La cigüeña ya no viene de Pekín
De las 2.704 niñas chinas que fueron adoptadas por familias españolas en 2005 se pasó a 591 el año pasado por las cada vez mayores restricciones y el desarrollo del país asiático frente a la crisis en Occidente
Allá por 2005, el Consulado de España en Pekín parecía una ruidosa guardería. Entre llantos, risas y juegos, decenas de padres tramitaban cada mes los últimos papeles para salir del país con sus nuevas hijas de ojos rasgados. Ese año, sumando al Consulado de Shanghái, 2.704 niñas chinas fueron adoptadas por familias españolas. En 2011, sólo 591, contando también al nuevo Consulado de Cantón (Guangzhou).
Ambas cifras hablan, por sí solas, del desplome de las adopciones en China. “Sobre todo en Pekín, el bajón ha sido monumental”, explica a ABC el cónsul de España en la capital china, Miguel Bauzá, quien atribuye tan drástico descenso a que “ya no hay tantos niños para adopción internacional por el aumento del nivel de vida en este país, acompañado de un cambio cultural”. A su juicio, las niñas, que antes eran abandonadas por la preferencia del varón en el mundo rural, “ya no son vistas como un problema, especialmente en las grandes ciudades, donde sus novios tendrán que aportar un piso y un coche como dote para casarse con ellas cuando sean mayores”.
Desde 1998, España ha adoptado a unas 14.500 niñas en toda China, situándose por detrás de Estados Unidos, con unas 64.000. Tras el pico de 2005, las adopciones fueron bajando gradualmente hasta las 1.977 de 2006, 1.455 en 2007, 717 en 2008, 598 en 2009 y 602 en 2010, año en que entró en funcionamiento el Consulado cantonés, al sur del país. En lo que va de 2012, se han concedido 166 adopciones.
Además de la mejora del nivel de vida, que ha aumentado las adopciones domésticas para parejas chinas que no pueden tener hijos, a esta disminución han contribuido las cada vez mayores restricciones que pone el régimen de Pekín. Entre ellas, destaca la prohibición para adoptar en casos de familia monoparental, obesidad mórbida y hasta deformidades en el rostro.
En una China enriquecida al amparo de su extraordinario crecimiento, los requisitos económicos también han aumentado para demostrar la solvencia de los adoptantes, que se han retraído por el impacto de la crisis en Occidente y, de manera más concreta en España. No en vano, hay adopciones que salen por más de 30.000 euros entre billetes de avión, desplazamientos, hoteles, gestión de documentos y “donativos” a los orfanatos.
Más tiempos de espera
Con el descenso de niños en adopción, se han alargado los tiempos de espera, que han pasado de los seis meses de 2005 a los casi seis años de 2011. Actualmente, se están concediendo adopciones que fueron solicitadas en agosto de 2006. Pero todos estos contratiempos no han hecho sino aflorar otra virtud más en el perfil del adoptante español. “Ante tan largas demoras, muchas familias se plantean la adopción de menores con necesidades especiales, como discapacidades físicas o psíquicas, enfermedades congénitas y edades más avanzadas”, detalla el cónsul de España, quien calcula que estos casos representaron la mitad de las concesiones otorgadas este año.
La caída de las adopciones no ha ocurrido sólo en China, sino en otros países en vías de desarrollo como Vietnam o Guatemala. A tenor de las estadísticas recopiladas por Peter Selman, un experto británico de la Universidad de Newcastle, han bajado de las 45.000 registradas en 2004 a las 25.000 del año pasado.
Otro de los motivos ha sido el incremento de los controles en virtud de la Convención de La Haya sobre Protección de Menores y Cooperación en Adopciones Internacionales. Las autoridades chinas han reforzado las medidas de seguridad debido a los escándalos de corrupción y tráfico de menores que han proliferado en los últimos años, en los que responsables de orfanatos han sido condenados por comprar niñas para luego venderlas tanto en su país como en el extranjero. Entre 2002 y 2005, casi mil niñas de la provincia de Cantón (Guangdong) fueron vendidas a orfanatos de Hunan, que luego las dieron en adopción a familias extranjeras a cambio de generosos “donativos”. La desarticulación de estas mafias es un golpe al tráfico de seres humanos pero, por otra parte, ha reducido también las adopciones y las esperanzas de muchas familias de tener un hijo.
Pablo M. Díez
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