Cuánto pesa la historia genética de un niño antes de adoptar
Niños diagnosticados con síndrome de alcoholismo fetal son un freno para muchas parejas que buscan adoptar.
La adopción en Chile ha aumentado considerablemente en la última década. En 1997, 124 matrimonios nacionales y 172 extranjeros adoptaron, mientras que en 2007, la cifra creció a 355 parejas chilenas y 87 extranjeras. En general ésta creció en un 186% y la cifra internacional disminuyó en un 49%. Pese ello, aún existen familias que dudan o derechamente desisten de adoptar, fundamentalmente por miedo a que estos niños pudieran tener algún tipo de daño de origen genético.
Estela (nombre resguardado), hace 20 años perdió cinco guaguas antes de tener a su primer hijo. Ante esta situación pensó, junto a su esposo, en adoptar. Sin embargo, ella quien en ese entonces era parvularia de un jardín especial de la Junji que trataba a niños con riesgo social, desistió de adoptar luego de ser testigo de varios crueles actos homicidas de un niño de menos de tres años. Mató tres gallinas (que rodeaban el lugar) con una pala. Según Estela, el niño gozaba al ver la sangre y el sufrimiento de los animales. Casualmente, sus dos padres estaban bajo prisión por homicidio. Ante esta situación, Estela dijo: “Esto viene en los genes”.
Rodrigo Palacios Barros, Psicólogo Clínico, advierte que los miedos de las parejas que tienen la intención de adoptar, son completamente fundados, sin embargo, estos niños representan una fracción mínima dentro del total de pequeños susceptibles de ser acogidos.
“Las mayores problemáticas provienen del daño neurológico que se puede producir durante el desarrollo del bebe en el embarazo; ésto, debido al consumo por parte de la madre, principalmente de alcohol, pasta base y otras substancias que puden alterar el normal desarrollo del niño”, dice Palacios.
El síndrome de alcoholismo fetal es detectable físicamente, sin embargo existe una gama muy amplia de otros tipos y niveles de daño que sólo son observables mediante un análisis genético, análisis que normalmente no es proveído por las instituciones que se encargan de la adopción del niño, incluso, en muchos casos, esta información es de carácter reservada o simplemente desconocida.
No obstante, es importante reiterar que el volumen de niños «sanos» sobrepasa por mucho a los niños que eventualmente podrían tener una patología de origen genético. Además, en cualquiera de los casos, el estilo de crianza que se le entregue a los niños, definirá en gran medida su carácter y comportamiento. “Es una falacia creer que porque los padres del niño han cometido delitos, ese niño también será un delincuente o la inversa creer que porque los padres fueron físicos nucleares doctorados de Harvard ese niño también será un genio de la física”, explica el psicólogo.
Agrega que en el caso citado anteriormente – del niño que mataba gallinas – se debe considerar otros factores, más allá de que sus padres fueran homicidas. “Posiblemente ese niño había resentido por muchos años el abandono emocional y físico, la falta de figuras parentales nutricias y amorosas que le brindaran cariño y protección. Estos son factores muchísimo más importantes que los factores genéticos”, concluye.
El psicólogo habla con propiedad, no solo por sus conocimientos médicos, sino que también porque ha vivido de cerca un caso muy especial. Hace siete años conoció en una residencia de protección del SENAME a un pequeño de tres con síndrome de alcoholismo fetal. Hoy, tras un largo proceso, es su hijo.
“Mi experiencia personal es que con dedicación, amor incondicional, educación y contención, un niño puede llegar a ser mucho más que sus genes. Cuando hablo de mi experiencia personal, no solo me refiero a aquellas vividas y compartidas por mis pacientes en el ejercicio profesional, sino que también me refiero a mi propia experiencia como padre adoptivo, la que expongo en estas líneas, ya que creo que puede ser de ayuda a otros padres que están pensando en seguir el mismo camino.
Junto a mi esposa adoptamos a un niño diagnosticado con síndrome de alcoholismo fetal, diagnóstico que entendíamos y aceptábamos ya que habíamos tenido la oportunidad de conocerlo durante varios años. Cabe señalar que ya tenemos tres hijos más, todos mayores que nuestro hijo adoptivo.
Felipe (nombre resguardado) era un niño que había sido abandonado a los tres años de edad junto a 9 hermanos más, de madre y padre enfermos alcohólicos e indigentes. Varios de esos niños fueron diagnosticados con patologías similares en distintos niveles de gravedad.
Cuando conocimos a Felipe, ya tenía siete años de edad y se veía como un niño muy desvalido, muy delgado y con peso y talla bajo el promedio de su edad. Además, nunca había controlado sus esfínteres y presentaba eventos de descontrol de impulsos y rabietas en las que se escondía debajo de su cama o detrás de muebles, lugares en donde aparentemente se sentía protegido. Vivía en una residencia de protección colaboradora del SENAME y no se acordaba ni de sus padres ni hermanos.
Ese fue el niño que adoptamos.
Hoy, el niño que es nuestro hijo, es muy diferente de aquél. Hoy Felipe tiene 10 años, posee un lenguaje fluido, expresa sus necesidades apropiadamente, manifiesta su cariño y amor abiertamente, así como también es capaz de expresar su enojo en forma adecuada. Va al colegio y está aprendiendo a leer y escribir, controla sus esfínteres, es un niño tierno y compasivo, con un gran potencial emocional y aunque sabemos que probablemente no llegará a ser un abogado o médico o arquitecto, si será un gran ser humano preocupado y proactivo por el prójimo, autosuficiente y feliz.
El camino no ha sido fácil, pero la verdad es que cuando hablamos de crianza, ningún camino lo es. ¿Cuántos padres biológicos existen y tienen grandes dificultades para criar a sus hijos? Debemos encontrar y explorar activamente los verdaderos motivos que nos mueven a querer adoptar a un niño, y la realidad es que siempre criar a un pequeño será una caja de sorpresas, lo que pasa es que hoy en día queremos controlarlo todo, y eso no es ni real ni posible.
El tener un hijo, sea biológico o adoptado, es en sí mismo un gran acto de amor incondicional y así debemos entenderlo. Cuando le ponemos condiciones al amor, hay algo que no está bien con nosotros mismos y debemos resolverlo antes de decidir formar una familia ya sea biológica así como también adoptiva.
En mi labor como psicólogo clínico, realizo procesos cortos de psicoterapia enfocados a resolver todas estas dudas y bloqueos personales que pueden interferir en nuestra decisión de adoptar. Este proceso está especialmente diseñado para parejas que quieran adoptar, se abordan temáticas de índole tanto psicológico así como también de los aspectos técnicos involucrados en el proceso de adopción, un proceso que en nuestro país es todavía muy largo y engorroso y en el que además, se somete a los solicitantes a una serie de pruebas y tests que es conveniente conocer de antemano.
Así que volviendo al tema principal de este artículo, y que involucra la importancia de conocer la historia genética de el o la niña que deseamos adoptar, puedo decir con convicción que aunque la herencia es un aspecto relevante, no es el más importante. Lo más importante es conocernos a nosotros mismos y los verdaderos motivos que no llevan a tomar una decisión de esa envergadura. Claramente hay distintos estilos y maneras de hacer familia y la mayoría va a preferir tener hijos sanos y adecuados, pero la realidad es otra y debemos afrontarla de la mejor manera posible.
Es un hecho también, que existen muchas patologías que tienen un origen genético y esto puede causar un temor entendible en aquellos padres que tengan la intensión de adoptar, sin embargo, como ya lo he mencionado anteriormente, hay que tener una actitud positiva y proactiva frente al tema. Cualquier familia se puede ver enfrentada a una situación que ponga en riesgo la salud mental o física de un hijo. No son sólo los factores genéticos los que pueden poner en riesgo la estabilidad y felicidad de una familia, hay muchos factores de tipo ambiental, como accidentes, enfermedades, conflictos familiares y muchas otras situaciones. Algunas las podremos manejar y controlar, pero muchas de ellas no, y es algo que debemos aceptar como parte de estar vivos y de compartir la vida con otros”, finaliza.
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