Cuando se les cruzan los cables
Muchos niños adoptados reaccionan a veces con una furia desproporcionada ante pequeños contratiempos de la vida cotidiana.
Puede que hayas observado que a veces tu hijo se sale de sus casillas cuando recibe una regañina o una simple corrección, cuando se siente tratado injustamente, o ante algún incidente o contratiempo sin aparente importancia.
Niños que normalmente son tranquilos, pierden a veces los papeles y muestran una rabia inusitada o una actitud desafiante e irracional totalmente desproporcionada respecto a la causa que aparentemente las provoca. Otros, simplemente se inhiben y adoptan una actitud retraída. Desconectan del ambiente y se muestran incapaces de atender o de iniciar o continuar cualquier actividad.
Muchos niños adoptados tienen pequeñas crisis ante situaciones como las siguientes:
– Cuando cambian las personas que normalmente se ocupan de ellos: cambios en el profesorado, en la persona que va a buscarlos al colegio, etc.
– Las separaciones y las pérdidas como mudanzas, cambios de colegio, un amigo especial que se va a vivir a otra ciudad…
– Niveles de ruido desacostumbradamente altos o sonidos extraños: el bullicio de un polideportivo, una fiesta, un portazo…
– Nuevos retos que tienen que afrontar pero que no se saben capaces de conseguir.
Existe mucha bibliografía que conecta este tipo de reacciones en niños y adolescentes adoptados con el llamado Síndrome de Estrés Post-Traumático . Este trastorno es el que sufren víctimas de violaciones o veteranos de guerra que, ante una situación que les recuerda una vivencia traumática, sienten de nuevo su vida en peligro y su angustia les hace perder el control de la realidad.
En el libro online Adopción y Escuela se habla de estas reacciones como «estados de desconexión»: «Normalmente los individuos utilizamos el hemisferio izquierdo del cerebro (la parte verbal) para procesar situaciones neutras. Cuando el nivel de estrés e inseguridad se dispara, toma el control el hemisferio derecho, donde están almacenados los recuerdos y emociones de situaciones dolorosas o traumáticas que quedaron sin elaborar».
Cuando la razón queda anulada por las emociones, la capacidad de pensar con lógica se desconecta. Es como si de pronto revivieran momentos de su vida en que se sintieron inseguros y desprotegidos y la angustia les desbordara. Su hostilidad o su retraimiento son mecanismos de defensa ante un nivel de malestar que no pueden controlar.
En estas ocasiones, de nada sirve reprender al niño o tratar de razonar con él. Aunque parezca que está buscando a toda costa sacarte de tus casillas, trata de mantener la calma. Recuerda que su rabia y sus desaires son muestras de una angustia que no ha elegido y no puede controlar. Ármate de paciencia para poder hacerle sentir que está protegido, que estás de su lado en los momentos difíciles, incluso cuando te agrede física o verbalmente.
Cuando consiga recuperar la calma, puedes hablar de la necesidad de respetar a los demás y de encontrar otras formas de manifestar su enfado, pero no cargues las tintas. Puesto que en esos momentos no controla racionalmente sus acciones, los castigos no le ayudan y pueden aumentar su sensación de sufrimiento y soledad. Necesita sobre todo sentirse entendido, apoyado y querido. Necesita saber que tú estás de su lado de forma incondicional, que puede descargar sus miedos y sus inquietudes sobre ti sin temor a que dejes de quererlo.
Con el tiempo, estos episodios durarán cada vez menos y ocurrirán con menos frecuencia. Enfoca el tema como un aprendizaje o una cura, no como un comportamiento inaceptable que hay que cortar cuanto antes. Con algunos niños, es muy útil enseñarles técnicas de relajación, animarles a respirar profundamente o a contar hasta diez cuando sienten que la rabia está a punto de dominarlos. También puede serlo hablar de situaciones imaginarias y de cómo podrían reaccionar. Si te sientes desbordado, no dudes en buscar ayuda profesional. Una charla de adulto a adulto con un psicólogo especializado en adopción no eliminará sus miedos, pero puede proporcionar pautas de actuación que os ayuden a ambos en el camino de sanación.
B. S. R.
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