Las personas «cariñosas, frías o pasotas» tienen su porqué
Los apegos, relaciones establecidas con los padres o tutores durante la infancia, tienen un gran peso en cómo se construyen las relaciones futuras
Hay personas a las que catalogamos de «cariñosas, frías o pasotas». La Psicología explica que esta clasificación depende de los apegos: los vínculos que generamos en la infancia con nuestros progenitores o cuidadores y que condicionan la forma que tenemos de interactuar y relacionarnos con los demás en el futuro. Cada tipo de apego puede generar distintas patologías o trastornos psicológicos, por lo que es importante saber cómo nos relacionamos con los demás.
Samuel Fernández-Salinero, graduado en Psicología y especialista en psicoterapia infanto-juvenil, explica que hay dos categorías de apego inseguro que provocan este tipo de problemas.
La primera categoría se refiere a los niños con apego inseguro o evitativo o «ansioso o ambivalente». Los primeros se caracterizan por negar el contacto emocional y mostrarse indiferentes ante la marcha y el regreso de la madre. Sin embargo, sus respuestas fisiológicas demuestran reacciones de estrés. Mientras que el apego «ansioso-ambivalente» se caracteriza por dos tipos de perfiles: los «enfadados», que muestran rechazo al progenitor tras el reencuentro, y los «pasivos», que no atenúan su angustia cuando vuelven a reencontrarse con el cuidador. Ambos se muestran preocupados respecto a la localización de su tutor y experimentan una inquietud abrumadora.
La segunda categoría se refiere al apego «desorganizado», que describe a los niños que perciben a su cuidador como una persona peligrosa. Por lo que, ante el regreso de este, los niños retroceden, se tiran al suelo o patalean. Este tipo de apego es el más preocupante y suele ser resultado de graves situaciones de maltrato.
«El apego influye en el adulto que eres»
Las consecuencias en la edad adulta de los diferentes tipos de apego pueden ser diversas, según afirma Encarni Muñoz, psicóloga y experta en terapia de adultos.
Los adultos «evitativos» son personas que tienen poco contacto con sus emociones, y llegan a rechazarlas u ocultarlas. Suelen ser solitarios y aprenden que no hay que mostrar el sufrimiento o la queja. Se consideran personas poco dignas de ser queridas y se centran en ellos mismos en vez de preocuparse de los demás, por lo que tienden a desconfiar del resto.
Estas personas tienden a desarrollar una falsa imagen de fortaleza y frialdad. Cuando se sienten ignorados o creen que la persona no les aporta lo suficiente, se sienten solos en el mundo. Pero lejos de mostrarlo, acaban generando síntomas de ansiedad.
Ansiosos-ambivalentes
Por otra parte, los «ansiosos-ambivalentes» suelen ser personas temerosas, pasivas o agresivas, y con baja autoestima. Es característico que no se sientan responsables de lo que sucede, por lo que tienden a culpar al resto de sus problemas. Desarrollan un sentimiento muy acentuado de intimidad con la gente, necesitando mucho confort. Si lo que un ansioso-ambivalente recibe de la otra persona no es suficiente, la reacción emocional es excesiva (agresividad o tristeza descontrolada), ya que las personas de este perfil suelen tener poca contención emocional. Lo que acaba generando conflictos por estas reacciones, que no cambian.
Las personas «desorganizadas» necesitan que los demás satisfagan sus necesidades. Si no lo hacen, contienen sus emociones, pero cuando éstas afloran, suelen ser exageradas y descontroladas. Intentan tomar el control y cambiar de roles. Este tipo de apego tiende a generar dependencia emocional, ya que las mismas personas que les cuidan son quienes les hacen sufrir. En la vida adulta pueden desarrollar trastorno límite de la personalidad o trastorno histriónico.
En conclusión, y según el psicólogo clínico-forense, Samuel Facius Cruz, «se podría decir que el apego es la esencia de la persona». Por este motivo, ciertos tipos de apego, no tratados, «podrían derivar en trastornos, psicopatologías o comportamientos alterados. Por ejemplo, en el estilo desorganizado, se podría dar la esquizofrenia», señala Facius.
«Somos memoria, al fin y al cabo»
En opinión de Facius Cruz, lo importante es saber que el mundo se construye desde la infancia, por lo que ahí el apego juega un papel importante. Explica que para crear «mundos sanos», hay que facilitar un apego seguro, que es aquel que se construye siempre entre las dos partes (el cuidador y el niño, o la persona con la que se crea el vínculo en la infancia).
Facius concluye, en este sentido, que si en la infancia no se ha tenido un apego saludable, las personas pueden recrear vivencias negativas que favorecerán el apego inseguro en futuras relaciones con amigos o parejas.
Victoria D.Pereira
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