Sri Lanka admite la existencia de ‘granjas de niños’ en los años 80 para la adopción

El programa Zembla, de la televisión holandesa, dice que las madres biológicas locales recibían dinero y se falseaban documentos para entregar los bebés a parejas extranjeras

El Gobierno de Sri Lanka ha admitido la existencia en el país de «granjas de niños» en los años ochenta destinados a la adopción internacional. Rajitha Senaratne, actual ministro de Sanidad, así lo ha reconocido en el programa Zembla, de la televisión holandesa, que ha tratado sobre la venta ilegal de bebés de dicho país. Según Zembla, que emite el documental este miércoles por la noche, es la primera vez que las autoridades esrilanquesas aceptan públicamente lo ocurrido. De los cerca de 11.000 pequeños así adoptados entre 1982 y 2000, llegaron a Holanda 4.000. Senaratne ha anunciado a su vez la apertura de una investigación sobre el asunto.

En 1987, la sospecha de que hubiera una red de compraventa de niños paralizó temporalmente las adopciones internacionales en Sri Lanka. La investigación llevada a cabo por el programa televisivo indica la existencia de centros donde mujeres embarazadas y pobres, pero también parejas en apuros, tenían bebés para otros. A cambio, recibían un pequeño estipendio.

“Había muchas ‘granjas’. Los críos se recogían allí para ser vendidos después a sus futuros padres adoptivos extranjeros”, dice el propio ministro de Sanidad, ante las cámaras. Senaratne añade que ordenará la apertura de un banco de ADN para que unos y otros puedan cotejar sus datos genéticos. En Holanda, “400 adultos adoptados de pequeños en el país asiático han formado un grupo en Facebook (Sri Lanka Family Project) para recoger sus propias muestras de ADN. Con ello facilitarán la búsqueda de sus progenitores”, según Norbert Reintjens, reportero de Zembla.

En el curso de sus investigaciones, los reporteros holandeses aseguran haber descubierto que un hospital de la ciudad de Matugama (a unos 70 kilómetros de Colombo, la capital) vendía los bebés, “según admiten sus enfermeras”. Una mujer también contó que su marido vio salir del centro a un médico con su hijo recién nacido en brazos, a pesar de que a ellos les dijeron que había muerto. De demostrarse, este sería un caso de robo de niños. Otra modalidad del presunto tráfico de bebés consistía en pagar a mujeres anónimas para que fingieran ser las madres biológicas de un pequeño. Ellas daban su consentimiento y la adopción podía seguir adelante. Una red de facultativos, enfermeros, hospitales y abogados falsificaba y facilitaba todo el papeleo. “Es un fraude. Todo ocurrió de forma ilegal y contra los derechos humanos de las familias afectadas. Lo investigaremos”, añade Senaratne.

En Holanda, Klaas Dijkhoff, secretario de Estado de Justicia, y responsable de las adopciones internacionales, ha señalado por escrito que su departamento “elabora un inventario sobre los responsables” y hablará asimismo con las autoridades de Sri Lanka para aclarar los hechos.

Isabel Ferrer
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