Orígenes
Siempre quise escribir algo sobre la identidad, como la vivo, como la siento. Vivo navegando entre dos identidades, así lo decidí. Quizás con el paso del tiempo se van añadiendo unas cuantas más, tanto ajetreo entre viaje y viaje provoca que tu identidad se expanda, tome otras dimensiones.
A lo largo de estos dos años me he ido asentando en varios lugares. Buscar lugar, trabajo, hacer nuevas relaciones, seguir con mis estudios. A lo largo de estos dos años me han preguntado en un sinfín de situaciones, de dónde soy, dónde nací, a qué pertenezco. “Buff…”- pienso- “ vaya complejidad”. Preguntas a las que nunca supe dar respuesta.
Dos identidades convergen y se unen, dos lugares a los cuales podría llamar hogar. Nunca fue así. A veces, aparece el conflicto. En algún momento de nuestras vidas a aquellxs que han convivido en dos culturas diferentes y han crecido entre ellas, se habrán sentido en algún momento, así. Una cuerda que se tensa, donde lado a lado están tus identidades y tiran, para ver que bando gana. Y sí, tu en medio te tensas, unas veces sientes que gana un lado y otras, el otro. No entiendes que sucede, no entiendes a quién perteneces. Confusión.
Odiaba la situación en la que te ponían cuando te preguntaban: “¿Cómo te sientes más española o marroquí?”. Esperando a que les dijeras la primera opción.
¿Y si perteneces a las dos? Y si la variedad hacen el yo? Así me sentí durante mucho tiempo. ¿La adolescencia? Fue el momento más confuso. Dos culturas opuestas que chocan en cierta manera, con valores similares pero diferentes. Por unos años renegué de aquello que me vio nacer, de lo que mis padres intentaron explicarme, de dónde soy, de dónde vengo. Los medios, no ayudan. Conforman las identidades culturales y cuánto más te acerques al concepto de occidentalidad más desapercibido pasas, menos preguntas te harán, más “ellos” serás, por lo tanto te habrás “integrado”, te habrás “adaptado”.
Con los años, y aun soy muy joven, comprendí la aceptación de origen para reafrmarme en lo que soy. Un ser humano con valores. Juego con ventaja. Pienso. Tengo la capacidad de sentirme orgullosa de origen, de aceptarme. De utilizar origen como forma de expresarme, como forma de entender, quedarme con fin para darle el último toque a quién soy. Aprendí a no esconderme bajo un manto de occidentalidad, jugar dos papeles, dos roles, navegar entre dos culturas. Utilizar origen para mostrarme tal y como soy. En este juego de divagar entre dos líneas entra el toque de exoticidad.
En general las personas con las que me topo me definen bajo esos términos, “ser exótico”. El pelo, la cara, muestran una parte de mí, unas raíces, pero mi forma de ser y comportarme muestran mi segunda identidad. Aun intento comprender a qué hacen referencia cuando me califican y me etiquetan bajo ese concepto. Supongo que trata de esos momentos en los cuales divago bajo esas identidades diferentes, que al parecer lo normal, se trata de escoger una y conformarte bajo una de esas dos identidades.
Pero el secreto que os contaré es que todos somos un entramado de orígenes e identidades, que a lo largo de nuestra historia se ha ido conformando y creando una identidad que en origen, era múltiple.
Kaoutar Atajjiou
Graduada en Antropología Social y cultural
Técnico en Cooperación Internacional para el Desarrollo y Acción Humanitaria por la UOC.
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