La infertilidad se consulta a más edad
Por una cuestión cultural, la maternidad y la paternidad se postergan cada vez más, a veces hasta después de los 35 años. Eso lleva a muchas parejas a descubrir que no pueden engendrar un hijo a una edad en que la tasa de fertilidad ha decaído.
Entre los adultos jóvenes hay una sensación de que cada vez hay más casos de infertilidad, e incluso muchos de los que forman una pareja manifiestan temores ante la posibilidad de no poder concretar un embarazo. Es que una de cada seis parejas se topan con este obstáculo cuando buscan concebir.
Por su parte, los profesionales de la especialidad identifican como una verdadera problemática la consulta cada vez más tardía por parte de los pacientes.
El elemento de mayor peso en esta situación es más de índole cultural y socioeconómica. La maternidad y la paternidad se postergan cada vez más en pos del desarrollo profesional, un proyecto personal o la conformación tardía de una pareja estable (si es que esto sucede), mientras que muchas veces se prioriza el logro de una buena situación económica.
“A partir de los 30 años la calidad de los óvulos de la mujer comienza un deterioro paulatino que es mucho más notorio desde los 35”, señala el doctor Antonio Martínez, médico mendocino especialista en fertilidad y representante en Cuyo de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer).
Así es que la tasa de fertilidad femenina disminuye notoriamente a partir de los 35 años; al encarar un tratamiento, mientras mayor sea la mujer y más tardía la consulta habrá menores posibilidades de éxito. Justamente, 35 es el promedio de edad con que llegan a la consulta, una situación que ha ido en aumento en los últimos años.
Según datos del Registro Argentino de Fertilización Asistida (RAFA), cuando se hace un tratamiento la tasa de embarazo promedio en menores de 35 años es de 33%; en mujeres de 35 a 39 años es de 28%; mientras que en mayores de 40 desciende a 12%.
Deterioro orgánico
Aunque a los 40 años hay una mayor perspectiva de vida y una mujer se encuentra en su plenitud, Martínez destaca que “si se tiene en cuenta que en promedio puede haber comenzado su menarca a los 12 años, para ese entonces ya han pasado 25 ó 30”. A esto hay que agregar que a esa edad aún se tiene una vida sexual activa, está la posibilidad de contraer infecciones y de usar de métodos anticonceptivos inadecuados, factores que constituyen una agresión ginecológica.
Las infecciones pueden conllevar la obstrucción de las trompas de Falopio, mientras que la fertilidad también puede verse afectada por una endometriosis severa.
Según Martínez, hay una falsa concepción de que la ciencia podrá revertir lo que ya se perdió.
Ellos también
Los hombres son tan protagonistas como las mujeres en esta problemática, casi en la misma proporción.
La infertilidad es un problema exclusivamente femenino del 30% al 40% de los pacientes, y exclusivamente masculino del 20% al 30%. En tanto, del 15% al 30% de los casos involucra a ambos miembros de la pareja. Tras un estudio médico completo, la causa de la infertilidad permanece oculta sólo en una minoría de las parejas infértiles (5% a 10%).
Martínez destacó que “las mujeres tienen mayores manifestaciones gracias a su ciclo y se conocen, pero los hombres sólo conocen su sexualidad, por lo cual tienden a suponer que si en eso funcionan bien no tendrán problemas”.
Para los hombres se trata de una afección fuertemente asociada a su masculinidad, por lo cual un diagnóstico de este tipo suele afectarlos mucho, al punto de alterarles el sueño o su desempeño laboral.
Cuando consultar
El doctor Sergio Papier, Presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer), especificó que en mujeres menores de 35 años, “hay que hacer la consulta si luego de un año de búsqueda no llega el embarazo. En mujeres por arriba de los 35 años, sobre todo si tienen algún antecedente que haga sospechar un problema de fertilidad en ella o en su pareja, se puede consultar pasados los seis meses de búsqueda”.
Una vez que el médico ha diagnosticado la infertilidad, hay varias opciones para resolver esta problemática, tanto en el uso de medicamentos como en intervenciones quirúrgicas, para lo cual habrá que hacer una evaluación específica para cada caso.
Cuando esto no es posible puede apelarse a las técnicas de reproducción asistida que comprenden varios métodos, diseñados para superar los obstáculos que se oponen a la fecundación natural. Las más utilizadas son la inseminación intrauterina, la fecundación in vitro (FIV) y la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI).
Conservación de óvulos
Una opción para aquellas mujeres que quieran postergar la maternidad es la crioconservación de óvulos. Es una técnica nueva que preserva los óvulos en estado de congelación en tanques de nitrógeno a -96ºC, lo mismo que ya se hacía con el semen.
La extracción es sencilla, ya que se realiza vía transvaginal y no requiere cirugía, mientras que el costo es bastante accesible y se recomienda hacerlo alrededor de los 30 años.
La crioconservación está indicada también para quienes pueden ver afectada su fertilidad por algún tratamiento médico, como es el caso de los pacientes oncológicos.
El costo del procedimiento es de 3.200 pesos (no incluye la medicación para estimulación ovárica), mientras que el mantenimiento por año es de 210 dólares.
Verónica De Vita
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