Educar a niños sin prejuicios raciales
Tocar el tema de la raza en casa es difícil para muchos padres. Hay mucho miedo y dudas sobre este tema, desde la preocupación de que al señalar la raza estamos contribuyendo al racismo, hasta la creencia de que haciendo caso omiso del mismo, estamos haciéndole un favor a nuestro hijo porque así no verá las diferencias. Estas dos ideas son errores graves.
El silencio sobre el tema de la raza no está ayudando a nuestros hijos, y tampoco los está llevándo hacia la igualdad. De hecho, podemos estar haciendo exactamente lo contrario.
Los niños experimentan la raza. Necesitan nuestra ayuda para entenderlo y ponerlo en contexto, para entender lo que significa, cómo se usa y se utiliza mal, y cómo las construcciones raciales actuales e históricas de nuestros países los benefician o perjudican a ellos y a sus amigos.
Todos queremos educar niños que juzguen y evalúen a los individuos basándose en comportamientos, gustos, similitudes y valores, y no por el color de su piel o el origen de sus padres o abuelos.
También queremos ceducar a los niños para que entiendan que su capacidad y disposición a ver a las personas como personas no es universal. Queremos educarlos para que reconozcan y denuncien el racismo y la intolerancia en el mundo que les rodea. Queremos que se nieguen a aceptarlo y que no lo toleren porque no va con ellos.
Y además queremos criar a los niños para que entienden la diferencia entre ser un aliado que apoya y ser un salvador blanco, y ver a la gente no como otros que necesitan ser salvados, sino como iguales que necesitan nuestra amistad.
Resulta que la mejor manera de cumplir con estos objetivos es tener conversaciones honestas, profundas y específicas sobre la raza con nuestros niños.
Hay que reconocer que los niños experimentan la raza y que necesitan ayuda para entenderla y ponerla en contexto. Tenemos que hacer un esfuerzo consciente para observar los mensajes raciales que nos rodean (en la publicidad, en la televisión, en la radio, en los libros) y darnos cuenta de que los niños están sujetos a estos mismos mensajes. La diferencia es que no tienen mucho contexto para enmarcar esos mensajes. Así que es nuestro trabajo enseñarles.
Una manera útil es hacer esfuerzo consciente para compartir libros, películas y otros medios con sus hijos que presenten diversos puntos de vista y líneas de la historia.
No es suficiente decir que todas las personas son iguales; los niños creen lo que ven más que lo que oyen. Si no cuidamos lo que nuestro hijos ven en los medios es posible que acaben creyendo que todos los negros son deportistas.
Cuando yo era pequeña, las películas estadounidenses relacionadas con el tráfico de drogas eran habituales. Los hombres eran matones traficantes de drogas y las mujeres eran madres solteras que vendían su cuerpo. Ninguno de esos mitos son reales, pero si esas son las únicas historias que vemos y oímos, empezaremos a creer que son ciertas.
Si no prestamos atención a los medios de comunicación que vemos en casa, es probable que continuemos reforzando estereotipos peligrosos. Tenemos que consumir medios, películas, libros que intencionadamente muestren múltiples facetas de varias razas, etnias e identidades.
Hay que aprovechar las oportunidades que aparecen para hablar de raza. Son muchas las cosas que no se enseñan en la escuela, pero los niños las aprenden de todas maneras. Una de ellas son los roles sociales y raciales. Creer que nuestro silencio sobre el tema va a hacerlo desaparecer tiene bastante de inocente, y a la larga es perjudicial. Nos encontraremos con la realidad cuando ya sea tarde.
Los padres de niños blancos son los que más resistencia tienen a hablar de estos temas, aún cuando sean conscientes del problema.
En parte esto se debe a que todos tenemos una identidad racial y una historia racial. Para la gente negra, esa historia viene con la pesada carga de la opresión. La de los blancos viene cargada de privilegio y por lo tanto conlleva una pesada responsabilidad. Tienen que enseñar a sus hijos que su privilegio puede ser una herramienta poderosa para crear cambios, siempre y cuando los usen con cuidado.
El privilegio propio puede usarse para luchar con eficacia contra el racismo institucionalizado, por ejemplo quejándose en el colegio de sus hijos ante actividades con sesgo racista, profesores xenófobos, etc.
Pero cuidado, hay que tener mucho tacto para no representar ante los niños a la gente negra o racializada como gente que necesita un salvador blanco que solucione sus problemas.
A veces nos centramos en los problemas más difíciles que la gente racializada tiene que enfrentar. Y si bien es cierto que estadísticamente las personas racializadas se enfrentan a más pobreza, peor educación, mayor encarcelamiento y otras dificultades, no es cierto que todo lo que necesitan es una persona blanca que vengan a salvarles .Ser un buen aliado significa ser un amigo solidario, escuchar y respetar las voces de las personas racializadas, apoyar sus esfuerzos para hacer sus propias vidas mejor, y ayudar a crear espacios seguros donde puedan hablar por sí mismos en lugar de hablar por ellos.
La raza sigue siendo un problema difícil en los Estados Unidos. Para todos nuestros esfuerzos, todavía no estamos viviendo en un mundo “daltónico” o “post racial”.
Para la mayoría de los padres negros, las discusiones de la raza y cómo afecta a sus vidas no son una opción, sino una necesidad. Los padres blancos deberían verlo igual si realmente quieren vivir en un mundo mejor. No será verdaderamente útil si no lo hacen por convicción, y no por hacer un favor a los racializados.
Los padres deben desafiar los estereotipos para ayudar a nuestros niños a entender las señales raciales que ven en su entrono. Deben ser honestos consigo mismos y con sus hijos. Por nuestro futuro, por el futuro de todas.
Ayomide Zuri
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