Acogimiento de menores: «Tenía 14 años y nos dijo ‘gracias por querer conocerme’»

Tania Lago tiene 39 años y, además de enfermera, es madre adoptiva y biológica. Desde hace dos años, la suya es también una familia de acogida. Su hogar se abre cada fin de semana a una adolescente de 16 años que también pasa con ellos las vacaciones escolares.

Una modalidad de acogimiento que, según la asociación de apoyo a la adopción Manaia, es la gran desconocida del sistema de protección de menores. «Trátase de que os rapaces que viven en pisos tutelados ou centros podan pasar o tempo de ocio cunha familia», explica Tania. Una convivencia que, asegura, hace que vuelvan a sentirse únicos. «Pode parecer unha cousa sen importancia, pero non ter a quen ensinarlle o teu boletín de notas é algo moi duro. Con nós deixan de ser un entre moitos e pasan a ser un membro da familia coas súas peculiaridades, ao que se lle dedica tempo, que participa nas decisións… Cousas sinxelas como ir facer a compra ou elixir que se cea». Pequeñas vivencias de familia que les regalan por un momento una infancia normal y que les servirán en el futuro cuando formen sus propios hogares.

Tania y su familia con la menor acogida durante una excursión a VilasobrosoTania y su familia con la menor acogida durante una excursión a Vilasobroso Cuando Tania y los suyos decidieron embarcarse en la aventura enseguida pensaron en un adolescente. «Os máis pequenos teñen máis posibilidades de ir a unha acollida temporal ou unha adopción. Pero a partir dos doce anos as probabilidades caen en picado. E os rapaces son conscientes diso. O primeiro que nos dixo a nosa nena foi “gracias por querer conocerme”. É tremendo. Ningún neno debería dar as grazas por iso», cuentan.

«En el 2012 acogimos al primer niño y llevamos ya trece. Si conoces sus historias no dices que no»
M.HERMIDA Dos años después, esa joven a la que Tania llama cariño una y otra vez, es quien le ha animado a que hable sobre su caso. «Cuéntalo, a ver si conseguimos que más familias hagan lo mismo que vosotros», le dijo. Y es que si las 318 familias voluntarias que hay en Galicia se quedan cortas para los más de 1.600 niños que necesitan ser acogidos, todavía es más escaso el número de personas que saben que existe la posibilidad de hacerse cargo de un menor solo durante los períodos vacacionales. «Hai xente cun ritmo de vida no que resulta imposible meter a un rapaz pero que si poderían dedicarlle o seu tempo libre. É máis sinxelo e incluso unha boa maneira de comprobar se poderían levar a cabo un acollemento de tempo completo», explican desde Manaia. El procedimiento es el mismo en ambos casos: ponerse en contacto con Cruz Roja, pasar una serie de entrevistas y recibir una formación específica.

A día de hoy, los menores residentes en centros -unos 1.300 en toda Galicia- que cuentan con estas familias de apoyo son todavía una minoría. Algo que sorprende y apena a Tania Lago, sobre todo al pensar en los chavales más mayores. «É moi duro enfrontarse á xuventude sos. Todos temos dereito a que alguén nos apoie de xeito incondicional, a ter un lugar onde volver incluso despois de cometer un erro». Ella tiene claro que su hogar será siempre el refugio de esta menor con la que lleva años compartiendo confidencias y que tanto está enseñando a sus hijos. «Díxenllo aos responsables do centro no que ela vive: eles vana ter alí ata que cumpra os 18 pero eu vou tela para sempre na miña vida. Non son a súa nai, nunca quixen selo. A min bástame con que o meu nome figure no seu móbil e saiba que pode chamarme cando o necesite. Con iso doume por satisfeita».

El mensaje ha calado en la joven a la que abrieron las puertas cuando solo tenía 14 años. «Yo sé que voy a poder traer aquí a mis nietos», dice rotunda.

Mónica P. Villar
www.lavozdegalicia.es

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