«Si un niño no triunfa se lo hace sentir un fracasado»

La psicoanalista infantil dictó cursos y seminarios en la Argentina y también en universidades de Francia, Italia, España, Brasil, Chile y Uruguay. Qué piensa sobre la niñez y el sufrimiento de los chicos de hoy. Críticas a la patologización de la infancia

«Vivimos en una sociedad que no tolera el movimiento infantil, que no soporta los avatares de la infancia, que espera que todo lo que molesta se solucione en un momento, sin dar tiempo a la elaboración», dice Beatriz Janin, licenciada en psicología, psicoanalista de niños, adolescentes y familia, autora de varios libros y supervisora de los servicios de psicopatología de los hospitales de niños más importantes de Ciudad de Buenos Aires.

La experta, estará en Rosario el 5 de mayo donde ofrecerá una seminario de jornada completa en el Círculo Médico. Antes de su visita habló sobre la búsqueda de soluciones «mágicas» o farmacológicas para los chicos y chicas que tienen «mal comportamiento», el sufrimiento del niños tildados de problemáticos y la importancia de no reemplazar con regalos y tecnología el afecto, los abrazos, el juego compartido y el tiempo dedicado a los hijos.

¿Desde qué momento la infancia, en nuestro país, fue considerada centro de las miradas de médicos, psicólogos y psiquiatras?

Desde hace unos cuantos años se tiene una mirada patologizante sobre los niños, pero esto se viene agravando no sólo en nuestro país sino en el mundo, en tanto los niños son institucionalizados muy tempranamente y se los compara como si todos los logros tuvieran que ser uniformes. También hay una idea del hombre-máquina, que tiene que responder cual robot, sin altibajos ni angustias y esto se traspasa a los niños que siempre tienen altibajos, que están en pleno proceso de crecimiento y por tanto van cambiando permanentemente.

¿Por qué cuando en la década del 70, 80, incluso en los 90 había niños inquietos, con mal comportamiento no se buscaban soluciones farmacológicas y ahora muchas veces sí?

En los años 90 esto ya comenzó a tener dimensiones preocupantes. Es claro que los intereses de los laboratorios juegan un papel muy importante en considerar el movimiento infantil como un problema que hay que resolver con una pastilla. Se mueven sumas de dinero enormes en este tema. Pero no es sólo eso. También una sociedad que no tolera el movimiento infantil, que no soporta los avatares de la infancia, que espera que todo lo que molesta se solucione en un momento, sin dar tiempo a la elaboración, tiene su importancia.

¿Cómo distinguir si un niño o niña requiere un tratamiento que incluya fármacos y otras terapias y cuándo no? ¿Es muy delgada esa línea o es fácilmente distinguible para un profesional entrenado?

Pienso que la medicación puede ser una ayuda cuando un niño tiene un sufrimiento muy intenso, por ejemplo cuando tiene alucinaciones o ataques de terror sin motivo, pero medicar a un niño porque sus conductas molestan a los adultos me parece iatrogénico. Es desconocer el bienestar del niño, no escucharlo y solo acallarlo sin resolver nada de lo que lo perturba a él. Los niños medicados suelen estar tristes, apagados, y eso es efecto de la medicación.

¿Los padres son menos tolerantes hoy a la frustración cuando sus hijos no cumplen con ciertos objetivos? ¿ Y los maestros?

Creo que la sociedad en su conjunto es menos tolerante. Es una sociedad en la que reina el narcisismo. Todos debemos poder todo. Y cuando un hijo no cumple con lo esperado, el edificio se derrumba. Se supone que un niño debe «triunfar» desde pequeño, por lo que se lo hace sentir un fracasado cuando no cumple con las expectativas.

¿Cómo desarrolla su infancia y su adolescencia un niño que es señalado como problemático? ¿Cuáles sonsus posibles sufrimientos y posibles consecuencias?

Cuando se supone que un niño es un niño-problema, un «trastorno», se lo mira y se le habla de modo especial. Es más, yo diría que se le habla menos generalmente, suponiendo que no entiende. Queda atrapado en el diagnóstico que se le ha dado y que signa todas sus conductas. Así, hay niños que dicen : «yo me porto mal porque soy ADD» (Trastorno por déficit de atención) o: «yo no atiendo en clase porque soy ADD». De este modo, dejan de tener un nombre propio para transformarse en un trastorno. Y esto signa la vida, porque los que ponen esos rótulos suponen que son trastornos de por vida. Así, cierran las puertas para cualquier cambio en el niño que no sea una adaptación forzada al medio (lo que no implica un cambio verdadero).

¿Qué es para usted una infancia y una adolescencia feliz?

Una infancia feliz es una infancia donde el niño se sienta amado y respetado, escuchado y comprendido como niño. Una infancia de cuentos y juegos?. Y una adolescencia feliz es aquella en la que los padres funcionen como puerto, del que se puede partir pero al que es posible regresar. Una adolescencia en la que se sepa que los padres son personas confiables, con los que puede contar en los momentos difíciles y que a la vez no van a ahogar ni a encerrar.

¿Puede una criatura tener un sufrimiento psíquico importante y no dar señales al respecto?

Generalmente los niños manifiestan lo que les ocurre. Lo que pasa es que lo pueden manifestar de diferentes modos: con dificultades en la escuela, con problemas para dormir, o para comer o para controlar esfínteres. También pueden hacer enfermedades psicosomáticas o portarse mal, o no atender en clase, o ponerse agresivos? Pero siempre lo dicen de algún modo.

¿Cómo cree que influyen las nuevas tecnologías (PC, celulares, tablets, televisión disponible las 24 horas) en el desarrollo psíquico y físico de los chicos de hoy?

El problema no son las tecnologías en sí, sino el uso que se hace de ellas. Los adultos suelen utilizar las tecnologías como modo de desconexión con los niños, casi como un modo de calmar a un niño o de no ocuparse de él. Cuando se les da un celular para que se entretenga en lugar de jugar con él, o cuando se lo pone frente a pantallas mientras come o va en auto, se obtura todo intercambio humano. Si para que el niño se duerma lo que hacemos es darles pantallas en lugar de cuentos, canciones, caricias? lo estamos dejando solo. Esto trae dificultades en la adquisición del lenguaje, así como muchas veces hiperactividad, porque los niños están muchas horas quietos, desde pequeños, pasivizados frente a los diferentes aparatos o a juguetes que se mueven solos y no aprenden a dominar su propio cuerpo, sus propios movimientos. Cuando salen de esa situación, lo que hacen es chocarse con el mundo. También hay que tener en cuenta que las pantallas se pueden manejar apretando un botón y cuando el niño va a la escuela no puede «apagar» a la maestra ni a los demás niños. Se encuentra entonces con una realidad diferente, que ataca la omnipotencia, y frente a eso puede sentirse confundido y oponerse a todo la dificultad para renunciar a ese poder. ¿Cómo puede atender a las palabras de la maestra un niño que está acostumbrado a ruidos fuertes, imágenes coloridas, luces?estímulos que no encuentra en el aula? Las ventajas de las nuevas tecnologías se dan sobre todo en niños más grandes, cuando ya pueden leer y escribir y son realmente maravillosas para investigar, explorar nuevos mundos y estar en conexión con gente que vive en lugares lejanos.

¿Qué recomienda a los padres para acompañar a sus hijos en un desarrollo emocional saludable?

Mientras un niño es niño lo más importante es que se respeten sus momentos de juego y que se le cuenten cuentos, historias familiares, de manera de que pueda organizar sus percepciones. Los niños necesitan que se les hable, que se les expliquen las cosas y que se juegue con ellos, que se los tenga en cuenta como sujetos que pueden sufrir y que necesitan de los otros para sentirse bien.

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