La conmovedora lucha por la identidad de los nacidos por ovodonación
Iara, una adolescente de 16 años, brega por el derecho a la identidad de los chicos gestados por técnicas de reproducción asistida; su historia, en primera persona.
Mi nombre es Iara, tengo 16 años y soy nacida por ovodonación, como conté en un video titulado de esa manera, que publiqué en Youtube hace unos días con un objetivo claro y personal: conseguir entrada para el evento TEDx Joven Río de la Plata. Una vez finalizada la inscripción y completado el cupo, para poder participar de ese ciclo de conferencias había que publicar un video casero en la web, de no más de tres minutos, narrando tu propuesta o iniciativa para realizar un cambio -por más mínimo que fuera- en este mundo.
Entonces decidí contar mi lucha, que ya lleva casi tres años. Participé de charlas y conferencias no solo con pacientes que padecen infertilidad, sino también con médicos, psicólogos, padres, y hasta formé parte el año pasado del debate en el plenario de comisiones de la Cámara de Senadores.
Mi testimonio ha sido publicado en medios nacionales -tanto gráficos como audiovisuales- y publicaciones específicas.Por eso me vi obligada a reducir a solo tres minutos una idea tan compleja y abarcadora como lo es el derecho a la identidad de los nacidos por técnica de reproducción asistida. Por lo tanto sinteticé tres mensajes, dirigidos a tres públicos diferentes que provocó algunas confusiones y que quisiera diferenciar y detallar a continuación:
A los médicos y legisladores nacionales:
En este momento en nuestro país se están debatiendo diversos proyectos de ley que pretenden regular la utilización de estas técnicas. A partir de ello sentí la necesidad de reclamar la eliminación de la práctica de la donación anónima, lo que implicaría la creación de un registro que permita resguardar los datos de los donantes, tanto identificatorios como clínicos, con el fin de que las personas nacidas puedan acceder a esta información una vez alcanzada la mayoría de edad. Esto tiene dos objetivos específicos: garantizar un derecho constitucional, el Derecho a la Identidad, derecho humano reconocido desde el año 1990 por la Convención de los Derechos del Niño e incorporado a nuestra Constitución en su reforma del año 1994; controlar y limitar la cantidad de nacidos del mismo donante, reduciendo o eliminando los riesgos de consanguineidad. Todo ello sin olvidarnos de quienes han nacido previo a la sanción de esta posible ley, pidiendo así se conserven los registros ya existentes.
A los padres y futuros padres:
Pedirles que no oculten la verdad ni la disfracen. La mentira jamás es la forma de crear los vínculos de confianza en los cuales se debería basar una familia. Tuve la suerte de conocer mi origen desde que tengo memoria, y esto me ayudó a reconocer el esfuerzo de mis padres, el saber efectivamente que jamás bajaron los brazos ni por muy duro o doloroso que fuese el camino, y sentirme orgullosa de ello.
A los nacidos:
quienes hayan tenido la misma suerte que yo de conocer su origen, los invito a que juntos luchemos por esta causa (dos cabezas piensan más que una, dos voces se escuchan más que una). Nadie mejor que nosotros puede entender nuestras necesidades. A quienes tengan dudas, pregunten. A veces nuestros papás, por no saber cómo contarnos, prefieren callar.
Y me gustaría agregar un cuarto mensaje:
A los donantes:
Primero decirles gracias, ya que sin su aporte muchos de nosotros no estaríamos acá. Ellos forman parte de este proceso tan importante que es dar vida. Pedirles que se informen para entender que el «Ser donante» no significa «Ser padre o madre». Papá y mamá son quienes eligieron traernos al mundo, criarnos y formarnos como personas. Que se animen, la donación es un acto de amor al prójimo, porque seguimos necesitando de ellos para que tantas personas que no pueden tener hijos naturalmente tengan esta posibilidad que es única. Y, por último, pedirles que no nos tengan miedo: si quienes nacimos a partir de la donación los buscamos es simplemente para conocerlos y terminar de conocernos a nosotros mismos, para completar nuestra identidad.
Sobre lo ya publicado, que generó malos entendidos o malas interpretaciones de los lectores, me parece importante aclarar:
Yo no estoy buscando a mi donante. De hecho, la conozco. Por lo tanto aspiro a que los otros nacidos con óvulos o semen donado también puedan gozar de este privilegio, y con gozarlo me refiero a que se garantice su acceso a un registro de donantes, aunque no necesariamente todos lo requieran, tal como ocurre en la adopción.
La creación del Registro de Donantes no tiene como objetivo la «selección del donante» sino el resguardo de la identidad de los nacidos. Por lo tanto, el acceso a la información jamás puede ser previo al tratamiento, sino recién a partir de la mayoría de edad del nacido que así lo desee. Y es un derecho que corresponde solo al nacido y no a sus padres.Muchos creen que el contacto con el donante puede generar en nosotros (los nacidos) la confusión de «tener dos madres o dos padres». Nada más lejos de la realidad. Vuelvo a tomarme como ejemplo, ya que conozco a mi donante. Puedo afirmar entonces que mi mamá es la persona más cercana, que más me quiere, que más me conoce, con la que compartí, comparto y espero seguir compartiendo momentos íntimos de felicidad y el día a día, y en quien me refugio cuando estoy triste. Y les aseguro que lo que me une a mi donante no es nada de todo esto, aunque por la relación que tengo sí es un afecto y eterno agradecimiento.
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