Familias reconstituidas: todo un máster en el manejo de las emociones
Las consultas de psicólogos las conocen muy bien porque van en aumento. Las dificultades que enfrentan son complejas y se necesita todo un máster en el manejo de las emociones para librar la batalla con éxito. Hablamos de las familias reconstituidas, aquellas en la que uno de los miembros de la pareja o los dos aportan hijos de una relación anterior
La relación con nuestros/tus/mis hijos es uno de los grandes desafíos de la convivencia de las familias reconstituidas, ha explicado a EFEsalud la psicóloga Ángeles Sanz Yaque,y representan según la antropóloga Ana María Rivas, uno de los mejores exponentes de las transformaciones que se están produciendo en los modos de configurar familias en las sociedades occidentales.
Pero veamos primero el análisis desde el punto de vista psicológico que nos relata Sanz Yaque sobre estas familias que enfrentan importantes cambios en poco tiempo (nuevo hogar, zona residencia, diferencia de estatus económico…) y que según el Instituto Nacional de Estadística en 2001 eran 235.385, y diez años después, en 2011, ascendían a 496.135, más del doble.
Para esta especialista en problemas de relación de pareja, una de las mayores dificultades a las que se enfrentan las familias reconstituidas es la crianza de los hijos, crianza en la que influye de forma determinante la edad, siendo el momento más crítico la adolescencia.
Las investigaciones recientes sugieren que los niños de entre 10 y 14 años son lo que pueden experimentar mayores dificultades a la hora de adaptarse a una familia reconstituida, con actitudes de rechazo y/o enfrentamiento hacia el nuevo progenitor, porque se trata de una edad en la que están formando sus propias identidades.
Los niños más pequeños (de menos de 10 años) suelen aceptar más a un nuevo adulto en la familia, sobre todo si su influencia es positiva, pero esta actitud, advierte Sanz, puede cambiar a medida que van creciendo, y pueden aparecer situaciones de celos entre los hermanastros.
Quien regaña a quien
Para Sanz el papel educador del progenitor con los hijos de ella o él es fundamental. ”Porque yo regaño a mi hijo pero tu al mío no. Y se les quiere profundamente a los hijos del otro, pero el vinculo de apego lo tienes con los tuyos”.
Luego ya estamos hablando de una habilidad que él o ella , divorciados con hijos, tienen que tener para el control emocional, para que el hijo del contrario no te saque de quicio y tampoco te saque de quicio la relación de tu pareja con su vástago.
“Los hijos vienen como un pegote, como una carga afectiva que hay que saber manejar porque forma parte de tu vida pero no es tuya.
Hay que tener un buen control de la tolerancia y la frustración para evitar que todas estas circunstancias dañen la relación”, indica Sanz.
La carga del pasado
Cada vez hay más casos de divorcios de segundas relaciones, porque se sale con un planteamiento muy ingenuo que parte de la premisa de he fracasado una vez y no voy a equivocarme otra. Todas las expectativas se disparan ante la nueva relación.
La carga del pasado, si se ha dado una ruptura dolorosa, planea también sobre la nueva relación y al mismo tiempo en el que te ajustas a la nueva familia hay que aprender además a manejarse con ésta pérdida y el proceso emocional que conlleva.
Además la normas de funcionamiento, historia y rituales de cada miembro de la pareja son diferentes y hay que aprender a ajustarlos.
Para Sanz la intromisión de los cónyuges anteriores puede ser otra dificultad añadida y todos los psicólogos aconsejan ademas que los padres/madres no hablen en contra de sus ex delante de los niños, sus postura debe ser lo más conciliadora posible fomentando la comunicación y el contacto entre ellos.
Pautas a seguir
Los desafíos , apunta Sanz, son muchos y hay que tener en cuenta algunas cuestiones claves como puede ser el tema financiero y el de la vivienda:
Si se puede, siempre es mejor mudarse a una nueva casa o hacer reforma en la vivienda de uno de los dos cónyuges para adaptarla a las nuevas necesidades.
En cuanto al dinero, hay que resolver si habrá aportaciones comunes, o una sola “hucha en común”. Las diferencias de trato económico en relación a los hijos de cada uno (colegio, ropa….) pueden ser fuente de numerosas tensiones .
Otras dos claves son el tiempo y la comunicación.>
Las segundas parejas cuando se conocen quieren correr mucho, es una vivencia muy fuerte y muy positiva y muchas veces se precipitan en la hora de decidir que quieren vivir juntos y formar una nueva familia.
Por lo tanto se aconseja, para conocerse como padres, pactar normas, poco a poco, y saber ubicar al otro en la relación con los hijos.
Hay que facilitar el paso a esta nueva etapa de familia, ir creando el sentido de pertenencia, buscar y aprovechar los puntos de unión, a través de actividades comunes.
En cuanto a la comunicación, esta psicóloga sostiene que normalmente no se les explican las cosas a los hijos, no se les dice esta es mi nueva pareja y queremos vivir todos juntos. Se tiende a practicar la política de hechos consumados. Con tiempo y diálogo los hijos lo llevan mejor.
Pactar las normas de educación y no usurpar nunca el papel del otro, son pautas a seguir para no naufragar .
Los padrastros o madrastras deben establecer primero una relación con los niños que se parezca más a la de un amigo o consejero de campamento, en lugar de parecer alguien que impone la disciplina. Las parejas también pueden acordar que el padre que tiene la custodia es el principal responsable del control y disciplina de los niños hasta que el padrastro o madrastra y los niños establezcan un vínculo sólido.
Estrategias
Para la profesora de Antropología del Parentesco de la Universidad Complutense de Madrid, Ana María Rivas, las familias reconstituidas representan uno de los mejores exponentes de las transformaciones que se están produciendo en los modos de configurar familias en las sociedades occidentales, en general, y en la española en particular, “ya que cuestionan los presupuestos ideológicos del modelo familiar hegemónico”.
Rivas refiere los trabajos de Jociles y Villaamil (2008), en los que se identifican tres tipos de estrategias que suelen llevar a cabo las familias reconstituídas en función de las circunstancias:
Estrategias de sustitución: se desarrollan cuando la separación/divorcio ha sido altamente conflictiva debido a causas como el adulterio, el maltrato o el abandono del hogar, continuando la conflictividad tras la separación/divorcio, a lo que se añade la actuación de los padres/madres custodios en contra de sus parejas.
Suelen ir asociadas a una corta edad de los hijastros, no habiendo llegado todavía a la adolescencia, y al hecho de que el padrastro/madrastra no aporta hijos de relaciones anteriores.
Estrategias de duplicación: son aquellas en las que tanto el padrastro/madrastra como el padre/madre biológicos desempeñan las funciones parentales, independientemente de que sean convivientes o no.
Se trata también de casos con divorcios contenciosos y conflictivos, con ruptura de las relaciones entre los excónyuges y ausencia de relaciones entre éstos y las nuevas parejas.
Estrategias de evitación: corresponden a aquellas en las que el padre y la madre biológicos desempeñan las funciones parentales, evitando que lo hagan la madrasta/padrastro.
Mayoritariamente, son familias en las que la separación/divorcio ha sido de mutuo acuerdo y el proceso de recomposición se ha iniciado cuando los hijos eran ya adolescentes o preadolescentes.
A juicio de la antropóloga, otra de las cuestiones de interés en el análisis de las familias reconstituidas son las representaciones y concepciones de las fratrías recompuestas, formadas por hijos no comunes de uno o de ambos cónyuges nacidos de una relación anterior más los hijos comunes que puedan nacer de la nueva unión.
En este caso nos encontramos con lo que los especialistas (Cherlin y Furstenberg, 1995; Théry, 1996; Poittevin, 2006) denominan siblings (hermanos de padre y madre), helfbrothers (medio hermanos de padre o de madre) y stepbrothers (cuasi-hermanos, hijos no comunes de los dos miembros de la pareja).
Según se trate de un tipo u otro de fratría recompuesta, los cambios que introduce en la posición y status del niño/a son:
Cambios en el orden generacional, pues puede pasar de ser el mayor dentro de su propia fratría de hermanos a ser el segundo o el menor en su nueva fratría recompuesta.
Cambios en la distribución de los sexos: de tener solo hermanos en la propia fratría puede encontrarse con hermanas en su nueva fratría o viceversa.
Cambios en el tamaño de la fratría: de ser hijo/a único/a puede pasar a tener varios hermanos/as (medio y/o quasi).
Pilar González Moreno
www.efesalud.com