerisso y Vicario Castrense Teodoro Eugenín envió el 15 de octubre de 1958 una carta a Mellado en la que describe que Fernando Lezaeta «ha llevado durante su vida militar una vida ejemplar que no es sino el reflejo del ambiente religioso de toda su familia».

El sacerdote jesuita español residente en Chile desde 1937 Ramón Echenique también aporta su aval. «Fernando Lezaeta Castillo e Inés Hurtado Echenique, que solicitan dos niños para adoptarlos, forman un matrimonio modelo de honradez, moralidad y vida cristiana intensa», describe el padre Echenique profesor de la Universidad Católica de Chile en una carta en la que destaca la «economía holgada» con hogar en propiedad y casa de vacaciones del matrimonio.

«Pidieron que su hijo fuera rubio con ojos azules y aquí me tienen», explica Luis mostrando la realidad física en la que se convirtió el deseo de sus padres. Asegura que no ha querido reabrir su pasado hasta la reciente muerte de su padres «por respeto» a ellos. Se ha lanzado a pedir la nacionalidad española pensando en el futuro de sus dos hijos y también en la búsqueda de su vida real. «Mi madre debe de tener unos 60 años. Quiero aportar mi ADN para encontrarla», explica.

Diego Barcala

Publico.es

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