¿Quién será mi madre biológica?

Network of People - Communication LinksEn diez años 345 personas han solicitado datos, la mayoría personas adoptadas en busca de sus propios orígenes. La Diputación regula por decreto el acceso a la información de los expedientes de adopción

Son las piezas que faltan para completar el puzzle, las respuestas a preguntas que suelen marcar la trayectoria vital de muchas personas adoptadas. ¿Quién será mi madre biológica? ¿Por qué me dio en adopción? ¿Tendré hermanos? ¿ Cómo sería yo si me hubiera criado donde nací? ¿De quién son mis ojos? Desde hace una década, la Diputación viene afinando el procedimiento que da respuesta al «delicado y complejo» derecho de conocer los orígenes biológicos, por el que las personas adoptadas pueden desde saber, si es que constan, los datos de filiación de sus padres o la historia médica de la familia de origen hasta encontrarse con las madres que les dieron a luz. Conscientes de la «trascendencia y sensibilidad» que requiere este proceso, la Diputación realiza con la mayor discreción ese trabajo de mediación, que en 2005 fue recogido en un protocolo que ahora el Departamento de Política Social ha puesto negro sobre blanco en un decreto que se aprobará en breve.

«Había dos leyes, una vasca de 2005 y otra estatal de 2007 que consagran ese derecho, y entendíamos que a ese desarrollo normativo teníamos que darle rango de decreto», explica Euken Barreña, director foral de Protección a la Infancia e Inserción Social. Previamente, no se reconocía el derecho a indagar en los orígenes biológicos. En ese conflicto entre el derecho a saber de la persona adoptada frente al de preservar la intimidad de la madre biológica «adoptábamos la posición de mantener ese anonimato, de proteger a esas mujeres que en su día tuvieron que renunciar a esos bebés porque eran madres solteras, el perfil mayoritario. Era algo muy mal visto y castigado socialmente en aquella época. Suelo decir que son madres generosas porque hicieron lo más difícil, renunciar a sus hijos», señala Itxaso Martín, trabajadora social de la Diputación y mediadora en estos casos de búsqueda de orígenes. Hoy en día, muchas de esas madres han rehecho su vida «y hay que tener en cuenta que su entorno quizás no sabe que en su día entregó un niño en adopción».

En 2004, varias personas adoptadas recurrieron a la vía judicial y el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco empezó a dictar sentencias sobre el derecho a acceder a determinada información. A partir de la jurisprudencia, y analizando todas las aristas éticas de una cuestión tan delicada, los técnicos forales empezaron a dar forma a un procedimiento, ahora a punto de convertirse en decreto, que refleja esa tendencia hacia la apertura en la adopción, de tal forma que del secreto casi total se ha pasado al acceso de ciertos datos. «Por ejemplo, desde 1999 la ley no permite que los niños sean inscritos en el Registro Civil como hijos de padres desconocidos», señala Barreña.

El nuevo decreto se circunscribe a las adopciones nacionales y a los expedientes que están en poder de la Diputación. Puede suceder, por ejemplo, que la adopción de una persona que reside en Gipuzkoa fuera tramitada en su día en otra comunidad, a la que debe dirigirse. «Básicamente, da respuesta a los bebés que pasaron por la casa cuna Fraisoro», señala Barreña, quien destaca la importancia para algunas personas adoptadas de contar con información sobre los orígenes «para construir una identidad integrada».

Cuando formalmente se solicita el acceso a los datos, los servicios forales tratan primero de localizar el expediente y ponen en marcha «la preparación» antes de emprender la búsqueda. «Obtener información es importante, pero estar preparado es determinante. Una buena preparación, aunque se encuentren pocos datos o complicados, produce mucho mejores resultados que lo contrario», asegura Itxaso Martín. De ahí la importancia que se concede a la entrevista con la persona adoptada, en la que se concreta su demanda de información, se conoce su motivación – «nadie busca cambiar de familia» -, se le exponen los riesgos asociados al proceso de búsqueda o la necesidad de respetar los derechos legítimos de terceras personas… «Nosotros les podemos ayudar en la búsqueda, pero no le podemos garantizar que les vaya a gustar lo que encuentren», señala la trabajadora social. «Es lo más importante, trabajar las expectativas. Es vital ponerles en antecedentes para que sepan lo que se pueden encontrar y evitar, por ejemplo, idealizaciones del proceso», añade Barreña.

En este punto, comentan el caso excepcional de una chica que descubrió que fue consecuencia de una violación. Cuando Martín le llamó para saber cómo había encajado la información, le respondió: «No me vas a creer, pero me he quedado bien. Evidentemente, no hubiese elegido esa historia, ¿pero tú sabes la energía que he invertido en pensar de dónde venía? Entiendo que es una razón por la que yo daría a un niño en adopción».

Tras la solicitud inicial, puede suceder que no consten datos de orígenes en el expediente, bien porque el bebé fue entregado en una casa torno o no conste la identidad de la madre biológica. «Si tenemos el expediente, le mostramos lo que se pueda, porque no tienen derecho, por ejemplo, a ver el informe de valoración psicológica de los padres adoptivos», explica la trabajadora social. «Con lo que tenemos les transmitimos datos como que su madre tenía 19 años cuando les dio en adopción, que era de fuera del País Vasco… A veces solo hay un papelito».

En la primera entrevista personal no se facilita la filiación de la madre biológica. Previamente se intenta localizar a la progenitora, siempre a través de organismos oficiales. «¿Quieres que siga adelante?», se les pregunta a las personas adoptadas en un proceso que se demora durante meses «y que supone un subir y bajar. Nunca vamos más rápido de lo que quiera la persona adoptada y si frenan, frenamos», señalan desde la Diputación.

Para cuando la mediadora va a establecer contacto con la madre biológica, si la localiza, ya ha solicitado a la persona adoptada que especifique por escrito lo que desea: si quiere conocerle en persona, saber si tiene hermanos… Se trata de ajustar expectativas. Martín les suele poner ejemplos reales, como el de una joven que encontró a su madre, a quien abrió las puertas de su vida. «Un día se presentó en la Diputación con el problema: su madre biológica quería sentarse en la mesa presidencial en su boda, cuando ella quería que estuviera su madre adoptiva, porque la biológica era como una tía lejana…». Por ello, la trabajadora social les insiste en que vayan «despacio» y no se precipiten.

Porque tampoco hay ninguna atadura ni vínculo jurídico. «Legalmente, el adoptado es hijo de la familia adoptiva. Si encuentra que su madre biológica es millonaria, no tiene derecho a la herencia, y si su madre vive debajo de un puente, tampoco tiene la obligación de mantenerla», matiza Martín. Así que eliminadas las ataduras legales, el vínculo es emocional.

Una vez localizada, y tras el sobresalto inicial, la madre biológica puede optar por cerrarse en banda, porque su marido o sus hijos desconoce que en su día dio un niño en adopción, preguntar si aquel bebé está bien, si se ha casado o si mantiene el nombre que le puso ella, o mostrar mucho interés en presentar a su familia y a su entorno a ese hijo quien, a su vez, puede responder: «Quita quita, si nadie sabe que estoy haciendo la búsqueda, ni mis padres adoptivos».

La trabajadora social se ocupa de esa labor de mediación y ensamblaje en la que recaba la información que una y otra parte desean conocer y dar. De encajar deseos. En caso de que la madre biológica, por ejemplo, no quiera encontrarse físicamente con su hijo, a éste se le comunicarán los datos a los que puede acceder por ley: nombre y apellidos y, si en el expediente aparece, lugar de nacimiento. No se facilita el domicilio actual y se le solicita que maneje «con discreción» esa información. No todas las personas que buscan sus orígenes desean un encuentro. Pero algunas sí.

Estos encuentros se organizan generalmente en dependencias forales, «en un contexto controlado». La trabajadora social suele estar presente en ese primer contacto marcado «por los nervios y la emoción. Suelen ser muy muy emocionantes, por las dos partes». La experiencia acumulada en estos últimos años habla de una satisfacción «en general alta». La mayoría de las personas continúan manteniendo algún tipo de contacto con la persona que han conocido, ya por su cuenta. Aunque también hay encuentros con situaciones complicadas, por la aparición de conflictos en la relación, las distintas expectativas por ambas partes… «Lo que nos ratifica en la importancia de ser cautos y preparar bien el proceso». Para ello, la Diputación ofrece un servicio gratuito de asesoramiento psicológico que suele resultar «muy beneficioso» en una etapa de búsqueda «que suele remover cosas». Un proceso en el que «lo importante no es tanto lo que encuentres al otro lado de la puerta, como el conocer el porqué de la búsqueda», asegura Martín. «Al final, lo que quieren es poder decir ‘esta es mi historia’».

Las cifras

365 solicitudes

se han presentado desde el 2005. La media es de 34,5 peticiones al año, pero ha habido años de 21 solicitudes, como en 2013, y años en los que se contabilizaron 72, como en 2011, incremento que se atribuye a las movilizaciones por los bebés robados. 14 solicitudes estaban en concreto relacionadas con ese tema.

El motivo de las solicitudes

Conocer mejor sus propios orígenes. Aproximadamente la mitad han sido presentadas por personas adoptadas que desean conocer mejor sus propios orígenes (150 solicitudes, el 43,48%)

Descendientes.

83 han sido solicitudes presentadas por descendientes o familiares de personas adoptadas (24,06%).

Obtener documentación.

46 solicitudes tramitadas por la Diputación tenían como finalidad obtener algún tipo de documentación relacionada con la adopción (13,33%).

Madres biológicas.

23 solicitudes fueron presentadas por madres biológicas que entregaron bebés en adopción hace tiempo o familiares biológicos que deseaban buscar o tomar contacto con personas adoptadas (6,67%).

Género

En cuanto al género, de las 150 personas adoptadas que han buscado sus orígenes, 91 eran mujeres (60,67%) y 59 eran hombres (39,33%).

Edades

Las edades de las personas que inician la búsqueda son muy variadas. Desde personas menores de edad, que son casos más puntuales, hasta ciudadanos de más de 80 años. No obstante, la mayoría de los que solicitan datos son personas cuyas edades oscilan entre los 30 y 50 años.

Más información

Las personas interesadas en ponerse en contacto con el Departamento foral de Política Social deben llamar al 943 112566 o escribir al correo: [email protected]

Ane Urdangarin

www.diariovasco.com

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