Las adopciones internacionales van en caída libre desde 2004

1378758850Los países de origen mejoran sus políticas de protección a la infancia. En 2012 llegaron a España 1.669 niños, frente a los 5.541 de hace ocho años

Ha sido una bajada drástica, de 5.541 niños en 2004 a 1.669 en 2012. El número de adopciones internacionales se ha desplomado en España y, según explican fuentes del Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, en el resto del mundo. Los países de origen refuerzan sus reglamentos de protección a la infancia y potencian medidas como la ayuda a las familias o el acogimiento. La adopción internacional, por tanto, se resiente, ya que es el último recurso en la protección del menor. Adolfo García, responsable de la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento (Cora) —“que agrupa a unas 4.000 de las alrededor de 50.000 familias adoptivas que se calcula que hay ahora mismo”— lo corrobora: “El boom ya se ha acabado”.

“Al refuerzo de la protección de los niños en su país de origen se suma que los padres suelen preferir menores sanos y cuanto más pequeños, mejor. Y esos no son los críos que están en los orfanatos”, expone García. El coordinador de Cora asegura que aún no se han notado los efectos de la crisis económica en las adopciones. “Según los últimos datos oficiales, en España hay 30.000 familias con certificado de idoneidad, tanto para adopción nacional como internacional. La lista de espera es de unos tres años, así que esta disminución se percibirá cuando los padres que están presentando ahora mismo su solicitud puedan adoptar. De momento sí hemos detectado un bajón importante en el número de peticiones”, afirma García. Fuentes del ministerio lo confirman. Aun así, en 2011 —últimas cifras disponibles— 3.234 familias iniciaron el proceso.

Cristina —nombre ficticio— y su marido adoptaron a dos niños de cinco y dos años en 2007. Presentaron su solicitud en 2005, tanto para adopción nacional como internacional. Cuenta que les advirtieron de que la primera de las opciones se demoraría al menos siete años. Ellos siguieron adelante con los trámites. Dos años después fueron a buscar a Etiopía a sus pequeños. Entonces ella tenía 43 y su esposo, 47. La madre de los niños los había entregado en el orfanato porque no podía mantenerlos. El mayor estaba desnutrido.

“Aún no sé cómo fuimos capaces de entendernos los primeros días. Ellos estaban asustados porque nadie les había explicado bien qué ocurría, a pesar de que nosotros mandamos muchas fotos y cartas al centro”, relata Cristina. “Todo el mundo piensa que la barrera idiomática es el mayor obstáculo, pero ni muchísimo menos. Los niños son una esponja. El problema es que poseen carencias psicológicas. Y para los críos que han sido institucionalizados es aún más difícil, les cuesta adaptarse a la vida en una casa”, continúa esta madre. “Para poder ayudarles necesitamos formación amplia, intensiva y multidisciplinar. Mucho más cuando los chavales tienen necesidades especiales, como alguna enfermedad”, apunta el coordinador de Cora, padre de dos niñas, una procedente de Rusia y otra de China. De ahí que critique el “elevado” número de certificados de idoneidad que son concedidos en España. “Hay un porcentaje muy bajo de rechazos. El proceso de selección debería ser más riguroso para evitar que pueda producirse un doble abandono una vez que los chicos han salido de su país de origen y se han instalado aquí”, añade García.

Cuando alguien quiere recurrir a la adopción internacional debe acudir a la Dirección General del Menor de su comunidad autónoma, competentes en la materia. Una vez superadas las pruebas de idoneidad, deberá elegir entre tramitar el proceso a través de las autoridades centrales de Madrid y el país de origen de los niños —hay convenio con 34— o a través de una entidad colaboradora para la adopción internacional, un organismo sin ánimo de lucro que ayuda a las familias en este periodo. En España hay 45. La mayor parte de los padres se decanta por esta fórmula, puesto que “ofrecen asesoramiento en todo el proceso y es más cómodo”, explica el coordinador de Cora. “Además del personal en nuestro país siempre hay un representante allí, junto a los críos”, prosigue.

Estas gestiones conllevan un gasto —traducción de documentos, viaje de los padres al país de origen del niño, etcétera— que es necesario que asuman las familias adoptivas. “Es muy difícil cuantificarlo. Diría que la media se sitúa entre los 18.000 y los 24.000 euros, pero depende mucho del lugar y de los requisitos que allí se exijan: número de desplazamientos, tiempo de estancia…”, aclara García. El coordinador de Cora reclama un organismo nacional que coordine la actuación de las comunidades autónomas en este proceso: “Cuando un país avisa a España de que tiene, por ejemplo, 70 niños adoptables, cada región envía sus solicitudes sin tener en cuenta al resto, de tal forma que a lo mejor pueden recibir el triple o el cuádruple de expedientes requeridos”, reprocha.

Tanto él como Cristina aseguran que para ellos fue crucial garantizar que sus niños hubieran sido adoptados con todas las garantías. “Es importantísimo que la familia biológica sea consciente de las consecuencias de entregar a su hijo. Por nosotros, por ellos y sobre todo por los menores. Yo tuve la suerte de que con el tiempo pudimos encontrar a la madre biológica, con quien seguimos manteniéndonos en contacto telefónico, y comprobamos que fue así”, cuenta Cristina. García asegura que quien tiene información sobre la familia biológica tiene un tesoro. No siempre es fácil conseguirla. Él carece de datos sobre la madre de una de sus hijas. Por ello se dice preparado para, llegado el momento, hablarle con naturalidad. “Es mucho más aterrador lo que imaginan que la verdad”, afirma con convicción.

María Sosa Troya
sociedad.elpais.com

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