Cómo utilizar el lenguaje propositivo con los niños

Proponer es ofrecer una alternativa, una opción, una salida. Proponer es una actitud siempre positiva. ¿Intuyes ahora lo que puede llegar a ser el lenguaje propositivo? Proponer + positivo = propositivo. Un lenguaje de opciones, de alternativas, de propuestas frente al lenguaje imperativo, repleto de órdenes y negaciones.

Muchos pedagogos apuestas por el lenguaje propositivo en la educación de los hijos. Es un lenguaje que no castiga, que no humilla y al contrario, que ofrece una visión positiva sin renunciar a los límites y las normas. ¿Quieres aprender a utilizarlo? Te explicamos cómo utilizar el lenguaje propositivo con los niños para educar a tu hijo en positivo.

Cómo usar el lenguaje propositivo con los niños para educarles en positivo

Tendemos a usar, a lo largo del día, muchas negaciones, limitaciones y prohibiciones. Tendemos a usar, sin querer, un lenguaje negativo con los niños: ‘no has eso’, ‘te vas a caer’, ‘si no me obedeces te castigaré’…

La idea que defienden infinidad de pedagogos partidarios de la educación en positivo es cambiar nuestro lenguaje, de negativo, impulsivo e imperativo a propositivo (más racional y positivo). ¿Cómo hacerlo? Te damos algunos ejemplos:

1. En lugar de ‘no mastiques con la boca abierta’, utiliza mejor: ‘mastica con la boca cerrada’. La primera frase le indica al niño algo que hace mal, y tiene connotaciones negativas. La segunda frase da una orden directa y explica al niño cómo debe masticar. Lo mismo sucede en el caso de que tu hijo tome algunos alimentos con las manos. En lugar de decirle: ‘¡No comas con las manos!’, prueba con una alternativa de lo que debe hacer: ‘Utiliza el tenedor para comer’.

2. En lugar de regañar a tu hijo cuando sostenga algo frágil o veas que usa de forma inadecuada un juguete con un ‘¡Lo vas a romper!’, usa mejor un ‘Debes ser cuidadoso’. De la primera forma, condicionas al niño y le pones en alerta sobre algo que aún no ha sucedido. Por así decirlo, le estás culpabilizando de algo que aún no ha pasado. De la otra forma, le adviertes de lo que puede pasar pero le das una alternativa para que no suceda.

3. En lugar de regañarle cuando hable demasiado alto o sea demasiado ruidoso con el clásico: ‘¡No hagas ruido!’, opta mejor por un ‘Mantén silencio’. De esta forma, cambiarás una ‘regañina’ por una alternativa, algo que debe cumplir.

4. Cuando tu hijo vaya a tocar algo que consideres peligroso o que no deba tocar, en lugar de reaccionar de forma alterada con un ‘¡No toques eso!’, mejor proponle observarlo sin tocarlo o mirarlo con tu ayuda: ‘¿Quieres ver qué es?, te lo enseño’ o bien ‘¿Quieres que veamos juntos qué es?’.

5. Cuando quieras advertir a tu hijo o explicarle que debe ser más prudente, solemos utilizar frases negativas como ‘¡Te vas a caer!’. Es mejor buscar una frase que advierta sin asustar o añadir connotaciones negativas, por ejemplo: ‘Mira bien dónde pones los pies para no caerte’. En esta segunda frase, adviertes al niño de lo que puede ocurrir sin adelantarte a algo que aún no ha sucedido.

6. Es muy común ‘regañar’ a los niños cuando lloran, con frases como ‘¡No llores!’, ‘¡No se llora por tonterías!’… ‘¡Por esas cosas no se llora!’. Estas frases lo único que hacen es decir a los niños que está mal manifestar las emociones, y cohibir las emociones básicas no le benefician nada. Antes de decir alguna de estas frases, cámbialas por estas otras: ‘Es normal que estés triste’, ‘¿Qué podemos hacer para solucionar el problema?’… ‘Seguro que podemos encontrar algo para que se cure tu herida’. Ofrécele siempre una alternativa.

Por qué es tan beneficioso el lenguaje propositivo con los niños

El lenguaje propositivo invita a la acción, a la participación del niño. Le ofrece una alternativa, algo que además es racional y tiene sentido y hace que se sienta partícipe de sus logros. Estos son los beneficios si lo aplicas en su educación:

– Refuerza su autoestima.

– Le ofrece alternativas.

– Mejora la resolución de problemas.

– Le ayuda a generar pensamiento positivo.

– Acata las normas con más facilidad.

– Mejora la relación con los padres.

– No se siente amenazado, por lo que se muestra más receptivo a cambiar.

– Le ayuda a ser más racional y menos impulsivo.

Estefanía Esteban
www.guiainfantil.com

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