Conozco el lado oscuro de la adopción internacional porque lo he vivido
Estimada adopción internacional:
No siempre eres del todo sincera. No eres quien dices ser. Tu significado cambia según la persona que te define y para quién te define. Personalmente, me gusta compararte con la luna: solo muestras al mundo tu parte luminosa mientras escondes eternamente tu lado oscuro. Tienes cuidado de mostrar solo tu lado bonito a quienes te miran. Y, como le pasa a la luna, tu lado luminoso pasa a ser la parte que te define. Sin embargo, ignorar tu existencia en su conjunto es ignorar la realidad.
Para mucha gente ya has demostrado ser un sistema corrupto y roto, pero a nadie le apetece hablar de ello. En algunos casos, eres simplemente un intercambio de dinero que se hace pasar por una acción altruista. Por tu culpa, algunas personas son arrancadas de un cazo solo para acabar yendo directamente al fuego. Por tu culpa, algunas personas no solo tienen que lidiar con el trauma emocional de no haber sido queridas, sino también con el abuso emocional de aquellas personas que aseguran que las quieren. Por tu culpa, algunas personas han recibido palizas de muerte por parte de aquellas personas que juraron protegerlas. Debido al gran caos en que conviertes la vida, algunas personas se han replanteado si seguir viviendo o no. El hecho de que hayas sido una heroína para algunas personas no te da derecho a que el mundo entero se vende los ojos ante las atrocidades que cometes entre bambalinas.
No existe ni una afirmación general ni una única opinión que pueda abarcar tu doble naturaleza. Puedes representar una idea para una persona y otra idea completamente distinta para otra. Por eso NADIE puede representar la voz de un adoptado salvo ese mismo adoptado. Ni siquiera otro adoptado. Puede que compartan algunas ideas, pero cada persona tiene una historia distinta, compleja e independiente. Nadie debería tener la obligación de fingir una apariencia de «todo va bien» solo porque otra persona adoptada hable de su experiencia positiva. Todos tenemos una voz propia, solamente nuestra, que nunca debería ser silenciada. Admitir solamente tu lado positivo es invalidar todas aquellas voces de quienes han experimentado tu lado negativo. Lo que el mundo suele pensar de ti es la imagen de «todos salimos ganando», cuando, en realidad, siempre hay alguien que tiene que salir perdiendo. Eres un juego de suma cero y estoy harta de estar siempre en el lado perdedor y de sentirme avergonzada o silenciada por el dolor de la pérdida. Aquellos que piensan que todas las partes relevantes implicadas en el proceso de adopción internacional salen ganando siempre contigo quizás deberían comprobar si la lente desde la que te miran está bien.
Tanto tu lado oscuro como tu lado luminoso son una realidad inamovible. Eres una paradoja agridulce. Eres tanto la piedra angular de mi identidad como la fuente de misterio que rodea todo lo que soy. Eres el velo que separa el lugar en el que me encuentro del lugar que deseo conocer por mucho miedo que me dé lo que pueda descubrir. Eres el motivo de muchísimo dolor, pérdidas, así como de victoria y felicidad.
Sé cuáles son tu nombre y función menos conocidos: abandono. Antes de ganar una familia, tuve que perder otra. Me ofreciste una de tus identidades mientras me escondías la otra, como una ciudad construida sobre ruinas. Me has dado tanto como me has arrebatado. Tienes las respuestas a mis más profundas dudas existenciales: ¿Tengo hermanos? ¿Qué día nací realmente? ¿Cuál es mi historial médico? Son asuntos básicos de la identidad de cualquier persona que no me han sido concedidos, sino arrebatados. Una persona corriente de cualquier familia corriente no necesita plantearse esas cuestiones.
La primera foto que vieron mis padres de mí. En el orfanato me llamaba Shin-Ja Park, código K83-3751
En lugar de respuestas, he tenido que construir una versión Frankenstein de posibles verdades. Me has otorgado un terreno de cultivo perfecto para una vida entera de especulaciones. Idolatrarte fue el único mecanismo de defensa que tenía de niña. Al igual que muchos otros huérfanos de las películas, yo también me preguntaba si era «especial» o si «estaba destinada a hacer algo grande». Acepté y alimenté mis fantasías idealizadas para acallar mi inquietud. Rellené las lagunas de mis orígenes con fragmentos hermosos de historias de Hollywood, pero, desgraciadamente, al convertirme en adulta, esas lagunas pasaron a rellenarse con una verdad mucho menos idílica. He decorado las historias que te reivindicaban como la oportunidad de lograr una vida mejor, pero también he descubierto que eres la fuente de un pozo de vergüenza, que alguien en algún momento pensó que era mejor deshacerse de mí que mostrarle a la sociedad el gran error que había supuesto mi nacimiento. ¿Fue un acto de valentía, de cobardía o, peor, de coerción? ¿Fui yo una mera inconveniencia? ¿O quizás el secreto inconfesable de alguien? ¿Estoy siguiendo las huellas de gente que igual prefiere seguir escondida? ¿Habrá alguien acordándose de mí o estará tratando por todos los medios de olvidarme?
Me has convertido en una aprendiza de tu arte de ocultarte entre las sombras. Me has enseñado que tengo que mostrar un rostro feliz y agradecido. De cara al exterior, podría poner cualquier cara de ilusión y felicidad, pero me resulta imposible mostrar mi duelo. Básicamente porque eres una historia completamente distinta para quienes te ven desde fuera. Eras la historia de un rescate, un «y comieron perdices» que insiste educadamente en omitir la parte del «érase una vez». Crecí sintiendo que necesitaba protección y mantuve en mi mente esta concepción unidimensional de tu realidad. Qué injusticia.
Mis sentimientos de duelo no tuvieron vía libre para expresarse o liberarse. Permanecieron en algún lugar de mi interior, intensificándose y haciendo imposible siquiera que cicatrizaran. No quería que la gente me viera como una «adoptada desagradecida». ¿Por qué lamentarme por la pérdida de una familia que no me quería cuando había sido bendecida con otra familia que sí lo hacía? ¿No me daba cuenta de lo afortunada que era? Cada sentimiento de pérdida me parecía una amenaza para mi familia adoptiva, una invalidación de su amor y devoción. Hacer tabla rasa al llegar me pareció lo más considerado que podía hacer. Como tantas cosas que parecían escapar de mi control, sentía que no me corresponía tener mis propios sentimientos (o expresarlos, al menos).
Claro que estoy infinitamente agradecida y me siento afortunada por haber acabado en un lugar en el que criarme y empezar una nueva historia con una nueva identidad. Mi familia adoptiva es mi familia, la única familia a la que he conocido. Han dado lo mejor de sí mismos por mí. Pero el cariño y el hogar estable que me han proporcionado no pueden anular el ardor por la pérdida de mi primera familia. Ambas facetas conforman a partes iguales lo que soy.
Pero mi relación contigo no ha sido del todo mala. Me has moldeado en algunos aspectos y te doy las gracias por ello. Me has enseñado a trazar mi propio camino y a escribir mi historia. Me has dado la paciencia y la valentía para plantar cara a comentarios racistas. Como no encajo en los pequeños moldes por los que mucha gente me intenta definir, he aprendido a no juzgar por las apariencias, sino por la forma de ser. Me hiciste ser la persona que llama siempre la atención entre el resto, el incómodo tema inicial de conversación, la pieza que no encaja en la sociedad, la eterna incomprendida. También gracias a todo eso, me has hecho una firme defensora de la empatía hacia los demás y la comprensión.
Me gusta destrozar los estereotipos. Soy una superviviente. Me adapto a lo que venga. Pero, sobre todo, fui una marginada, yo sola en el mundo, y Dios dispuso en mi vida sus planes y su piedad. Así que, por favor, deja que Él se lleve el mérito, no tú.
Conforme maduré, el mecanismo de defensa con el que te idealizaba aún seguía ahí, pero había evolucionado. Solo cogí las imágenes más bonitas de tu realidad para construirme una armadura. Quiero creerme la historia de la pobre madre joven que tuvo que tomar esta valiente pero difícil decisión. Y creo que muchos padres adoptivos también necesitan creérselo. Tengo que admitir que yo, más que nadie, he sido culpable de vendarme voluntariamente los ojos para no ver tu lado oscuro. Te he mantenido a una distancia segura para evitarme el mal trago de aceptar determinadas realidades duras pero aleccionadoras. Observarte más de cerca implicaba tener que distinguir entre las supuestas y valientes verdades que me había inventado de las verdades frías, desagradables y duras que también encierras en tu interior. En tu forma abstracta, con todas tus variables y secretos, eres una explicación mucho más sencilla para el dolor del abandono que el hecho de responsabilizar a una persona, a una madre, mi madre.
Estamos vinculadas, tú y yo, como la Tierra y la Luna con las mareas. El rostro que nunca revelarás voluntariamente ha ocultado también parte de mi identidad. Has estado siempre ocultándome secretos, pero también has sido paciente, una barrera y un escudo contra la verdad que solo ahora estoy lista para conocer. Aunque las dudas que nunca me has resuelto me duelen, tenía miedo de que las respuestas fueran aún más dolorosas. Ahora ya sé que, en los años que he tardado en reunir el coraje para buscar la verdad de forma activa, he estado demasiado nerviosa como para ver tu otra cara. ¿Con cuál de tus dos caras te quedarás?
Por primera vez en mi vida, estoy preparada para descubrir quién eres y no imaginármelo. Me ha costado toda mi vida llegar a este punto. He pasado muchísimo tiempo contemplando tu largo pasillo de preguntas sin resolver, demasiado asustada como para adentrarme. Ya he asumido que el viaje será doloroso, pero soy consciente de que ese dolor me hará pasar página, no será un destino en el que permanecer y languidecer. Espero que seas amable conmigo y me permitas asumir lo que pasó, que es lo que llevo tanto tiempo deseando. Ya estoy preparada para aceptar quién eres con todos tus matices, ya no hace falta que seas lo que yo necesitaba que fueras. Estoy lista para borrar los cuentos de hadas con los que rellené mis lagunas y sustituirlos por la cruda verdad, por muy desagradable que sea. Si, después de todo, no tienes ninguna respuesta que ofrecerme, si te llevas tus secretos a la tumba, espero tener el suficiente coraje como para aceptarlo.
Ojalá el mundo empiece a mirarte con mayor detenimiento y descubra una versión más realista de ti. Pero no será posible si aquellos que han sido adoptados no alzan la voz. Hay quienes se encuentran más bajo tus sombras que bajo tu luz. Cuantos más adoptados dejen de morderse la lengua, más realista será la imagen que el mundo tenga de ti. Eres un mosaico de experiencias variopintas, tanto positivas como negativas y una amplia gama de grises por medio. La primera imagen de la cara oculta de la Luna no llegó a la Tierra hasta 1959, gracias a una sonda espacial rusa. Esperemos que las voces de los adoptados sigan la estela de aquel satélite para mostrarle al mundo tu retrato. Tu verdadera identidad.
Mary San Agustin
Adoptadsa coreana norteamericana, Cineasta
Este post fue publicado originalmente en Dear Adoption, apareció posteriormente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.