«Negamos a los niños lo único que necesitan: presencia»

María José Garrido compendia en un libro su larga investigación sobre etnopediatría. La obra que acaba de presentar recorre la forma de criar por distintas partes del mundo y señala que el estrés de occidente afecta también a los más pequeños

La crianza con apego, cercana y respetando los tiempos del niño genera autoestima e independencia cuando las personas llegan a su edad adulta. Esa sería la gran conclusión (aunque hay muchas) del libro que acaba de publicar la antropóloga cacereña María José Garrido. El pasado míercoles presentó en la biblioteca pública la obra ‘Etnopediatría, infancia, biología y cultura’, (editoral Ob Stare) surgida de las investigaciones hechas durante años. Aborda la forma de criar en distintas partes del mundo y cómo occidente, teniéndolo todo, está siendo engullido por un estrés que crea una crianza acelerada y con reglas del juego violentas.

¿Cómo surge este libro?

Soy doctora en Antropología, lo estudié como segunda carrera cuando nació mi hijo. Llegó a mis manos una introducción de un libro sobre etnopediatría que me enamoró, porque encajaron todas las piezas de cosas que durante mi maternidad me chirriaron. Cosas que me decían que tenía que hacer pero que no sentían. Hice la tesis doctoral sobre eso, nunca nadie la había hecho y era una cuestión moral. Creo que la sociedad hay que cambiarla desde la infancia, ésa es la esperanza. Empecé a investigar y a leer todo. En España es una disciplina desconocida, pero en Estados Unidos tiene una trayectoria de más de 20 años.

¿A qué conclusiones llevan esas investigaciones?

Antropológicos, psicólogos, pediatras y biólogos han estudiado cómo se criaba en distintas culturas y si eso tiene repercusión en la salud y la enfermedad de los niños y de los adultos. Descubrieron que por supuesto. Existen enfermedades específicas de ciertas culturas, y se dieron cuenta de que la forma de criar es fundamental. Eso incluye el embarazo, el parto, el tipo de alimentación, la forma de dormir, el grado de contacto físico, la forma de tratar a los niños, la educación…Se dieron cuenta de que posiblemente la peor en cuanto a los resultados en salud es la sociedad occidental. Lo tenemos todo a favor, tenemos un desarrollo sanitario y tecnológico tremendo y sin embargo no les damos a los niños lo único que sí necesitan: presencia.

Parece haber una colisión entre dos modelos de afrontar la maternidad: o el apego o la disciplina. ¿Por qué hay tanto enfrentamiento?

El problema real es la sociedad, que la baja maternal no pueden ser 16 semanas, deberían ser mínimo 52 como en Suecia o 92 en Noruega. Es invertir en salud pública.

Suelen ser países más desarrollados y económicamente más fuertes los que cuentan con mayor respeto a la maternidad…

En Rumanía hay un año de baja ampliable a dos. Japón, por ejemplo, es una cultura industrializada pero exitosa, porque duermen con los niños la primera infancia mínimo. En todo caso no es una casualidad que en un sitio se haga de una manera y en otros de otra. ¿Cuáles son los valores de nuestra cultura? El individualismo, la competitividad, la propiedad privada, todo eso es lo que le transmitimos a un bebé cuando a los dos meses le llevamos a su cuarto, y eso tiene una repercusión económica, por todo lo que se necesita. Hay artilugios robotizados y anti naturales.

¿Qué efectos tiene esa forma de criar?

En otras culturas no existe el autismo, el déficit de atención, la hiperactividad, la depresión en bebés, ansiedad y fatiga crónica. En nuestra cultura los niños tienen unas jornadas escolares y extraescolares que superan la jornada legal en Europa. ¿Cómo no va a tener un precio eso? Es algo que está en contra de nuestra biología, ahí se produce un desajuste que genera la enfermedad. Requiere una reflexión.

Cristina Núñez
www.hoy.es

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