Cumplir 18 en el Bienestar Familiar
En Colombia, después de cumplir siete años es muy difícil que un niño sea adoptado. Hoy el Estado tiene a cargo a más de 7.000 niños de más de 17 años en instituto. ¿Qué pasa con ellos?
Kelly Beltrán llegó a los dos años al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, pero solo cuando cumplió nueve declararon que podría ser adoptada. En ese momento ya era demasiado tarde; las familias prefieren bebés pequeños así que ella llegó su mayoría de edad en el instituto. “Es como esperar en una fila en la que nunca llega tu turno. Y hay un punto en que ya pierdes la esperanza de ser adoptado, ya sabes que vas a estar ahí por mucho tiempo”, le dijo a SEMANA la joven que hoy tiene 21 años.
Lo que le sucedió a Kelly no es un caso aislado. En el instituto 7.676 jóvenes están en su misma situación. No haber sido adoptado es un dolor que se suma al abandono o maltrato de los padres biológicos. Según ha dicho el ICBF, la mayor razón de llegada al instituto es el abuso sexual (5.638 casos) y le sigue maltrato (4.607 casos). Después de pasar por tanto, estos pequeños llegan a un lugar donde si bien se esfuerzan por cuidarlos, nunca será lo mismo que una familia. “uno se apega a los profesores o a los madres sustitutas. Pero ellos se van o a uno lo cambian de lugar… Uno se acostumbra a la pérdida, por eso en el fondo uno siempre quiere ser adoptado para tener una familia que va a estar ahí”, recordó Kelly.
Hay varias razones por las que ella y miles de menores se volvieron de “difícil” adopción: superaron los siete años de edad, son grupos de hermanos o tienen alguna discapacidad. En cuanto a la primera causa, hay una enorme responsabilidad del Estado. Este fue incapaz de hacer un trámite ágil para definir la situación legal de los menores. Antes de que existiera la Ley 1878 de 2018, que empezó a operar en enero de este año, los defensores de familia podían tardar una vida entera en establecer si el niño debía quedarse en el Bienestar o podía volver con sus padres. Pero, a veces, por darle una oportunidad a los padres terminaron quitándosela a los pequeños.
“Yo sé que hoy se reunirán con la doctora a doctora a definir mi situación y quiero que sepan que estoy bien (…) acá estoy muchísimo mejor que con ustedes”, escribió en una carta José Luis, un niño de 12 años quien prefirió quedarse en el ICBF. Esa misma decisión tomó Kelly a los 9 años. Y cuando vio que su hermana menor podía ser adoptada, eligió separarse de ella. “A las dos no nos iban a adoptar nunca, así que quise que ella tuviera la familia que yo nunca tuve. No quería que pasara por lo mismo que yo”.
El proceso de los defensores tampoco es que fuera muy sencillo. Debían establecer si al niño le violaron sus derechos, pero esto no significaba que de forma automática el niño pudiera ser adoptado. Empezaba un proceso de trabajar con la familia o de buscar a familiares hasta en sexto grado de consanguinidad. Algunos esperaban la rehabilitación de un padre, otros que sus padres salieran de la cárcel, otros que ya no los maltrataran. Pero mientras esto pasaba, miles de niños se crecieron.
Hoy, con la nueva ley, los defensores tienen un plazo de máximo 18 meses para definir la situación de los niños, se redujo a tercer el grado de consanguinidad y además el trámite de adopción debe durar 10 días. Pero una cosa es lo que dice en el papel y otra la realidad. Hay que tener en cuenta que para los 127.623 casos que tiene el ICBF solo hay 1.300 defensores, quienes además deben atender expedientes de violencia de género, violencia intrafamiliar y abuso sexual. “Con suerte, un defensor debe responder al menos 200 casos”, afirmó Horfa Poveda, quien conoce de cerca el funcionamiento del instituto.
Con esa cantidad de trabajo ni antes ni ahora los defensores logran definir en un periodo de 18 meses. Ni qué decir de aquellos que tienen alguna afectación psicológica por los casos aberrantes que han tenido que afrontar o de la negligencia de otros que sin piedad archivaron los casos de los niños, y quienes fueron denunciados en 2017 por la entonces directora del ICBF, Cristina Plazas.
¿Es difícil adoptar?
Hay quienes piensan, por otro lado, que los niños cumplen 18 años en el ICBF porque en Colombia es difícil adoptar. Y puede que sí, pero no por es solo por el trámite, como muchos piensan. El país es reconocido a nivel mundial como uno de los sistemas legales más seguros en materia de adopción. En Estados Unidos, se ha catalogado por parte de la Autoridad Central como el país número uno para que sus ciudadanos tramiten una adopción, por su agilidad procesal y seguridad jurídica.
Por supuesto para adoptar es necesario cumplir los requisitos legales establecidos: tener capacidad, ser mayor de 25 años y garantizar la idoneidad física, mental, moral y social suficiente para tener una familia estable, realizar el trámite que comprende la etapa administrativa y judicial. Lo cual hoy, según la nueva Ley, es sencillo.
El problema es que “las expectativas de los padres colombianos son demasiado altas. No quieren niños que hayan sido abusados, quieren bebés, incluso algunos tienen requerimientos de un tipo específico de étnia y eso no es tan sencillo. Los extranjeros en cambio sí tienen el corazón para adoptar a los discapacitados, a los mayores o aquellos que tienen un pasado difícil”, explicó Horfa Poveda.
Sucede que de los 127.626 casos que tiene la institución, 26.389 menores están en instituciones, mientras que 100.784 son investigaciones abiertas. De los que están en instituciones, 11.663 tienen declaratoria de vulneración, pero no de adoptabilidad. Es decir, que están en una especie de limbo. 12.141 tienen declaratoria de adoptabilidad, pero, 12.042 son de difícil adoptabilidad. Es decir, que solo 99 niños se podrían adoptar fácilmente. De los de difícil adoptabilidad, solo 172 tienen menos de 5 años, es decir, las edades más atractivas para adoptar. “Así que los padres que quieren adoptar a un niño de ojos azules, de meses de edad, que no haya sido maltratado se quedan esperando”, agregó Poveda.
En el caso de la adopción internacional, la resolución 4274 del 6 de junio de 2013 expedida por el ICBF no permite la recepción de solicitudes de familias extranjeras para procesos de adopción de niños, niñas y adolescentes sin necesidades especiales, es decir, los de difícil adoptabilidad para que los colombianos tengan prioridad.
Cuando cumplen 18
Cuando los jóvenes llegan a la mayoría de edad muchos se van del instituto y este no los puede retener. Muchos solo esperan irse. A veces el motivo por el que llegaron a la entidad es tan fuerte que nunca pueden recuperarse. “Los cambios de su vida sin lograr una estabilidad emocional, afectiva, psicológica y social hace que muchos prefieran refugiarse en las drogas y delinquir”, dijo Cristina Plazas.
Plazas agregó que no es gratuito el hecho de que en la cárcel de menores en Bogotá la mayoría son niños que pasaron por el ICBF que no fueron adoptados. Algunos de los menores son hijos de padres que pasaron por el sistema, con lo cual se perpetúa el ciclo de pobreza y disfuncionalidad.
Si los jóvenes deciden quedarse en el instituto y además son buenos académicamente pueden llegar tener la opción de seguir estudiando. Desde 2016 está desarrollando el Proyecto sueños oportunidades para volar que otorga beneficios de acceso y pagos de matrículas para la vinculación de jóvenes entre 15 y 18 años (o más) con programas de formación de educación superior o de formación para el trabajo y desarrollo humano. En este momento ya hay vinculados 1.030 jóvenes.
Pero quienes estudian en el ICBF la vida no es tan fácil. Tienen que ir a las universidades y volver a los hogares. Kelly, por ejemplo, a veces tenía que estudiar en el baño, el único lugar alejado del ruido y donde llegaba el internet. La posibilidad de ir a cine, de estar en una fiesta, de hacer trabajos en grupo o de ir a la biblioteca es una posibilidad casi remota porque dependen del permiso defensor, el cual muchas veces los niega pues es responsable de esas vidas.
Hace poco la Fundación Casa de la Madre y el Niño abrió una casa universitaria para que 24 mujeres pudieran estudiar en mejores condiciones. La Fundación Nuevo Futuro también hace lo suyo con hombres. Estas organizaciones además crearon un plan de vacaciones en el extranjero con posibles familias adoptantes de niños que tienen más de 7 años en el instituto, que hoy son 8.700. Pero desde las fundaciones se ha reiterado que aunque es una forma de compensar a algunos los jóvenes, pero la idea es que nadie llegue a esta instancia. Si bien se cambian algunas vidas, no es una solución definitiva para los miles de jóvenes que cumplieron y cumplirán la mayoría de edad en el ICBF.
El primer reto será que el ICBF logre conseguir recursos humanos para contratar a más defensores y otros expertos para que pueda definir la situación jurídica de los menores en un tiempo que no implique la pérdida de oportunidades para los pequeños. De hecho al Estado le saldría más barato invertir en un defensor, que gana 4,2 millones de pesos al mes, que en miles de niños. Cada uno de ellos al mes puede costar por lo menos 1,1 millones de pesos sin que con esta inversión se pueda ofrecerles lo que les daría un hogar.
Pero además de esto, también es una opción generar campañas o programas para que los colombianos se atrevan a acoger en sus hogares a esos menores que desafortunadamente se volvieron de difícil adopción.