Los traumas en los adoptados
Para que se produzca una adopción es necesario que antes se produzca un abandono, una separación dolorosa, ignorar este hecho que marcará la vida del adoptado no es solo una negligencia por parte de los adoptantes, es en muchos casos un intento cruel de borrar los orígenes de esa persona e intentar suplantarlos para cubrir sus propias carencias.
No reconocer este abandono y el daño que produce en la persona que lo ha sufrido es una putada, más si debe comportarte “como si fuera su hijo biológico“, entonces entramos ya en una posible concatenación de traumas que convertirá al niño que debía ser protegido en un adulto con múltiples trastornos afectivos y sociales. Es habitual escuchar a muchos adoptantes decir que esto no va con ellos, que “su hijo” llegó con apenas unos días, que lo han amado y tratado como si fuera su hijo y que con el amor que le van a dar, basta, pero en muchos casos el amor mal entendido se convierte en egoísmo.
Por eso necesario en el caso de los padres una formación continua y supervisada que garantice y reconozca el sufrimiento del adoptado proporcionándole los recursos necesarios para entender su situación y poder afrontarla de la mejor manera posible.
Si no se afronta la situación con sinceridad y buscando siempre el beneficio del menor es realmente difícil que este consiga un apego seguro con sus cuidadores lo que a larga provocará problemas de convivencia habitualmente coincidiendo con la adolescencia, aunque pueden manifestarse bastante antes. Llegado a este punto lo habitual es que los padres adoptivos pongan en el centro del tablero al único que no tiene responsabilidad en todo este desastre, obviando su propia responsabilidad que es la que conduce al fracaso y en no pocos casos a un nuevo abandono, repitiendo la historia y confirmando así los peores temores del niño adoptado.
Rubén García
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