«En Euskadi la mayoría de adopciones funcionan, solo un 8% se truncan»
Alberto Rodríguez, psicólogo de Adoptia, especialista en adopción y acogimiento: «A veces la convivencia no es fácil, porque ayudar a reparar el daño psicológico que tienen los niños es complicado», asegura el experto
Alberto Rodríguez es psicólogo especialista en adopción y acogimiento. Estuvo en los cursos de verano de la UPV moderando un debate en torno a estas dos experiencias. «Las vivencias de miedo e inseguridad que tienen los niños adoptados y los acogidos se parecen muchísimo». Para intentar que esos niños «remonten el vuelo» les recomienda «exteriorizar» todo el sufrimiento que llevan dentro. Y a las familias, «atender, escuchar y saber traducir bien lo que está pasando».
¿Cuál es la diferencia entre acogimiento y adopción?
-Los menores acogidos siguen manteniendo contacto con sus padres biológicos pero viven en una familia a la que sienten que pertenecen. En la adopción no se establece contacto con la familia biológica, y además se corta esa vinculación. El acogimiento depende de la Administración Pública (en Gipuzkoa la Diputación), en cambio, una vez que se constituye una adopción, la responsable es la familia que adopta. Sin embargo, existen parecidos en las vivencias que tienen los niños. En ambos casos han podido vivir situaciones de maltrato previo o haber estado en centros de acogida, y ese tipo de experiencias genera un daño y unas consecuencias a medio plazo.
¿El porcentaje de niños adoptados que visitan a un psicólogo es mayor que en niños biológicos?
-No hay datos que lo comparen. Sabemos que el 80% de las adopciones van muy bien sin necesidad de grandes apoyos, pero hay cerca de un 20% de ellas en las que los niños presentan patologías serias o mucho daño psicológico.
¿Son esas las llamadas adopciones truncadas?
-No, eso es otra cosa, y a mí no me gusta el término truncadas. En Euskadi hemos medido un 8% de adopciones en las que hay que hacer una separación en la convivencia. Pero no las entiendo como truncadas porque la relación nunca se rompe; se mantiene, y eso es importante. Es cierto que a veces la convivencia no es fácil porque ayudar a reparar el daño que tienen esos niños es complicado, ya que tienen heridas muy profundas e intensas. Por eso, toda experiencia de acogimiento y adopción busca reparar un daño emocional.
¿Cuanto menor sea el niño adoptado puede tener menos trastornos asociados?
-Curiosamente, nos hemos encontrado mucho daño psicológico en niños que han sido adoptados en el primer año de vida. A veces, no depende tanto de la edad a la que un niño es adoptado sino también de dónde ha estado hasta que se inicia la adopción, porque ha podido sufrir maltrato. Hay críos que han sido adoptados con meses que presentan patologías de gravedad. Por eso, para poder manejar a los niños hay que saber que la mayoría de los chavales adoptados tienen un nivel de sufrimiento muy alto. Necesitan personas con las que poder verbalizar ese sufrimiento. Muchos niños adoptados tienen dificultades para expresar lo que sienten, con lo cual ese sufrimiento se hace muy grande. Si lo pudiesen compartir con sus familias el daño disminuiría.
¿Entonces la expresión ‘no tiene uso de razón’ no se da en este caso?
-Todo lo que tiene que ver con la seguridad personal se constituye principalmente en los primeros 18 meses de vida, y las experiencias dolorosas en esos primeros meses configuran mucho cómo vamos a ser. Quizá por eso, la mayor parte de las personas adoptadas presentan una autoestima media o baja. Así como en los niños acogidos la emoción que les caracteriza es la tristeza, la emoción que caracteriza a las personas adoptadas es el miedo a que les abandonen, a que nadie les quiera. Por eso, intentamos que estos niños sientan que sus padres adoptivos saben lo que les pasa, porque eso hace que su dolor sea menor.
¿Los niños adoptados suelen presentar mayores tasas de fracaso escolar?
-No, las dificultades no están tanto en los resultados académicos como en la conducta. Un niño adoptado o de acogida necesita sentir que una profesora no es solo una profesora, sino que le quiere. Por eso realizará acciones para buscar su afecto. Y a veces el afecto se busca de buena manera o de mala.
¿La adolescencia de estos niños es más complicada si cabe?
-Los chavales adoptados necesitan sentirse queridos y a veces tienen tanto miedo a que se les pueda abandonar que cuando hacen algo mal, en vez de pararse, van aún más allá. Yo lo denomino el ‘Síndrome del centro de Bilbao’… (Risas).
¿Es mejor que los niños sepan que son adoptados?
-Vivir en una especie de mentira siempre es un problema. De ahí que decir a un niño que es adoptado es algo necesario y fundamental. Pero hay que hacerlo con calma. Eso sí, cuanto más miedo tiene una familia a hablar, los niños lo huelen y no lo preguntan.
¿Qué opina de las adopciones monoparentales y de las de personas del mismo sexo?
-Es un tema muy sencillo de responder. Una pareja homosexual es una familia, que es lo que los niños necesitan. No necesitan un rol de padre o madre. Lo importante es que las personas que estén ahí tengan la capacidad de atender los aspectos emocionales, de poner normas y demás, y creo que a día de hoy hemos superado que ciertas cosas las hacen más las madres o los padres. Y lo mismo ocurre con una mujer sola o un hombre solo: son familias igualmente y creo que no hay que poner ningún tipo de trabas.
¿En la acogida es importante que los padres biológicos mantengan el contacto con los hijos?
-Sí, y de manera frecuente, a pesar de que estos no se puedan hacer cargo de ellos. La familia de acogida les cuida y garantiza que exista ese contacto y es la Administración Pública la que coordina que no haya problemas.
¿La familia que acoge recibe algún tipo de compensación?
-Suelen recibir dos tipos de ayudas. En Gipuzkoa, además, las dos son muy buenas. Hay una económica mensual y luego hay ayudas para gastos como comprar unas gafas, por ejemplo. Pero la ayuda que más valoran las familias es poder contar con un equipo técnico las 24 horas del día. Las familias ponen sus manos y su esfuerzo y, en caso de que haya dificultades, tienen a alguien con quien contar porque los servicios asistenciales no terminan a las tres de la tarde.
¿Qué ocurre si una familia se echa atrás una vez que ha adoptado?
-Gipuzkoa tiene servicios de postadopción para que, si hay alguna dificultad, orienten a las familias. Pero conviene que las familias hagan un esfuerzo para que esto no ocurra. De lo contrario, los niños tendrían que salir a un centro de acogida. Lo que se intenta es recomponer la relación para que no lleguen a abandonar la familia. Y si salen, ayudar a mejorar la relación de nuevo para que puedan volver. Toda separación en niños que de por sí tienen miedo a perder a sus padres, incrementa dicho miedo.
Ignacio Villameriel
www.diariovasco.com