Etapas que atraviesa una persona o pareja cuando adopta un niño mayor
En esta oportunidad voy a plantear las distintas etapas que atraviesa una persona o una pareja cuando adopta a un niño mayor:
La primera etapa comprende la decisión misma de adoptar un niño mayor. Existen diversas razones por las que una persona o pareja decide adoptar a un niño. Lo importante no es sólo el por qué sino también qué se hace con esa decisión.
Con hacer me refiero a que los pre-adoptantes puedan plantearse y trabajar sus dudas, miedos, inquietudes, hablar de sus prejuicios, conversar el tema, consultar con profesionales, acudir a grupos de ayuda. Preguntarse por ejemplo, hasta que edad adoptarían y porqué, si recibirían hermanitos, de qué edades, cómo se organizarían, si contarán con ayuda, sobre todo en los primeros tiempos. En caso de ser una pareja preadoptante, es fundamental que los dos hayan elaborado la decisión, respetando los tiempos de cada uno.
En este qué hacer, aquellas parejas que han esperado al hijo-bebé deberán hacer el duelo por ese bebé para que ese niño mayor no venga a recordarles la ausencia del hijo-bebé.
En relación a los temores más comunes en los pre-adoptantes tienen que ver con:
· la historia previa del niño
· su familia de origen
· las marcas, traumas que ese niño pudiera traer
· el temor a que el niño no los quiera, los rechace o quiera volver con su familia de origen
· el miedo de los adoptantes de si podrán querer a ese niño
· dudas y temores en relación a los vínculos de pasado.
En relación a la historia que trae ese niño, de la que los adoptantes no forman parte, en la que hubo un padre, una madre, una familia que no pudo contenerlo, esa historia no puede borrarse, sino que debe construirse una continuidad entre esa historia y la actual, la presente. Intentar un “empezar de cero” dejaría a ese niño solo con sus dolores, miedos, inseguridades y fantasías. Entonces tendrán que tolerar que pregunte, que quiera saber y que recuerde, por ejemplo a sus hermanitos, a sus padres de origen, compañeritos del hogar.
En cuanto al temor que tiene que ver con su familia de origen, es importante que los pre adoptantes puedan plantearse que idea tienen de la madre de origen.
Si la sienten como una mala mujer, abandónica o como a una madre entregante que por distintas razones, ya sea por miseria, patología mental, violencia de género, no ha podido ni querido hacerse cargo de ese niño.
No hay que olvidar que estas mujeres fueron ellas mismas abandonadas por el progenitor del niño, por su familia y también por el Estado. La concepción que los padres adoptivos tengan de esa familia de origen podría ser percibida por sus hijos, por ello es importante rever esos conceptos.
En relación al temor a que el niño no los quiera, los rechace o quiera volver con su familia de origen, aunque no exista esa posibilidad, tienen que saber que puede ocurrir que en algún momento, seguramente en los primeros tiempos ese niño los rechace, por temor a ser devuelto, porque idealiza a su familia de origen, o por negación del abandono. Esta etapa puede ser muy dolorosa para los adoptantes, lo que les queda es tener paciencia, entendimiento y tolerar a ese niño hasta que confíe y se sienta seguro en su nueva realidad.
En cuanto al temor de no saber si Uds. como adoptantes podrán querer a ese niño, tendrá que ver en como han resuelto el duelo por el hijo biológico. Si han renunciado al hijo biológico, podrán amar y aceptar a ese niño y él a Uds.
El temor que se refiere a las marcas y traumas que ese niño pudiera traer por su historia de abandonos, desamparo, maltratos e institucionalizaciones, podemos decir que la evolución de ese niño dependerá de su historia y de como él la ha vivido, si por ej. ha tenido alguna persona que haya podido sostenerlo de alguna manera (como una tía, vecina), de sus recursos psíquicos y de las defensas que haya desarrollado, y también dependerá de los padres adoptivos en la medida en que puedan reconocer y aceptar que este niño tiene una historia previa a ellos, no sólo distinta sino principalmente una historia de desamparo y abandonos desde su nacimiento, y así poder ayudarlo, acompañarlo, sostenerlo y tolerarlo en el proceso de elaboración de sus duelos.
Las dudas y temores con respecto a qué hacer con los vínculos del pasado, es muy importante para ese niño el poder mantener dichos vínculos, por ej. con sus compañeritos del hogar o algún familiar que lo visitaba. Dichas personas sirvieron de apuntalamiento de este niño. Cortar o interrumpir esas relaciones implicaría una nueva pérdida para el menor.
Como cierre de esta primer etapa, el poder reconocer, pensar y trabajar sobre estos y muchos otros temores, fantasías y prejuicios es lo que podríamos llamar la preparación previa a la adopción.
La existencia de devoluciones de niños nos habla de la necesidad de que los preadoptantes puedan prepararse antes de recibir a un niño en su familia. Muchas de las instituciones relacionadas con la adopción fallan, los preadoptantes y adoptantes se encuentran solos y desorientados, por ello, deben ellos buscar su propia preparación.
Antes de seguir quiero hacer hincapié en un punto también importante: pareciera que algunos preadoptantes piensan que si manifiestan sus miedos, prejuicios, inseguridades serán vistos como malos candidatos, cuando en realidad el reconocer las cosas que les pasan y hacer algo con ellas, los hará ser candidatos más sanos y más preparados. Puede ser muy peligroso el no preguntarse ni plantearse nada.
Y que los padres que ya han adoptado se animen a contar sus experiencias, y no sólo la “parte linda”.
Si el deseo de ser padres de los preadoptantes es genuino, no los van a desalentar sino que los ayudarán a pensar en cuestiones que no se habían planteado antes.
Pasamos a la segunda etapa que es cuando sucede el tan esperado llamado del juzgado informando que hay un niño en situación de adoptabilidad.
En esta etapa los futuros padres adoptantes deben hacerse y hacer distintas preguntas, por ej. qué edad tiene ese niño y cuáles son las conductas y necesidades comunes a esta edad. Preguntar sobre la historia, salud y la sintomatología de este niño. Hay un preconcepto que es creer que es mejor que los preadoptantes sepan poco o no todo sobre la historia y situación de este niño y esto es un gran error, cuanto más sepan sobre este niño más preparados van a estar, y podrán decidir si se sienten capacitados o no para ayudar a este niño.
Si son hermanitos tienen que saber que serán dos o tres criaturas con dificultades, duelos, que van a necesitar de mucha ayuda.
Mi idea no es asustarlos sino que puedan pensarse y reconocer hasta donde ustedes podrían ayudar a ese niño, conocer sus propias limitaciones y así poder trabajarlas y estar en mejores condiciones para acompañarlo y sostenerlo en la elaboración de sus conflictos.
Llegamos a la última etapa, la llegada del niño a su nueva familia.
El niño llega por un lado con la ilusión de una familia, de unos nuevos padres que lo cuiden pero también en algunos niños puede permanecer el deseo inconsciente de que sus padres de origen, por más abandónicos que hayan sido, dejen de ser abandonantes y vuelvan a buscarlo, quedando los adoptivos como aquellos que le quitan esa posibilidad. Por ello puede aparecer oposición a lo que los padres adoptivos le ofrecen, enseñan; pueden darse reacciones agresivas. Pero lo esperable y sano es que su llegada haga ruido, crisis, en la que ese niño pueda expresar lo que siente, lo que le pasa y cuente con adultos que lo contengan.
Estos niños traen consigo la imagen de una madre abandonante, destruida y se encuentran con una nueva madre presente pero incompleta porque no estuvo en su origen. Necesitará de tiempo para poder integrar, asimilar a estos nuevos padres. Cada niño tiene su propio tiempo, que quizás no sea el de los adoptantes.
Así como los adoptantes tienen sus temores, el niño tiene también sus propios temores. El principal es el de ser nuevamente abandonado, de que estos nuevos papas se conviertan en abandónicos. Por este temor puede pelearlos mucho, buscando sin darse cuenta su límite, poniendo a prueba su amor.
El devenir de esta última etapa dependerá de cómo estos padres adoptivos hayan atravesado la primera etapa, la de la preparación.
Si los adoptantes van al encuentro de este niño con una idealización muy alta, el pronóstico no será bueno.
El fracaso implica una nueva marca, un nuevo abandono para este niño y una nueva frustración para los padres adoptantes.
Como cierre quisiera decir que, el deseo de hijo acepta todos los caminos de llegada de ese hijo, no tiene en cuenta cómo llega: por fertilización asistida, fertilización in vitro, ovodonación o por adopción.
El deseo de tener un hijo surge por distintos motivos: por mandatos, porque toda pareja debe tener un hijo, por presión familiar, para llenar vacíos o para dar sostén y apoyo a un otro distinto. Si el deseo de hijo acepta que su hijo es otro distinto también acepta los infortunios de la vida del hijo.
Licenciada Rocío Gómez
Psicóloga Clínica
Colaboradora Grupo M.A.M.A, Bahía Blanca.
Publicado en www.serfamiliaporadopcion.org