Violencia de hijos a padres: “No sabemos cómo atajarla”
Los progenitores, impotentes ante un fenómeno al alza. Los casi 5.000 expedientes incoados en el 2015 en España son sólo la punta del iceberg
–Voy a una fiesta. ¿Me compras un vestido?
–No puedo, hija, no tengo dinero.
–¡Qué asco de madre! Y ahora lloras. Mierda que eres. Me gustaría no haber nacido aquí, con una loca y un borracho.
Esta podría ser una conversación prototipo de una menor que hace tiempo ha traspasado los límites del respeto a sus progenitores y está maltratando a su madre de forma verbal. La situación de convivencia se hace insostenible en el hogar hasta el punto de que los padres, que lo han llevado en silencio, con un sentimiento de vergüenza, no saben qué hacer, adónde acudir, a quién reclamar una ayuda que necesitan. Cuando la encuentran, dicen: “No es que no sepamos qué hacer, sino que no sabemos cómo hacerlo”.
La violencia filioparental, que se trató en el IX Fòrum Interxarxes de la Diputación de Barcelona, organizado por Fina Borrás, es un fenómeno poco visible y poco cuantificado. Los datos policiales (casi 5.000 expedientes incoados en el 2015 en España, unos 267 imputados en el 2014 en Catalunya) son la punta de un iceberg que esconde una base de población mucho mayor. Las familias no denuncian y los expertos consideran que, efectivamente, los juzgados deben ser la excepción, el último cartucho.
“No sabemos realmente cuál es la magnitud y la evolución de este fenómeno”, indicó Joan Mayoral, subdirector de Atenció a la Infància i l’Adolescència de la Generalitat durante el foro. “Pero sí que es importante, parece creciente, y tiene graves repercusiones en la familia”, concluye el subdirector, que anuncia que el Govern invertirá en un cambio en el modelo de tratamiento y prevención en Catalunya. “Hace falta una red de servicios públicos: las familias con un nivel económico elevado buscan alternativas privadas antes de denunciar”.
La chica que maltrata a su madre porque esta no le compra un vestido tiene 12 años. Los chantajes emocionales y la manipulación empezaron hace tiempo y crecieron progresivamente. En el encuentro de ayer se compartió la experiencia de padres con niños de tres años que dicen: “Mi hijo me manipula”, “no puedo con él”, “en casa manda la niña”. La adolescente del ejemplo acude al servicio de psicología desde los nueve años: vínculos familiares frágiles, poca comunicación, dificultad para aceptar los límites y un trastorno negativista.
Las causas de la violencia familiar parecen ser muy diversas: van desde estilos educativos permisivos hasta patologías mentales, pasando por conflictos familiares. “No podemos hablar de un trastorno específico de la violencia filioparental, sino de un síntoma que es como una denuncia, un grito de auxilio sobre un dolor que nadie ve ni atiende”, sostuvo José Ramón Ubieto, psicólogo del SSB Horta-Guinardó. “Pero es una falsa salida –continuó– porque al utilizar la violencia, añade más violencia”. En el caso del ejemplo, la madre presenta un trastorno bipolar. Unas veces se siente eufórica y otras deprimida. El padre es alcohólico. “La inestabilidad lo invade todo y le impide construir su futuro”, indicó la psicóloga Marta Dot, que logró insertar a su paciente y su familia en una de las redes modélicas de Interxarxes, donde trabajan coordinadamente los profesionales de servicios públicos de salud, educación y bienestar social.
El psicólogo Javier Urra, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filioparental, puso el foco en la permisividad social. “Se quiere educar sin utilizar la palabra ‘no’, sin aceptar la frustración”, señaló y “los niños se convierten en dictadores”. A su juicio, la patada a la madre (casi siempre el progenitor agredido es la madre) a los seis años equivale en gravedad a un puñetazo a los 17. “Autoridad también es amor”.
Carina Farreras
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