La crianza después de un trauma: cómo atender a las necesidades de su niño
Todos los niños necesitan un hogar que sea seguro y que les brinde amor. Los niños que han sufrido un trauma grave pueden necesitarlo aún más.
Las experiencias dolorosas a una temprana edad pueden hacer que los niños vean las cosas y reaccionen de diferentes maneras.
Algunos niños que han sido adoptados o colocados en hogares sustitutos o de acogida necesitan ayuda para hacerle frente a lo que les sucedió en el pasado. Saber lo que dicen los expertos acerca del trauma en las fases iniciales de la niñez puede ayudarle a trabajar con su niño.
Tipos de trauma
Un evento es traumático cuando atenta contra la seguridad y el amor del que el niño depende. El abuso puede ser traumático, pero el trauma puede adoptar muchas formas, incluyendo:
Negligencia
Separaciones
Violencia entre las personas encargadas de los niños
Desastres naturales
La respuesta de luchar o de huir del cuerpo
niño atemorizado puede sentirse fuera de control y desamparado. Cuando esto sucede, se activan los reflejos protectores del cuerpo. Esto puede hacer que el corazón de un niño lata fuertemente y que la presión arterial aumente. Puede haber activación de la respuesta de pánico ya sea de “lucha o de huida”.
Algunos niños son más sensibles que otros. Lo que es traumático para un niño puede no serlo para otro. Puede ser difícil decir qué afectará a un niño. El temor es guiado por la percepción por parte de un niño de lo que produce temor. Podría ser más difícil para los niños que sufrieron descuido, incluso si no fueron golpeados ni maltratados. La preocupación de estos niños es por las necesidades básicas, como la alimentación, el amor o la seguridad.
El trauma tiene efectos más graves cuando…
Sucede una y otra vez
Se suman diferentes estreses
El niño tiene menos apoyo social (buenas relaciones personales)
El niño no sabe cómo relacionarse y resolver conflictos con otros (destreza del lenguaje, inteligencia, buena salud y autoestima)
Cómo reacciona el cerebro ante el trauma
Cuando sucede algo que nos atemoriza, el cerebro se asegura de que ese suceso no se olvide. Los eventos traumáticos se recuerdan de una manera especial. A menudo se experimentan como un patrón de sensaciones con sonidos, olores y sentimientos mezclados. Cualquiera de estas cosas puede hacer que un niño sienta como el evento estuviera sucediendo de nuevo. Estas cosas o sensaciones se llaman “desencadenantes”.
Desencadenantes
Los desencadenantes pueden ser olores o sonidos. Pueden ser lugares, posturas o tonos de voz. Incluso las emociones pueden ser desencadenantes. Por ejemplo, estar ansioso respecto a la escuela puede despertar el recuerdo de estar ansioso acerca de la violencia en el hogar. Esto puede causar conductas dramáticas y a menudo inesperadas, como agresión física o aislamiento. Los desencadenantes pueden ser difíciles de identificar, incluso para un niño. Los niños tratarán de evitarlos.
Recordar un evento traumático puede hacer que reaparezca parte de la reacción de “lucha o huida”. Esto podría parecer un “berrinche”. También puede parecer que el niño está reaccionando de manera exagerada. A veces la ansiedad puede hacer que un niño “quede paralizado emocionalmente”. Esto puede verse como un desafío. Un niño que ve el mundo como un lugar lleno de peligro puede hacer esto. Muchos niños que han sufrido abuso o descuido van por la vida siempre nerviosos y tienen dificultades para controlar sus emociones porque su cuerpo está predispuesto a paralizarse, o a huir o escapar de lo que los atemoriza, o a pelear para defenderse.
Traumas asociados
Estar listo para huir o luchar se manifiesta de muchas maneras. Los niños que siempre están en guardia pueden tener dificultad para concentrarse. Esto se llama “hiperactivación» o «hipervigilancia» Los efectos de traumas pasados puede ser fácilmente confundidos con hiperactividad y falta de atención, signos clásicos del “trastorno de déficit de atención e hiperactividad” y los niños pueden recibir erróneamente este diagnóstico si los cuidadores y los médicos no están enterados de los efectos que tiene el trauma en el desarrollo.
Los niños que han sido víctimas del trauma también pueden sentirse abrumados por las emociones y tener dificultades con lo inesperado. Su necesidad de control puede ser vista como “manipulativa” o como de querer siempre que las cosas se hagan a su manera. Puede resultarles difícil pasar de una actividad a otra. Cuando estas conductas son extremas y no se consideran las reacciones comunes de un trauma, a veces se denominan “trastorno desafiante oposicional” o “trastorno explosivo intermitente”. Estos términos no tienen en cuenta que las reacciones del niño pudieran ser las apropiadas cuando vivieron el trauma, aunque no sean apropiadas en este momento.
Qué pueden hacer los padres adoptivos o de crianza temporal para ayudar
Los niños que han sido adoptados o viven en hogares de acogida con frecuencia han sufrido traumas. Puede que vean y respondan a las amenazas que otros no ven, y sus cerebros pueden parecer estar siempre «en guardia». Muchos niños nunca han aprendido a depender de adultos responsables y constantes, y las técnicas de crianza normales no suelen funcionar.
Puede ser difícil recordar que estas emociones pueden suceder con usted, pero no tienen que ver con usted. Estas fuertes emociones son respuesta a los traumas que sucedieron en el pasado. A continuación algunos consejos útiles:
Estrategias que pueden ayudarlo y a su niño a adaptarse a los efectos trauma
Aprenda a identificar y a evitar (o atenuar) los “desencadenantes”. Averigüe qué distrae a su hijo, o qué lo hace ponerse ansioso. Esfuércese por reducir estas cosas.
Establezca una rutina para su hijo (para el día, las comidas y la hora de ir a dormir)de modo que él o ella sepa qué esperar.
Hágale sentir a su hijo que tiene control. Dele opciones simples. Respete las decisiones de su hijo.
No tome el comportamiento de su hijo como una afrenta personal.
Trate de mantener la calma. Encuentre maneras de responder a los arrebatos que no hagan que las cosas empeoren. Baje la voz. No grite ni muestre agresión. No mire fijamente ni directamente a su hijo durante demasiado tiempo. Algunos niños ven esto como una amenaza.
Permanezca disponible y receptivo cuando su hijo lo mantiene distanciado.
Absténgase del castigo físico para disciplinarlo. Para un niño que sufrió abuso, esto puede causarle pánico y que se comporte fuera de control.
Permítale a su hijo expresar lo que siente. Enseñe a su niño palabras para describir sus sentimientos. Muéstrele maneras aceptables para que le haga frente a sus sentimientos. Después, elógielo por expresar sus sentimientos o por tranquilizarse.
Sea constante, predecible, afectuoso y paciente. Enseñe a su niño que puede confiar en los demás para que permanezcan con él o ella y lo ayuden. Puede haber tomado muchos años de trauma o abuso para lograr el estado mental en que se encuentra. Aprender a confiar de nuevo probablemente no ocurrirá de la noche a la mañana, y podría tomar mucho tiempo.
Pida ayuda cuando esté preocupado, tenga preguntas o dificultades. Hay terapias de eficacia comprobada para ayudar a los niños y a los padres a adaptarse a los efectos del trauma. Los pediatras, especialistas del desarrollo y terapeutas pueden sugerir ideas sobre porqué su niño reacciona de cierta formas y ofrecer respuestas eficaces. Algunos medicamentos, cuando se usan de forma apropiada, ayudarán a controlar los síntomas y hacer posible aprender nuevas formas de responder.
Aprender a confiar después de un trauma
Todos los recién nacidos son indefensos y dependientes. Los cuidados constantes y amorosos de las personas que los cuidan ayudan a los bebés a aprender a confiar en los demás y a sentirse valiosos. Esto es importante para el desarrollo sano. El ser humano no puede crecer ni desarrollarse sin la ayuda de otros. Esto es más cierto en tiempos difíciles.
Los adultos que bridan su apoyo y son afectuosos pueden ayudar a un niño a recuperarse de los traumas. Algunos niños no saben que algunos adultos les pueden ayudar o que son de confianza. Quizá se resistan a recibir la ayuda de los demás. Los adultos con quienes el niño no ha establecido una relación de confianza pueden confundir esto como falta de respeto por la autoridad. Esto puede causar problemas en el hogar y en la escuela. También puede hacer más difícil el aprendizaje.
Puede ser difícil determinar quién está afectado por un trauma. Los niños maltratados pueden aislarse de la gente y parecer tímidos y temerosos. También es posible que sean muy amigables con todas las personas que conocen. Pueden pasarse de los límites personales establecidos y ponerse en riesgo de más abuso. Ellos están eligiendo entre “no confiar en nadie” y “confiar en todos, pero no mucho”.
Recuerde:
Los niños se adaptan muy fácilmente y dan lo que mejor pueden de acuerdo con lo que recibieron. Es nuestra labor brindarles las herramientas que necesitan y guiarlos mientras crecen. Puede ser un proceso lento con muchos reveses, pero la recompensa merece el esfuerzo. Cuando entiende las experiencias que su niño vivió en el pasado, que han afectado la manera como ve y responde a su mundo, usted ha tomado el primer paso para crear un mundo más sano y seguro para su niño.
Fuente Adapted from Parenting After Trauma: Understanding Your Child’s Needs (© 2016 American Academy of Pediatrics and Dave Thomas Foundation for Adoption)
www.healthychildren.org