15 ideas básicas que debieras leer si estás pensando en adoptar
Pese a que no hay dos adopciones iguales, estos conceptos son fundamentales para entender su fin. 15 ideas básicas que debieras leer si estás pensando en adoptar.
Este artículo plantea 15 ideas claves para comprender la adopción actual y la futura. Son reflexiones de Félix Loizaga, catedrático en Psicología y profesor de la Universidad de Deusto y gran experto en el tema, sobre el que ha escrito decenas de artículos y numerosos libros, y para quien la adopción, «sigue siendo la mejor medida de protección para el menor».
«Pese a que cada historia es diferente, y no hay dos adopciones iguales», remarca. «Y pese a que todos los adoptados tienen que realizar un sobre-esfuerzo emocional que en el caso de las personas de etnias diferentes es aún mayor. Pese a todo», advierte.
Estas son las 15 ideas básicas según Loizaga para entender la realidad de la adopción en la actualidad:
1. La historia humana siempre ha tenido adopciones.
El origen: conflicto humano, pobreza y malas condiciones de salud. La adopción ha existido desde el inicio de la Humanidad. Las condiciones de salud (afianzadas a lo largo del siglo XX), los conflictos sociales (continuas guerras en la Historia Humana), la pobreza (existente todavía hoy en día) y la falta de medios contraceptivos (estos aparecen a mediados del siglo XX) dejaban a muchos niños sin sus madres y/o padres necesitados de cuidados.
Pero el desarrollo de la adopción en los países occidentales, tal y como lo entendemos actualmente, está asociado a las guerras, donde las personas supervivientes a los conflictos bélicos asumen la adopción de niños cercanos a ellos. Una manera de adoptar muy diferente a la actual al menos en su origen. .
2. La adopción de los últimos 25 años tiene por base la infertilidad, la nueva visión de la mujer y el deseo de completar la familia con hijos (a poder ser muy pequeños y sanos)
Si tenemos en cuenta que el número de menores por familia es muy bajo y que cerca del 10% de las parejas tienen dificultades para tener hijos (por métodos naturales o por métodos médicos) tomaremos conciencia que la escasez de menores en algunas sociedades llega incluso a ser un problema demográfico. Además la idea de familia nuclear convencional (padre – madre – hijos) ha calado en muchas parejas que desean tener sus hijos biológicos o sus hijos adoptados para sentirse familia. Pero a su vez la maternidad monoparental lleva a algunas mujeres a buscar en la adopción una manera de crear una nueva familia sin necesidad de contar con un hombre. A pesar de lo que puede parecer, para los sistemas de protección del estado es un problema colocar en familias a menores que tienen: a) más edad b) hermanos/as y c) sobre todo aquellos que tienen necesidades educativas especiales.
Puesto que esto ha sido complicado en los últimos años, y entre otros motivos, muchas familias adoptantes han recurrido a la adopción internacional. Pero no todos los países del mundo desarrollado han visto de la misma manera la adopción internacional. Paradójicamente a lo ocurrido en España (donde la adopción mayoritaria se realiza fuera) otros países no asesoran activamente este tipo de adopción, por ejemplo el Reino Unido (entre otros), pues consideran que los menores de sus sistemas tienen prioridad sobre la adopción internacional. Este tipo de enfoque que da preferencia a la atención de los menores en riesgo del propio país debiera hacernos pensar en profundidad.
3. Adopciones en plural. Cada adopción tiene su historia, no son buenas las generalizaciones.
No hay dos adopciones iguales. Las historias de las personas adoptadas varían por completo. Comprender la adopción es entender a cada persona adoptada y a cada familia adoptante de manera única. Igual que para cualquier familia. Hay personas adoptadas que vinieron con otro hermano. De etnias diferentes o iguales a las familias adoptantes. Personas adoptadas a diferente edad y con distinto nivel de sufrimiento y protección. Algunos habían sido cuidados (mejor o peor) por sus familias biológicas. Otros vivieron en centros de acogida o en orfanatos (algunos muy buenos y otros muy malos). Algunos sufrieron fuertemente, mientras que otros fueron bien cuidados por sus educadores que casi hacían de verdadera madre / padre. Otros tuvieron familias de urgencia que les atendieron con una intensidad tan positiva que nadie hubiera podido hacerlo mejor que ellos en los primeros meses de vida hasta que fueron dados en adopción. Las familias adoptantes son tan diferentes como las sociedades que adoptan. En este sentido coinciden con el resto de las familias: las hay convencionales, monoparentales y homoparentales. Las hay casadas, separadas o divorciadas. Con problemas de fertilidad o con hijos biológicos. Con trabajo o en paro…
4. Las familias adoptantes deben asumir un sobre esfuerzo
El universo mental del niño adoptado es diferente. Los niños adoptados deben recomponer en su psiquismo las conductas de abandono y sufrimiento originadas desde su familia biológica y / o donante, la necesidad (a veces imperiosa) de las familias adoptivas de tener descendencia y sobre todo la fuerte necesidad de integrar dentro de ellos mismos, espacios desconocidos, que afectan a la identidad de su psiquismo.
Fácilmente podemos darnos cuenta que estos niños y niñas, junto con sus diferentes familias (biológicas y / o donantes y adoptivas) deben asumir un sobreesfuerzo emocional. Mientras que las familias biológicas asumen pérdidas, culpabilidades y dolor emocional; las familias adoptantes deben reelaborar junto a sus hijos adoptivos la integración global de un psiquismo originalmente dañado. Todos estos sobreesfuerzos afectan al comportamiento del adoptado, a sus conductas y a la adaptabilidad. El sobreesfuerzo ocupa un lugar en la vida del adoptado que no ocupa en el resto de los niños.
5. La adopción sigue siendo la mejor medida de protección para los menores.
La adopción siempre ha sido la mejor alternativa para el cuidado de menores pues proporciona estabilidad familiar y cuidados que desarrollan íntegramente al menor. Las instituciones deberán continuar trabajando en profundidad con las familias las necesidades preadoptivas y postadoptivas, pues estas familias ejercen en el estado una importante acción social.
Las familias idóneas deberán tener: a) tolerancia importante a la frustración b) un conocimiento básico de lo que será la condición adoptiva c) una buena sintonía para cuidar – educar y d) una capacidad para limitar al menor. En otras palabras: un mínimo de madurez consigo mismo, un apego lo más seguro posible y un nivel de realismo adecuado con la vida. Puesto que se exige la evaluación de la idoneidad para ser familia adoptante los criterios anteriores deberían ser tenidos claramente en cuenta.
6. En un mundo globalizado, los países donantes de menores y los países receptores deberán asumir un coste emocional. Desprenderse de un hijo no es fácil para nadie.
Cuando esto ha ocurrido se debe a la dificultad para cuidar con madurez al menor por parte de las familias biológicas extensas. Catástrofes, guerras, violencia social, pobreza y falta de educación / cultura se encuentran a la base de las familias biológicas que optan por dar en adopción a un hijo. Pero también violencia intrafamiliar, machismo, drogadicción, opresión y enfermedad mental. Una cruda realidad para todos: sociedad, países, sistemas de protección, familias biológicas, familias adoptantes y en especial para los propios adoptados. La realidad nos dice que los países donantes de adopción son países con rentas muy bajas, económicamente pobres, culturalmente poco formados y sin políticas de género, y los países receptores de adopción son países avanzados, con mayores tasas de infertilidad asociadas al progreso.
7. Menores adoptados nacionales y menores adoptados internacionales.
¿Difieren mucho en sus necesidades educativas? Las investigaciones ya han demostrado que no es tanto la edad de la adopción, sino el sufrimiento físico y la traumatización emocional la que condiciona la salud posterior de las personas adoptadas y su repercusión en la educación de la familia adoptante (Urrutia, Loizaga, Ballús 2014). El sufrimiento físico y la traumatización emocional ocurre en cualquier país desarrollado o en vías de desarrollo. La negligencia, la humillación, el abandono y la traumatización existen en todos los lugares. Pensar que adoptar fuera del estado evitará estas cuestiones es un pensamiento ingenuo.
La teoría del apego y la propia neurociencia ha demostrado que las necesidades educativas especiales que necesitará un menor son proporcionales a las carencias físicas – salud y sobre todo al daño emocional y el trauma que ha vivido. Y esto al margen de ser personas adoptadas o no adoptadas (Barudy y Dantagnan 2010).
8. Adopciones abiertas: solo cuando las familias biológicas tienen un mínimo de madurez.
La adopción abierta es entendida como una forma específica de adoptar. Las familias adoptantes, referentes principales de la educación del menor, asumen que pueden / deben relacionar a su hijo con su familia biológica. Estos encuentros suelen estar mediados por personas expertas en temas de familia. En estos espacios de encuentro afloran emociones que unas y otras familias (biológicas, adoptantes y adoptados) deben elaborar.
No todas las familias biológicas tienen madurez para estos encuentros. En estos casos es más correcto que el encuentro entre familias no se produzca pues las repercusiones negativas son claramente superiores a las positivas. Incluso es posible que el menor adoptado no desee los encuentros al no verse con la capacidad suficiente para afrontarlos. Es responsabilidad de los servicios de protección evaluar los riesgos de la adopción abierta.
9. Entender la adopción obliga a pensar en varias familias al tiempo.
Usted pensará que se trata de dos familias: una familia adoptante y una familia biológica. Y hasta cierto punto es verdad. Pero posiblemente pueda haber más familias, especialmente cuanto más avanzan los años de convivencia de la pareja y el adoptado va siendo más adulto. Se aproximan momentos emocionantes para las personas que se dedican al estudio de las familias. Y procesos complicados para quienes deseen entender el concepto de familia como familias convencionales.
10. Las nuevas tecnologías afectarán a los procesos adoptivos, especialmente a la búsqueda de orígenes.
En un mundo globalizado, con Internet y Redes Sociales, es impensable que una actividad humana no se encuentre influida por ellas. Algunos países colocan en Internet a los menores propuestos para acogimiento o adopción (por ejemplo en países de la órbita anglo – sajona – estadounidense) indicando edades, características personales de los menores, características…con notable éxito para los sistemas de protección.
Muchas personas adoptadas, especialmente jóvenes y adultos, conectan con foros para compartir información, sentimientos y propuestas sobre sus intereses de adopción. Hay foros específicos para la búsqueda de sus familias biológicas (especialmente para la búsqueda de hermanos y madres biológicas). Pero los menores, especialmente a partir de los 10 años (e incluso antes) en nuestros país, comienzan a entrar en Internet y posteriormente en Redes Sociales. En ocasiones oímos que los propios adolescentes se han adelantado a sus familias en la búsqueda de orígenes. Y las familias adoptantes asumen más tarde los sucesos.
Puesto que Internet y las Redes Sociales están tan presentes en los países desarrollados (que son quienes adoptan internacionalmente) deberíamos asumir en familia las comunicaciones abiertas, sinceras, y ajustadas a la edad del menor. Ocultar en este contexto global tiene poco valor e incluso complicará a las familias adoptantes. El concepto de ocultar para proteger puede ser contraproducente en una sociedad como la nuestra donde las personas adoptadas conocen su condición desde el principio de su vida en la familia adoptante.
Por otra parte algunas familias biológicas (mejoradas en su salud, madurez o riesgo) han tomado con interés la búsqueda de sus hijos biológicos. También se están agrupando para esta búsqueda. Será imposible el control de estas situaciones desde las familias adoptivas que deberán asumir la gran probabilidad de que ocurran sucesos de búsqueda de orígenes no gestionados desde ellas mismas.
11. Espacios intermedios para los momentos difíciles y complicados de algunos menores traumatizados.
En la adolescencia (a veces ya en la preadolescencia o juventud) los conflictos y la presión en las familias se hace difícil de soportar, incluso habiendo buscado orientación o terapia profesional. Puede ser bueno que otros familiares abran sus puertas acogiendo durante temporadas a los menores, permitiendo idas y venidas que ayudan a situar las emociones traumatizadas y las conversaciones de dolor… ayudando a reelaborar las relaciones pasadas y presentes en las mentes de los adoptados y de sus familias.
Los sistemas de protección para casos excepcionalmente complicados pueden apoyarse en educadores sociales que actúan directamente en los propios hogares y en técnicas de terapia familiar más creativas y menos convencionales.
12. El tercer espacio. Los adoptados interétnicos realizarán un sobre – esfuerzo sobre el sobre – esfuerzo.
Muchas adopciones son interétnicas y los cuerpos de las personas adoptadas no se corresponden con el modelo físico dominante de la sociedad en que están inmersos. Sin embargo las personas adoptadas son hijos directos y de pleno derecho de los países en que han sido adoptados. Puesto que el género y el cuerpo configuran el primer esquema de las relaciones entre las personas humanas, los adoptados provenientes de otros continentes que no concuerdan con el modelo físico dominante deberán asumir a lo largo de su vida esta peculiaridad en su identidad adoptiva.
13. Padres y madres con números. Todos aportan algo.
El dicho de «madre no hay más que una»puede ser un perjuicio si creemos que la verdadera madre es aquella que nos ha llevado en su vientre. Lejos de la realidad la M1 (madre 1) es la mujer que nos nutre, nos cuida, nos estimula, nos protege y nos quiere. Y en las personas adoptadas esta M1 no coincide con la M2 (madre biológica), aunque la M2 aportó un espacio en su vientre durante meses para que pudiera el menor venir al mundo sin renunciar a la eliminación de la vida y, además, aportó las características físicas.
14. Un hijo es mucho más que un buen estudiante
Muchas familias adoptantes tienen estudios superiores y han dedicado parte de su vida a los estudios (Loizaga -Dir.- 2009). El estudio ha centrado su vida y muchos de los logros profesionales y académicos han sido consecuencia de ello. Sabemos que se complica la vida familiar cuando las calificaciones escolares son deficientes. Las investigaciones muestran una gran relación entre el rendimiento escolar y las relaciones familiares (Loizaga 2010).
Para cualquier menor el rendimiento escolar es parte de su autoestima y de sus logros, que además son cuantificables con un valor numérico por escuelas. Y los estudios sobre adopción ponen de manifiesto que la población adoptada tiene mayor fracaso escolar (medido en repeticiones de cursos) y mayor disfunción externalizante (especialmente déficit de atención y/o hiperactividad). Pero que las familias adoptantes ayuden a mejorar el rendimiento escolar no puede ser incompatible con dejar de potenciar facetas marcadas de la madurez del menor. Algunos destacan por cualidades que claramente superan todo el valor cognitivo del estudio: buen humor, sociabilidad, capacidad de ayuda, solidaridad, capacidad de trabajo… El menor necesita ser reconocido en estos otros valores. La exigencia por el estudio no debe nublar el apoyo personal sincero en estas otras facetas.
15. La primeros años de la infancia no determinan la vida
La psicología y la neurociencia han demostrado que los primeros años de vida son muy importantes para la salud física, psíquica y social de las personas (Barudy 2010). Los buenos tratos son indispensables para el apego y los vínculos futuros. Pero también las ciencias sociales y de la salud han confirmado que los menores tienen la suficiente plasticidad como para avanzar progresivamente cuando el trato recibido de otros adultos es coherente, previsible y seguro (Palacios 2012).
«Adolescencia, juventud y familias adoptivas»
Los datos que aportan la investigación que estamos realizando sobre «Adolescencia, juventud y familias adoptivas» en la Universidad de Deusto no dejan lugar a dudas: la adopción como mejor opción para un niño, siempre. Es cierto que en este tipo de familias pueden surgir más dificultades, especialmente en la adolescencia. Uno de ellos es un rendimiento escolar más bajo (según nuestro estudio, casi uno de cada dos participantes, el 40%, ha repetido al menos un curso a lo largo de su escolaridad). O el hecho de sentirse diferentes respecto al parecido físico con su familia adoptante (le preocupa casi al 30%). En cualquier caso, lo que hay que reconocer es que estos chicos y sus familias tienen que asumir un sobre esfuerzo emocional añadido, que se incrementa notablemente en esta etapa de la vida. Es cuando aparecen más interrogantes sobre los padres y hermanos biológicos (un 30% reconoce a esta edad pensar en ellos, y aproximadamente un 40% querría conocer a su familia de origen), un proceso que internet y las redes sociales están cambiado mucho y que habría que cuidar más.
Al mismo tiempo, pese a que en la adolescencia surjan momentos delicados como estos, se constata un hecho altamente significativo: Un 40% de los chicos encuestados declaran deber muchísimo a su familia adoptiva, una «deuda emocional» que casi nunca «podrían llegar a pagar». La lectura bien podría ser esta: «Aunque hayan existido crisis, has dado mucho por mí y te quiero más de lo que tú te crees». Revelador.
Y si un alto porcentaje de estos menores muestra mucho interés en conocer su pasado biológico, casi un 40% quieren saber y entender los verdaderos motivos por los que fueron adoptados por sus nuevas familias: ¿qué ocurrió alrededor del proceso, por qué estas personas quisieron ser sus padres y por qué de verdad adoptaron? Desde luego, no fue por generosidad, como muchas veces se dice. Y podrá ser por distintas razones —tantas como familias y menores adoptantes—, pero hay algo que sí es común en ellos: una alta motivación e interés por educar a niños que necesitan una familia, digna de elogio. Tampoco son superhéroes. Son personas de una madurez emocional normal, que asumen que no son perfectas, pero que demuestran unos vínculos y unos niveles de apego mayoritariamente positivos y seguros. Por todo esto, adopción, siempre.
S. F.
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