Abrigando corazones

La indefensión y el desamparo son realidades vividas por muchos niños alrededor del mundo. La orfandad o el abandono –sumados al desamparo físico y espiritual–; a la par de la imposibilidad de tener un hijo, o simplemente por un acto de amor y deliberado altruismo, condicen con la figura de la adopción. ¿Cómo paliar el desarraigo padecido por estos niños respecto a la carencia de sus vínculos biológicos?

La psicóloga, psicoanalista, asistente social y docente universitaria argentina Eva Giberti esbozó alguna vez: «Al hijo adoptivo se lo tiene; al hijo biológico se lo hace a partir de los cromosomas que reproducen el color de la piel y los ojos de los padres. En ambas circunstancias, los hijos se construyen día tras día con los aportes de las voluntades, de los deseos, de las aspiraciones, de los proyectos de cada familia. En ambas circunstancias, adaptarse a ese sujeto nuevo, extraño, desconocido, que ingresa en la vida constituye una tarea más o menos trabajosa».

Desde los inicios de la humanidad cada sociedad se propuso resolver los problemas acaecidos por las consecuencias de la orfandad de niños o la falta de hijos en una pareja. Fue así que la institución de la adopción atravesó las eras de la historia para seguir dando respuesta a esta carencia de afectos.

Sin embargo, no es fácil el proceso psicológico y social que deben atravesar ambas partes, tras producirse la separación de sus orígenes biológicos hacia un nuevo núcleo familiar. Atendiendo a la carencia del afecto, de atención y formación que requieren a su edad, un grupo de amigos de facultad –muchos, por esos tiempos, aún estudiantes de Economía– observaron este vacío al que se ven obligados atravesar muchas vidas.

Las primeras reuniones de este grupo de jóvenes se centraban en la celebración del Día del Niño, con la entrega de alimentos o comida a los niños trabajadores en los semáforos. Pero la observación era notoria: aquellos actos no bastaban para cambiarles la realidad.

Previos estudios de estadísticas, censos y análisis acerca de qué organizaciones se encargaban de las diferentes problemáticas en el área de la niñez, este grupo tomó forma y concluyó que el área de niñez institucionalizada (que incluye a los niños que viven en los hogares, alejados de un contexto familiar) no tenía una organización encargada de la problemática.

Trabajando con niños en situación de abandono, separados de sus familias biológicas por distintos motivos de negligencia, simple abandono o por una determinada orden judicial, nace en 2003 Corazones por la Infancia, una organización sin fines de lucro que se propuso con valentía subvenir a la problemática.

ADOPCIÓN

Se ha dicho que la figura de la adopción es la ficción más perfecta de la ley para otorgar al niño una familia. A través de esta figura, el adoptado deja de pertenecer a su familia consanguínea, para formar parte de un nuevo grupo familiar. Buscando la protección y abrigo a los niños y niñas que sufren la carencia del afecto familiar, la Fundación Corazones por la Infancia se propone llenar un espacio importante en la sociedad.

Es sabido que la insuficiencia de recursos materiales de la familia biológica del niño o adolescente no puede constituir un motivo suficiente para la pérdida del derecho a ser criado por ella. Por tanto, la institución de la adopción constituye una medida de carácter excepcional establecida en función exclusiva del interés superior del niño.

Cada vez son más los niños obligados a sufrir la carencia de un afecto familiar, falta de atención y formación tan imprescindibles como irremplazables a dicha edad. Es imposible que un niño crecido sin amor pueda desarrollar sus valores éticos y morales, o generar vínculos afectivos con otras personas. En este contexto, Corazones por la Infancia busca brindar protección y abrigo a los niños que lo padecen, a través de las denominadas Familias Acogedoras.

RESGUARDANDO SUEÑOS

Son familias acogedoras aquellas capaces de recibir a un niño en sus hogares hasta que el mismo pueda volver con su familia biológica nuclear (esto es, madre, padres, hermanos); o la ampliada (tíos, abuelos), o incluso una familia adoptiva.

Es decir, estas familias se encargan de cuidar de un niño, evitando de esta forma la institucionalización durante los seis o doce meses que dure el proceso judicial. Durante este tiempo se investiga el vínculo familiar y se realiza el denominado trabajo de mantenimiento del vínculo familiar.

ACOGIMIENTO FAMILIAR

La organización Corazones por la Infancia cuenta con un convenio interinstitucional con el Centro de Adopciones desde el año 2004. Dentro de dicho convenio, se avala el trabajo desde dos aristas bien definidas: el acogimiento familiar y el mantenimiento del vínculo.

Según palabras de la Lic. Diana Pérez, psicóloga e integrante de la organización, el acogimiento familiar respecta a aquellos niños en situación de abandono, de 0 a 2 años.

El juzgado procede a entregar la intervención al Centro de Adopciones, para realizar su búsqueda y localización de la familia biológica de ese niño. Esto incluye, a su vez, el cuidado del niño.

“Esto es para evitar que ese bebé recién nacido, que ya tuvo un abandono de por medio, vaya a una institución: por más que les quieran cuidar, para que ese niño reciba todo el cariño y cuidado que se merece y se le brinde una familia acogedora, una familia capacitada previamente, habilitada por la organización Corazones por la Infancia”, acota Pérez.

Será importante destacar que estas familias no deben tener motivación alguna de adopción, sino de cuidarlo hasta el final del proceso judicial (hasta un año inclusive).

Estas familias acogedoras son capacitadas por la organización; la que les provee de seguro médico, leche, pañales, que son entregadas a las familias durante todo este tiempo, a partir de un trabajo en conjunto con el Centro de Adopciones.

Durante el tiempo que el niño se encuentre en su respectiva familia acogedora, existe un tiempo establecido por ley de 3 meses (90 días) delimitados para la búsqueda y el mantenimiento del vínculo familiar.

“Cuando el equipo técnico de la fundación, en coordinación con el equipo técnico del Centro de Adopciones, concluyen que no hay posibilidades de una reinserción familiar o no se le encontró a ningún a familiar, o los familiares –hasta el cuarto grado de consanguinidad– no están en condiciones, entonces se informa al juzgado de esa situación, y el juzgado declara en estado de adopción a ese niño”, señala Pérez, quien puntualizará después: “En realidad lo hacemos en conjunto con el Centro de Adopciones; y allí, si el niño es declarado en estado de adopción, el Centro presenta una postulación, una terna, primeramente a través del Consejo del Centro, y después sale una propuesta: ‘La familia X, para ser la familia acogedora de ‘Juancito’, que está en acogimiento familiar en Corazones por la Infancia’”.

CONOCERNOS MEJOR

Concretada la propuesta desde el Centro de Adopciones, inicia el proceso de emparentamiento o relacionamiento.

“Una vez que el juzgado acepta a la familia del niño, entonces empieza el acompañamiento, para lo cual contamos con un equipo técnico compuesto por una psicóloga, una trabajadora social, un abogado; entonces se hace el periodo de que ese niño le conozca a la familia adoptiva”.

La duración de esta etapa dependerá de la edad del niño y de lo dispuesto por el juzgado.

“Siempre, evidentemente, el Juzgado encargado es el que decide y el que le otorga la adopción de ese niño, pero lo ideal es que la propuesta salga del Centro de Adopciones; porque ya tienen también una lista de postulantes que están esperando hace mucho tiempo”, expresa la psicóloga.

EL PROCESO DE EVALUACIÓN

Según señala Pérez, el equipo técnico de la fundación realiza, como primer acercamiento con las familias postulantes, una serie de talleres informativos, donde –ab initio– se diferencia el objetivo que se persigue –el acogimiento familiar– del proceso de adopción.

Luego se realizan visitas domiciliarias, en las que el equipo técnico –conformado por la trabajadora social, la psicóloga y el abogado– realizan una entrevista con cada miembro de la familia para una primera evaluación socioambiental. Allí se analiza el nivel de comunicación en la familia.

“El niño que ingrese en acogimiento en esa casa tiene que sentirse bien. No tiene que llenar un vacío de la familia, sino que el ambiente tiene que ser sano. Eso es lo que el equipo evalúa, no tanto la situación económica, porque nosotros le brindamos ese apoyo. También un kit de ropa… Si la familia no tiene, la fundación les provee en préstamo hasta que se termine su proceso de acogimiento”, refiere la Lic. Pérez.

AMOR CON DESAPEGO

Lic. Diana Pérez, de la fundación Corazones por la Infancia.

Ya son siete los años en que Corazones por la Infancia realiza este altruismo puro y digno de ser conocido. Desde sus inicios, la experiencia ha sido más que grata, tanto para las familias acogedoras como para los mismos niños. Esto, a pesar de los entendibles miedos provenientes de ambas partes.

“Muchas veces también el temor se tiene porque de repente contás ‘Voy a cuidar a un niño por seis meses”, y te dicen: ‘Pero me voy a encariñar y no le voy a querer entregar más al niño…’, cosa que es muy dolorosa y perjudicial; entonces realmente nuestra experiencia nos dice que –evidentemente–, también se sufre, porque uno se encariña, porque la lógica es que el niño se sienta parte de esa familia, que sienta que es un miembro más”, define la psicóloga, mientras recuerda que son múltiples los testimonios que indican las satisfacciones que implica compartir con la familia este amor con desapego.

“Las familias acogedoras a veces quedan como padrinos del niño, crean lazos de amistad, quedan como parientes. Cuando el niño hace este proceso también se va evaluando con el equipo técnico para que el niño se sienta parte y conozca también a su familia definitiva. En el caso de que vuelva con su familia biológica también se hace este emparentamiento”, señalará después.

HISTORIAS DE VIDA

La fundación se encarga de velar en un archivo personal todas las historias y copias de expediente judiciales de cada niño, incluyendo fotografías desde el momento mismo que tomaron contacto. “Eso se va cuidando, porque sabemos que esa es su historia; porque en el día de mañana puede venir un niñito que tuvo un acogimiento, que fue adoptado y nos dice que quiere saber sus orígenes. Entonces Corazones tiene un archivo sobre la historia de cada niño”, explica Pérez.

La fundación se encarga, así, de la realización de un álbum, que les es entregado en forma impresa o en CD, con copias de las fotos desde que el niño tomó contacto con ellos. “Somos parte de la historia del niño, que él mismo tiene derecho a conocer”.

DE VUELTA A CASA

La doctrina del derecho de la niñez y la adolescencia consagra a la adopción con un carácter de excepcionalidad, buscando siempre el retorno del niño o niña a su familia biológica.

“Cuando no hay posibilidades de una reinsersión, se recurre a la adopción. Cuando hablamos de niños más grandes, también. Si ese niño no puede ir con su familia biológica, ahí nos encontramos con una realidad más triste: un niño de 5 niños a veces es considerado un ‘niño viejo para ser adoptado’”. Esto se debe, según señala Pérez, a que nuestra cultura aún sigue frenada con prejuicios y una falta de preparación.

“Todos los postulantes quieren bebés recién nacidos, una serie de cosas y pensamientos… Aparte de la cultura. Es una materia pendiente ir fomentando esto, y que cada vez haya más respuesta de familias para estos niños que viven en instituciones”.

APORTANDO CORAZONES

Corazones por la Infancia, como toda una organización sin fines de lucro, se solventa exclusivamente a partir de donaciones mensuales de empresas y personas, que aportan desde sumas tan básicas pero importantes para la existencia de la fundación.

También constituye una fuente importante de ingresos los eventos anuales, como ser la Cena Anual, y actividades varias como presentaciones de obras de ballet en el Teatro Municipal. “Son actividades culturales que tratamos que nos deje un beneficio económico para poder solventar los viajes, la atención a los niños, el medicamento para estos niños, que siempre lo necesitan. Por más que estén sanos, siempre hay algún resfrío, siempre hay algo que se presenta…”.

En el calendario de la fundación, la Lic. Diana Pérez adelanta que se encuentran en preparación de un congreso a realizarse en agosto con la misma Corte Suprema, para analizar la problemática de los tiempos de estos procesos, a fin de lograr que los mismos sean más ágiles y efectivos; y, sobre todo, asegurar que los niños sean siempre la prioridad en todo proceso.

En el marco de sus actividades, la Cena Anual se realizaría en el mes de septiembre. “Es una cena benéfica donde hay más de 400 personas que se acercan, y es el elemento que más nos deja un respiro económicamente, y nos hace que sean sustentables nuestros programas. Realmente tenemos mucha apertura, mucho apoyo de empresas que auspician ese evento”, nos comenta la Lic. Pérez en amena charla.

HACERNOS PARTE

La Fundación Corazones por la Infancia, activa desde 2003 y con exitosa experiencia en la altruista labor de brindar protección y abrigo a tantos niños que lo carecen, tiene las puertas abiertas a todo tipo de colaboración: recibiendo a un niño o niña en sus hogares, como familia acogedora; como miembros voluntarios en los diversos servicios profesionales o actividades solidarias que se realizan; o, finalmente, con aportes voluntarios que nunca serán pocos para tan loable servicio.

La oficina –ubicada en Sucre 2641 casi Denis Roa, barrio Herrera de Asunción– está abierta de lunes a viernes en un horario de 08:00 a 17:00. Quienes quieran colaborar pueden acercarse allí, acceder al sitio web oficial o bien comunicarse a los teléfonos 021 601 262 y 0982 584 042 .

“De repente hay alguien que no puede cuidar al bebé, pero puede dar G. 30.000 mensuales, que muchos dicen que es poco, pero sumando nos ayuda a seguir creciendo. La idea es también tener más equipos técnicos, que a la medida que sume, vamos a tener más cantidad de niños beneficiados”, puntualiza Pérez.

Aquellas personas interesadas en acoger a estos niños, o simplemente a colaborar con la causa, están invitados a comunicarse y participar sin compromiso de los talleres informativos realizados periódicamente.

RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL

Corazones por la Infancia es reconocida a nivel internacional, luego de formar parte de la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (Relaf), asociación que integra que integra a los países de Latinoamérica en donde goza de vigencia la figura del acogimiento familiar.

En países como Italia –e incluso Chile– existe la prohibición de que niños menores de 3 años vivan en instituciones: obligatoriamente deben acceder a un acogimiento familiar o formar parte de una familia definitiva.

Al respecto, la profesional reflexiona: “Hoy por hoy, en Paraguay, esa es una materia pendiente. Seguimos teniendo allí (en instituciones) a niños menores de 3 años o bebés… No está mal, pero –a diferencia de un niño de 5 o 6 años, que puede pedir lo que carece–, el recién nacido necesita mucho cariño, atenciones, que todo bebé realmente necesita. Los tres primeros años de vida son fundamentales para su desarrollo”.

En Paraguay además existe una Red de Acogimiento Familiar Paraguay (RELAF), integrada por el Centro de Adopciones, la fundación Corazones por la Infancia y la organización Enfoque Niñez.

Todos podemos hacer feliz a una vida.

Jorge Coronel

abcdigital

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