Escuelas sensibles al trauma

Recientemente, mi amiga y colega, psicóloga y especialista en trauma, Begoña Velasco, me compartió un link que no pasó desapercibido para mí. Al contrario, captó mi atención de inmediato y lo leí con verdadero interés. Se trata de una página web de una institución americana MAC: Massachussets Advocate for Children que promueve, a través del programa Helping Traumatized Children Learn, escuelas sensibles al trauma.

Teniendo en cuenta que el número de experiencias adversas que los niños/as y adolescentes tienen que soportar en sus vidas (actualmente aún más, con las secuelas derivadas de la pandemia por COVID, tanto en la salud física como mental) son numerosas, en una sociedad cada vez más deshumanizada, la escuela no puede permanecer ajena a la repercusión que el trauma complejo tiene en el desarrollo de los menores en todas sus áreas.

Sabemos desde el modelo de Traumaterapia de Barudy y Dantagnan, que promueve intervenciones ecosistémicas, que recuperarse de un trauma es el resultado de un proceso de acompañamiento especializado en el que una «poderosa red de relaciones» (Perry y Szalavitz, 2017) apoya y contiene al niño/a durante prácticamente todo su crecimiento y desarrollo. Un psicólogo/a o cualquier otro/a profesional, solo/a, no puede ayudar a un niño/a o adolescente a hacer un proceso de adaptación y de resiliencia secundaria (Barudy, 2020). Los modelos de intervención exclusivamente en sala de terapia, aun siendo necesarios, pueden resultar insuficientes. Los profesionales de la Red Apega somos conscientes de ello desde hace muchos años. Por eso, el modelo de Traumaterapia de Barudy y Dantagnan hunde sus raíces en la «ecología social de los buenos tratos» (Barudy y Dantagnan, 2005) y en «la resiliencia secundaria» (Cyrulnik, 2003 y Barudy, 2020); porque esta solo puede emerger del entretejido de personas y relaciones que la promueven, nunca en soledad.

Desde el Modelo de Traumaterapia, una de las bases de la intervención la constituye el contexto del niño/a o del adolescente, dentro del cual incluimos el trabajo de coordinación, apoyo y asesoramiento a toda la comunidad escolar; pues esta debe de estar implicada y participar activamente para que todo niño/a pueda aprender y sentirse integrado socialmente en el colegio, donde un menor de edad pasa muchas horas al día.

Desde el Modelo de Traumaterapia también, hemos promovido iniciativas como esta publicación y desde este blog -que es el de la Red Apega- hemos compartido artículos dirigidos a orientar a los docentes, incluso con propuestas rompedoras como la del aula tribal (Cozzolino, 2019)

Ahora, gracias a Begoña Velasco, me llega esta información que comparto porque me gustaría que en el ámbito escolar fuera entrando el concepto de escuela sensible al trauma. Me gustaría que quienes pueden decidir y liderar este proceso transformador lo conozcan y se motiven a implementarlo en su colegio o instituto. Este tipo de escuelas van a ser las más demandadas, pues vivimos en una sociedad donde el trauma está, por desgracia, muy extendido, es la «epidemia oculta», como dice un autor. Porque, a menudo, el trauma puede no ser tan evidente (puede estar disfrazado por la complacencia, por ejemplo)- Las escuelas deberán de asumir pronto este reto porque las familias buscarán entornos donde los niños/as puedan sentir conexión con sus profesores y personal escolar, y con sus compañeros. Adultos que les proporcionen seguridad y confianza, así como un sentimiento de ser valorados/as y apreciados/as.

Los valores educativos deben de cambiar porque la escuela aún se basa en la competitividad (mi ahijada Janire me dice, en el final del Bachiller, que es una pena que los alumnos/as queden reducidos a un mero número para acceder a la Universidad, sin valorar otras cualidades, que son más importantes para formarse en una profesión que una mera nota sobre conocimientos teóricos. ¡Qué razón tienes!) Los valores van a cambiar porque la supervivencia en un planeta cada vez más degradado va a llevarnos a sustituir la competición por la colaboración, el colectivismo por el individualismo, las capacidades y fortalezas personales por las notas numéricas, los proyectos por las asignaturas, el aprender solos por el aprender en equipo y relacionándonos, los más sabios y mayores apoyando a los menos sabios y menores. Una escuela donde no exista la posibilidad de fracasar. Con un letrero a la entrada que diga, como en las escuelas de Marva Collins: «Bienvenidos, aquí NO vais a fracasar» Las escuelas que se adelanten a esto serán consideradas entornos de aprendizaje más ecológicos, justos, humanos y solidarios; porque… nadie está libre de padecer un trauma en el mundo en el que vivimos y en el que les va a tocar vivir a las nuevas generaciones.

Uno se congratula al ver propuestas como esta que he traducido y adaptado del inglés, de su página web. Los americanos nos llevan mucho adelanto, ellos ya están fomentando y trabajando por la creación de escuelas sensibles al trauma. Pero para mi grata sorpresa aquí, entre nosotros/as, hay profesoras en el ámbito universitario que llevan tiempo investigando sobre esto. Se han puesto en contacto conmigo al saber que publico un post sobre este tema y ¡pronto tendremos en este blog un resumen de sus investigaciones!.

Os dejo con los aspectos básicos que definen a las escuelas que son sensibles (esta palabra es preciosa) al trauma, a la par que desde la Red Apega estamos siempre dispuestos a apoyar a cualquier centro que muestre interés en transformar su escuela y que se convierta en un centro diferente: sensible al trauma, esto es, sensible a las personas, a los niños/as y jóvenes, a sus familias, y al sufrimiento que causan los eventos adversos y desgraciados de la vida, a veces naturales, pero otras veces, causados por seres humanos que dañan a otros seres humanos. Lo peor que puede ocurrirnos, sobre todo cuando eres niño/a y adolescente (inmaduro, dependiente y vulnerable) y el daño (maltrato, abuso o negligencia) proviene de tus propios padres o familiares. Estar solo durante un trauma y no tener a nadie en el que te puedas apoyar sobre todo en la infancia y adolescencia, puede ser devastador. Por eso, una escuela sensible al trauma nace para ser punto de apoyo y éxito, no fuente de estrés y de fracaso. Tanto desde la Red Apega como desde otros ámbitos, los diferentes profesionales llevamos años acercándonos a las escuelas, contactando con los tutores y orientadores y tratando de sensibilizar e implicar a toda la comunidad escolar para que acojan a los niños/as que han sido víctimas de malos tratos y presentan un desarrollo impactado por el trauma crónico y acumulativo que padecen. Nos encanta descubrir propuestas tan bien articuladas como esta que expongo a continuación y traduzco y adapto de su página web. Difundid este post y hacedlo llegar a líderes significativos en cuyas manos está esta posibilidad transformadora.

Escuelas sensibles al trauma, por Helping Traumatized Children Learn

1.- Muchos estudiantes han tenido experiencias traumáticas

Los estudios muestran que casi todas las escuelas tienen niños que han estado expuestos a experiencias abrumadoras, como presenciar violencia entre sus cuidadores, ser blanco directo de abuso y otros tipos de adversidad. El estudio ACE (siglas en inglés de Experiencias Adversas en la Infancia) encontró niveles más altos de experiencias traumáticas en la población general de lo que se suponía. Entre los aproximadamente 17.000 adultos encuestados, alrededor del 50% informó haber experimentado, al menos, una forma de adversidad infantil. Estas incluían negligencia, abuso físico, emocional o sexual; presenciar violencia hacia la madre; tener un padre con abuso de sustancias o problemas de salud mental; o vivir en un hogar con un adulto que había pasado un tiempo en prisión.

Si agregamos las personas menores de edad que sufren bullying, maltrato, negligencia y/o abandono familiar; institucionalización; las que sufren violencia comunitaria generalizada, huyen de países devastados por la guerra, las víctimas de la inmigración, los refugiados… Los niños que se someten a múltiples procedimientos médicos invasivos; viven con un padre, madre o cuidador con un trauma no resuelto, o han perdido a un progenitor… Los niños o adolescentes cuyas familias sufren paro de larga duración, precariedad o, ahora mismo, las consecuencias de la pandemia por COVID en la economía, salud física y emocional de las personas… El número de niños afectados por una adversidad significativa crece, por lo tanto, aún más…

Los expertos explican que el trauma no es un evento en sí mismo, sino más bien una respuesta a uno o más eventos abrumadoramente estresantes donde la capacidad de afrontar la situación se ve dramáticamente socavada. Estas experiencias en la niñez pueden conducir a una cascada de dificultades sociales, emocionales y académicas. A medida que los estudiantes crecen, la exposición a experiencias traumáticas también puede llevar a la adopción de conductas de automedicación como el abuso de sustancias, el tabaquismo y la sobrealimentación. Todas estas respuestas a eventos traumáticos pueden interferir con la capacidad de un niño para aprender en la escuela.

2.- Las experiencias traumáticas pueden afectar el aprendizaje, el comportamiento y las relaciones en la escuela

Estudios recientes neurobiológicos, epigenéticos y psicológicos han demostrado que las experiencias traumáticas en la infancia pueden disminuir la concentración, la memoria y las habilidades organizativas y de lenguaje que los niños necesitan para tener éxito en la escuela. Para algunos niños, esto puede generar problemas con el rendimiento académico, comportamiento inadecuado en el aula y dificultad para establecer relaciones.

Conocer el impacto del trauma en el desarrollo puede ayudar a evitar que los educadores malinterpreten las razones que subyacen a las dificultades de aprendizaje, comportamiento y relaciones de algunos niños.

Trauma infantil y rendimiento académico

Aprender a leer, escribir, participar en una discusión y resolver problemas matemáticos tienen su base en muchos procesos subyacentes: organización, comprensión, memoria, compromiso con el aprendizaje y confianza. Otro requisito previo para lograr la competencia en el aula es la capacidad para autorregular la atención, las emociones y el comportamiento. No es sorprendente que el trauma resultante de experiencias abrumadoras tenga el poder de perturbar el desarrollo de estos fundamentos del aprendizaje por parte del estudiante. Puede socavar el desarrollo de las habilidades del lenguaje y la comunicación, frustrar el establecimiento de un sentido coherente de sí mismo, comprometer la capacidad de prestar atención a las tareas e instrucciones del aula, interferir con la capacidad de organizar y recordar nueva información y obstaculizar la comprensión de las relaciones de causa y efecto; todas las cuales son necesarias para un procesamiento eficaz de la información. El trauma también puede interferir con la capacidad de juego creativo, que es una de las formas en que los niños aprenden a lidiar con los problemas de la vida cotidiana.

3.- Las escuelas sensibles al trauma ayudan a los niños a sentirse seguros para aprender

Una vez que las escuelas comprenden cómo repercute el trauma en la educación de los niños en el ámbito escolar, pueden convertirse en entornos seguros y de apoyo donde los estudiantes establezcan conexiones positivas con adultos y compañeros que, de otro modo, podrían rechazarles.

Regular sus emociones para que puedan concentrarse y comportarse de manera apropiada, y sentirse lo suficientemente seguros para avanzar en su aprendizaje; en otras palabras, las escuelas pueden hacer que la sensibilidad al trauma sea un elemento importante desde el cual se gestione la escuela.

Una definición compartida de lo que significa ser una escuela sensible al trauma puede unir a educadores, padres y técnicos de educación en torno a una visión común.

Definimos las características centrales de una escuela sensible al trauma en estos aspectos:

a/ Una visión compartida de toda la comunidad escolar (padres o personas responsables del cuidado de la persona menor de edad, director, profesores, tutores, orientadores, técnicos de educación, inspectores educativos, psicopedagogos, personal del comedor escolar, conserjes, administrativos, conductores de autobuses, entrenadores deportivos, profesionales externos y asesores) de que las experiencias adversas en la vida de los niños son más comunes de lo que muchos de nosotros creemos. Asumir que el trauma puede afectar al aprendizaje, comportamiento y las relaciones en la escuela, y que se necesita la implicación de TODA la comunidad escolar para sensibilizar sobre el trauma.

b/ La escuela apoya a todos los niños para que se sientan seguros física, social, emocional y académicamente. Las respuestas traumáticas de los niños y las dificultades asociadas que pueden enfrentar en la escuela a menudo tienen su origen en amenazas reales o percibidas a su seguridad que socavan la sensación interna de bienestar. Por lo tanto, el primer paso para ayudar a los estudiantes a tener éxito en la escuela, a pesar de sus experiencias traumáticas, es ayudarlos a sentirse seguros: en el aula, en el patio de recreo, en el pasillo, en la cafetería, en el autobús, en el gimnasio, en el caminar hacia y desde la escuela… Esto incluye no solo la seguridad física, sino también la seguridad social y emocional, así como la sensación de seguridad académica necesaria para tomar riesgos para avanzar en el aprendizaje en el aula.

c/ La escuela aborda las necesidades de los estudiantes de manera holística, teniendo en cuenta sus relaciones, autorregulación, competencia académica y bienestar físico y emocional. El impacto del trauma puede ser generalizado y tomar muchas formas. La manera en que un niño que ha experimentado eventos traumáticos se presenta a sí mismo puede enmascarar, en lugar de revelar, sus dificultades. Se necesita una lente más amplia y holística para comprender las necesidades que subyacen a la conducta de un niño.

Los investigación nos revela que si apoyamos a los niños en cuatro dominios clave: (1) relaciones con maestros y compañeros; (2) la capacidad para autorregular los comportamientos, las emociones y la atención; (3) el éxito en áreas académicas y no académicas; y (4) la salud y el bienestar físico y emocional, maximizaremos sus oportunidades para superar todo tipo de adversidades, con el fin de tener éxito en la escuela.

d/ La escuela conecta explícitamente a los estudiantes con la comunidad escolar y brinda múltiples oportunidades para practicar las habilidades en desarrollo. La pérdida de un sentido de seguridad como resultado de eventos traumáticos puede hacer que un niño se desconecte de quienes lo rodean. Por lo general, los niños que han experimentado eventos traumáticos buscan a los que están en la escuela para restaurar su sensación de seguridad y ayudarlos a reconectarse con la comunidad escolar. Las escuelas pueden satisfacer esta necesidad si fomentan una cultura de aceptación y tolerancia en la que todos los estudiantes sean bienvenidos y se les enseñe a respetar las necesidades de los demás. También son esenciales los servicios de apoyo individual y las políticas que no alejen a los niños de sus compañeros y adultos de confianza, sino que los ayuden a ser miembros plenos del aula y de la comunidad escolar.

e/ La escuela promueve el trabajo en equipo y todos los profesionales (internos y externos a la escuela) comparten la responsabilidad de todos los estudiantes. Esperar que los tutores individualmente aborden los desafíos del trauma por sí solos, caso por caso, o que reinventen la rueda cada vez que se presente un problema, no solo es ineficaz, sino que puede hacer que los tutores se sientan abrumados. Una escuela sensible al trauma se aleja del paradigma típico en el que los maestros de aula tienen la responsabilidad principal de sus respectivos estudiantes. Al contrario, se promueve la responsabilidad compartida que requiere trabajo en equipo y una coordinación y comunicación continua y efectiva entre todos los profesionales de la escuela. En una escuela sensible al trauma, los tutores dejan de preguntarse «¿qué puedo hacer para ayudar a este niño?» a «¿qué podemos hacer como comunidad para apoyar a todos los niños y ayudarlos a sentirse seguros y participar plenamente en nuestra comunidad escolar?» Las escuelas sensibles al trauma ayudan a todo el personal interno y externo a sentirse parte de una comunidad profesional sólida y solidaria.

f/ Ejercen un liderazgo que permita a los profesionales anticiparse y adaptarse a las necesidades cambiantes de los estudiantes. En una escuela sensible al trauma, el equipo directivo y de gestión se toma el tiempo necesario para aprender sobre los cambios sociales y comunitarios que puedan producirse, de tal modo que puedan prever y anticiparse a los nuevos desafíos y necesidades educativas. Hacen todo lo posible para planificar con anticipación los cambios en el personal y las políticas educativas que con frecuencia suceden en las escuelas. Las escuelas sensibles al trauma también tratan de adaptarse a todos estos desafíos de manera flexible y proactiva, para que el equilibrio de la escuela no se vea interrumpido por cambios inevitables.

Esfuerzo de toda la escuela

4.- La sensibilidad al trauma requiere un esfuerzo de toda la escuela

Los niños necesitan sentirse seguros y conectados con adultos y compañeros en todos los entornos de convivencia de la escuela: en el aula, el comedor, el pasillo, las actividades deportivas, el autobús… No se trata solo de que lo experimenten con un maestro o en un espacio concreto. Además, abordar el impacto del trauma en la escuela requiere que los adultos compartan la responsabilidad de todos los niños. Ningún maestro puede hacerlo solo, y los servicios, si bien son muy importantes, son más efectivos cuando están coordinados para ayudar a los estudiantes a sentirse seguros y apoyados durante la jornada escolar. Esto requiere el trabajo en equipo y la implicación de todos en la escuela. Es importante recordar que nunca conoceremos a todos los niños que han sido afectados por eventos traumáticos. El mejor enfoque es crear un entorno escolar en el que todos los niños, incluidos los que han sido traumatizados, puedan tener éxito.

El personal docente debe de estar capacitado para formar comunidades de aprendizaje dinámicas y sensibles al trauma que les permitan ayudar a todos los niños a sentirse seguros y apoyados para aprender durante la jornada escolar. Esto requiere un proceso en el que el liderazgo y el personal identifiquen las necesidades prioritarias de los estudiantes y las familias en su escuela y piensen soluciones sensibles al trauma adaptadas a su cultura e infraestructura propias. Con el tiempo, la sensibilidad al trauma puede integrarse completamente en el funcionamiento de toda la escuela.

5.- Ayudar a los niños traumatizados a aprender debería ser uno de los principales objetivos de la reforma educativa

Las escuelas, que son comunidades importantes para los niños y los maestros, deben recibir el apoyo adecuado para abordar el impacto del trauma en el aprendizaje. De lo contrario, muchos niños no podrán alcanzar su potencial académico. La respuesta no es pedir a los profesores o escuelas que a título individual resuelvan estos problemas por sí mismos o de manera aislada, sino que desarrollen una amplia agenda de políticas públicas en la que las escuelas desempeñen un papel clave.

Para garantizar que los niños alcancen su máximo potencial, debemos asegurarnos de que la investigación sobre el impacto del trauma en el aprendizaje sea ampliamente comprendida y sirva de base para la toma de decisiones a nivel de políticas públicas. En resumen, ayudar a que los niños traumatizados aprendan debería convertirse en un foco principal de la reforma educativa.

El trabajo interdisciplinario centrado en la creación de entornos, donde todos los niños aprendan, se inició hace más de quince años en USA (Massachusetts). Desde entonces, varias organizaciones, que trabajan a nivel distrital, estatal y nacional, han desarrollado un nuevo vocabulario para abordar las necesidades de los niños que han experimentado eventos traumáticos y nuevas formas de estructurar el entorno escolar. El creciente movimiento de «escuelas sensibles al trauma» ha fomentado un entendimiento compartido, con la coordinación necesaria entre maestros, técnicos de educación, administradores, trabajadores sociales e incluso conductores de autobuses y trabajadores del comedor, para crear entornos seguros y de apoyo. Los que necesitan los niños que han experimentado una adversidad abrumadora, y en realidad, todos los niños.

José Luis Gonzalo Marrodán
Psicólogo
http://www.buenostratos.com

Los comentarios están cerrados.