Los goles de Súper Balotelli y la Europa de los adoptados
Los dos goles con que Mario Balotelli eliminó a Alemania de la Eurocopa llevaron al estrellato a un nuevo tipo de europeo: los niños adoptados en África, Asia y América Latina que, adultos, saltan al primer plano en el deporte, el arte, la política.
Desde los tiempos de Eusebio, el antiguo goleador mozambiqueño de la selección de Portugal, los jugadores africanos han pasado a ser legión en los clubes europeos. Samuel Eto’o, André Ayew, Yaya Touré están entre los 650 africanos que juegan en todo el continente, a los que se suman los hijos de inmigrantes pobres de las antiguas colonias, como Zinedine Zidane. Pero Balotelli pertenece a otra categoría: los adoptados.
Hijo de padre y madre ghaneses y nacido en Sicilia con el apellido Barwuah, el goleador de peinado mohicano fue adoptado a los tres años por el matrimonio Balotelli y creció como cualquier niño italiano.
La adopción de niños del tercer mundo se convirtió en tendencia en Europa y Estados Unidos a partir de los años 80. Pero ya a mediados del siglo XX la bailarina y cantante Josephine Baker, activista contra la discriminación, recorría el mundo con sus doce hijos adoptivos de diferentes orígenes. Madonna, Angelina Jolie y otras famosas le han seguido los pasos.
La cancillera de hierro Angela Merkel sorprendió al negociar los nuevos planes de salud de Alemania flanqueada por un asesor de rostro vietnamita. Se trata del doctor Philipp Rösler, de 36 años, adoptado cuando tenía tres meses en Vietnam por un matrimonio alemán. Rössler, actualmente ministro de salud, inició su carrera política en el Partido Liberal Demócrata del estado de Baja Sajonia.
A diferencia de los hijos de inmigrantes pobres, como la ex ministra de Justicia de Francia Rachida Dati, los niños adoptados han crecido en el seno de familias con situación económica holgada y muchos de ellos han estudiado en colegios de primera línea. Los padres adoptivos suelen pertenecer a la categoría de los “bobos” –“bourgeois bohemians”, burgueses bohemios– una élite de empresarios y profesionales modernos y de mente abierta.
La economista Fleur Pellerin, ministra delegada para las pymes en el flamante Gobierno de François Hollande, es hija de coreanos nacida en Seúl y fue adoptada a los tres meses de edad por un físico nuclear francés y su esposa. El senador ecologista Jean-Vincent Placé, activo negociador entre su movimiento y el nuevo gobierno de Francia, también exhibe un rostro inconfundiblemente coreano. Ambos forman parte de los doscientos mil niños sudcoreanos adoptados por ciudadanos occidentales en el último medio siglo. La artista belga Mihee-Nathalie Lemoine, también adoptada en Corea, ha organizado exposiciones de pintores, escultores e instalacionistas de ese origen bajo el título “Overseas Adoptee Korean (OAK) Artists Exhibition”.
Los adultos que un día fueron adoptados en América Latina, África y Asia, especialmente en Corea y Vietnam, han alcanzado la edad adulta y están cada vez más presentes en la vida pública de los países desarrollados de Occidente, como Súper Mario Balotelli. Cualquier día veremos con orgullo a algún famoso de un país desarrollado con origen ciento por ciento chileno.
Eduardo Labarca
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