Adopción adolescente: “Mis hijos se pusieron a jugar como si se hubieran esperado toda la vida”
Anahí y Daniel están juntos hace once años. Después de cinco de buscar un bebé, tomaron la decisión de adoptar a dos chicos que tenían siete y nueve años. Al pasar por la experiencia de verlos crecer y convertirse en adolescentes, decidieron agrandar la familia, con Jonatan de 12.
Anahí Devetter y Daniel Vitasee sienten que estaban destinados a ser papás por adopción. Nunca se preguntaron por qué no pudieron tener hijos biológicos, cuando no sucedió, simplemente lo aceptaron y decidieron que sus niños serían adoptivos. “Primero llegaron Leonel y Laureano que son hermanos y después los cuatro nos embarcamos en el hermoso desafío de agrandar la familia. Así llegó Jonatan, nuestro tercer hijo, que a las dos semanas de estar con nosotros ya nos llamaba papá y mamá”, recuerda Anahí en conversación con TN.com.ar.
La historia de la pareja entrerriana es un ejemplo de lo que significa la adopción de niños y adolescentes. Una búsqueda por dar amor, por convertirse en hogar y alentar a otros a que, cuando decidan ser padres, tengan en cuenta a los niños más grandes. “Nos conocimos cuando yo iba a la facultad. Hacía dedo para ir y venir a Paraná desde Villaguay y él viajaba todos los días para allá. Dos meses después de ponernos de novios, nos mudamos juntos y once años después nos casamos, acompañados por nuestros chicos», explica Anahí.
Ella tenía 23 años y Daniel 43, pero la diferencia de edad no fue un impedimento para los planes de familia. Ambos querían ser padres y la adopción siempre había sido una posibilidad. Así fue como, después de intentar durante cinco años tener un bebé biológico, empezaron con los trámites para adoptar. “No nos hicimos ningún estudio porque no nos interesaba saber por qué, decidimos directamente ir por el camino de la adopción”.
Al ser chicos más grandes traen su historia, pero nosotros también y hay que aprender a convivir entre todos.
En noviembre de 2011 se anotaron en el Registro Único de Aspirantes de Entre Ríos (RUAER). “ Indicamos que podían ser niños de hasta 10 años y que nos gustaría que fueran dos hermanos. En ese momento, pensábamos en aquellos que eran más grandes o tenían un hermano mayor”.
A los 15 días los llamaron para las entrevistas, en total fueron alrededor de cinco o seis. En mayo de 2012 estaban conociendo a sus hijos Laureano de 7 y Leonel de 9. “Estaban en una residencia, un hogar de niños en Paraná. Nos informaron que el más chiquito tenía una discapacidad – retraso mental moderado-. Recuerdo que nos advirtieron que podía costarle un poco más relacionarse, pero apenas abrimos la puerta, las caritas de los dos giraron con los ojitos brillantes. Esa imagen y esa sensación quedó grabada para siempre”.
En cuanto empezaron a relacionarse quedó claro para las autoridades que los chicos no querían separarse de ellos, así que por un pedido del equipo técnico del hogar, el juzgado autorizó a que se mudaran a la casa de Anahí y Daniel en junio de 2012. Empezaron la escuela en Villaguay y hoy ya tienen 14 y 15. Uno está en segundo año y el otro va a una escuela de educación integral. «Uno tiene que entender que cuando adopta hermanitos ellos ya tienen un lazo armado y uno tiene que generar el vínculo adaptándose a ellos. Al ser chicos más grandes traen su historia, pero nosotros también y hay que aprender a convivir entre todos».
Al tiempo, y a partir de la propia experiencia, crearon el grupo “Familias Entrerrianas juntas por la adopción” para apoyar a otras parejas que esperan en la provincia. «El tema de la adopción era muy charlado en casa y al verlos crecer a los chicos y conocer la realidad de su infancia y adolescencia, empezamos a hablar de agrandar la familia».
“Nos inscribimos nuevamente y en octubre del año pasado, nos llegó la información de Jonatan, que en ese momento tenía 12 años. Mandamos la carpeta al juzgado para empezar los trámites y en noviembre lo estábamos conociendo. Es el del medio de cinco hermanos. Los dos menores están en vinculación con otra familia y a los otros, les están buscando familia”.
«Cuando separaron a los chicos de su familia de origen, Jonatan quedó solo en la residencia porque en ningún hogar había lugar para los cinco, así que cuando le hablaron de adopción, pidió una casa solo para él. Lo vimos un fin de semana y los chicos en casa no veían la hora de conocerlo. En cuanto se vieron, se pusieron a jugar al fútbol, compartieron un mate como si se hubieran esperado toda la vida”.
Saber lo que es esperar un hogar, la clave del recibimiento
Los papás explican que los niños más grandes son muy conscientes de la realidad que le tocó vivir a Jonatan. Ellos saben lo que es esperar una familia, que les hagan entrevistas del juzgado, soñar con cómo les gustaría que sea esa familia. “Ellos generaron su vínculo como hermanos de manera muy simple. Creemos que tiene que ver con sus historias similares. Las primera charlas entre ellos, escuchándolos de lejos, eran sobre sus familias de origen, las cosas que tuvieron que atravesar, eso fue y es lo que los sigue uniendo hasta el día de hoy”.
Anahí y Daniel tiene la adopción plena de Leonel y Laureano desde hace dos años. En el caso de Jonatan, está en período de guarda judicial con fines adoptivos. «Los chicos siempre salen con alguna ocurrencia que nos hace reír. No hay días triste con ellos en casa. Su pasado ha dejado de ser un peso y sus pocos recuerdos se tornaron parte de la vida de todos. Realmente estamos orgullosos de la familia y tratamos todos los días que ellos se sientan orgullosos de tener una familia».
Yanina Sibona
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