Un cumpleaños para hacer felices a los demás

 Iago Tariku celebró su quinto cumpleaños. Como en cualquier fiesta, los invitados llevaron gran cantidad de regalos, unos regalos que, sin embargo, no serán para él. El pequeño nació en Etiopía, y tanto él como sus padres han decidido que todo lo recibido se destinará a su país de origen.

Un curioso «collage» da la bienvenida a los invitados en la casa de campo de Teresa y Javier, en Elda. Una hilera de mochilas aguarda en la entrada, colgadas junto a carteles plagados de mensajes positivos. Son los regalos de cumpleaños para su hijo Iago, que corre de un lado a otro, como cualquier niño haría en su fiesta. Son sus regalos de cumpleaños, pero será él quien los disfrute.

Iago, nacido hace un lustro en Etiopía, ha convenido con sus padres que las mochilas irán a su país natal, donde las necesitan más que aquí. No es la primera vez. El año pasado, la onomástica del niño también sirvió para recaudar y enviar comida a su lugar de origen, así que han decidido repetir.

Lo que para cualquier niño podría ser un problema, donar sus regalos de cumpleaños, no lo es para Iago, que colabora colgando cada nuevo regalo que recibe antes de desaparecer para darse un chapuzón. «Total, ¿para qué quiere más camisetas si tiene un montón?», afirma rotunda Teresa.

En la entrada de la casa hay ya cerca de 40 mochilas repletas de material escolar, pero muchas otras están en camino, y confían llegar a las 150. Las mandan desde Bilbao, Madrid, desde cualquier punto en el que han recibido el llamamiento que Teresa realizó por internet a principios de mes desde la página del Grupo de Abril en Facebook, una organización humanitaria independiente que dedica sus esfuerzos a enviar ayuda a Etiopía. Tan independiente que allí, en el cumpleaños solidario de Iago, estan todos, como parte de la familia. Laura, Nacho y Mayte no tienen hijos adoptados, como Teresa, pero están igual de comprometidos que ella. Hay otro miembro «honorario», Javier, el hijo mayor de Teresa, que no pierde detalle de lo que cuentan, ávido de participar en las experiencias que este grupo se ha traído del continente africano.

El Grupo de Abril

La organización tiene poco más de un año de vida, pero ya tiene en marcha varios proyectos. De momento, han completado la cantidad necesaria para fabricar pupitres, a los que pronto acompañarán las mochilas que cuelgan de la pared. El dinero se ha recibido tanto por donativos como por la venta de unos colgantes fabricados por La Plata de Montero. Pupitres en los que, además, se colocará una placa con la leyenda que los donantes elijan.

En el horizonte más cercano está montar un mercadillo, la próxima semana a ser posible. Más adelante, en septiembre, una fiesta para la que buscan un grupo «que colabore de forma desinteresada», apuntan. La idea es poder construir un centro social para mayores en Akkaki-Kaliti, su centro de operaciones en Etiopía, una zona situada a unos 20 kilómetros de la capita, Addis Abeba.

Recursos
Trabajar desde la falta absoluta de recursos – aunque colaboran con la ONG Mediterránea -no resulta fácil, y así lo atestiguan los miembros del grupo cuando recuerdan entre risas cómo intentaron llevar dos sillas de ruedas vendando a dos de sus miembros y fingiendo, sin éxito, que eran para ellos. O cómo «sobornaron» al personal de aduanas para poder pasar con medicamentos y todo el material humanitario… con una caja de polvorones. «Es una experiencia que te cambia la vida», comenta Mayte. «Cuando vuelves, los problemas de aquí te parecen pocos», apostilla Nacho. Todos están deseando volver y poder llevar los presentes que Iago, ajeno a la conversación, sigue colgando en las paredes.

J. AGUADO
informacion.es

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