¿Adoptarías a un niño mayor de seis años?

97_thumbCarlitos está por cumplir los siete años; va a dejar preescolar para entrar a la primaria. Todos los días ve cómo las encargadas de la casa hogar cambian los pañales y les dan de comer a los bebés de menos de 2 años, mientras que a él cada vez le ponen menos atención. La vida de Carlitos se está haciendo difícil, pero se ha convertido en el líder de todos sus demás compañeros. Es el más alto y fuerte y eso hace que los demás lo respeten. Cuando los pequeños comienzan a pelearse él corre para separarlos, les ayuda a vestirse y apenas tiene seis años.

Los seis años para un niño que está a la espera de unos padres adoptivos son un parteaguas en su vida; es la edad en la que deja de ser un bebé y comienza a ser un niño que aprende a sumar y restar. Entre más tiempo pase y más años cumpla menores serán las posibilidades de que alguien lo adopte. Por ejemplo Guadalajara se realizan un promedio de 30 adopciones al año, desde el 2005 hasta la fecha y se reciben en ese mismo periodo al menos 50 solicitudes de adopción, según María Soledad Álvarez y Mariela Ambrosio Luría, integrantes del Consejo de adopciones DIF estatal, de las cuales el 68% son para infantes de 0 a 4 años.

Las casa cuna y hogares están saturadas de niños y entre más avanzada sea su edad las solicitudes para adoptarlos serán casi nulas. El proceso de adopción puede durar hasta 4 años y esto hace que los padres busquen vía alternas como comprar bebés de manera ilegal o acudir a pueblos donde por un precio regresas a casa con tu bebé. Sin embargo estas alternativas no son transparentes porque no establecen acuerdos legales.

Si el proceso de adopción no es ágil y los niños permanecen en las instituciones de cuidado hasta 10 años en custodia, su edad avanza y resulta más difícil encontrarles un hogar. En México existen 1.6 millones de niños huérfanos y abandonados según la Comisión de Grupos Vulnerables, Equidad y Género. De un total de diez millones 700 mil niños huérfanos y abandonados en Latino América, México ocupa el 2 lugar con un 15% del total.

Dilema

Existen diversos problemas. Como el proceso de adopción puede durar hasta 4 años, penosamente México se ha ganado el primer lugar en cuanto al número en estadísticas con 657 instituciones con un total de 28 mil 107 menores de edad, una cifra alta ¿Qué sucede? el tiempo pasa, los trámites son largos, las instituciones se saturan, los niños crecen y por ello los padres no desean a los niños mayores de los 4 años. Por otra parte, existe la creencia de que no se puede educar a los niños por los genes que presuntamente traen y por tanto los posibles no desean adoptarlos, especialmente a los más grandes a los que consideran maleados.

Historia de un botón de rosa
En entrevista con Laura Molina, madre adoptiva de una pequeña de siete años nos comparte cómo conoció a “botón” (conocida de esta forma porque de recién nacida parecía el botón de una rosa).

Laura tuvo una pareja, Antonio, quien se dedicó a construir las carreteras de Hidalgo., mismo que falleció a causa de un asalto en una gasolinera del estado. Como pareja intentaron ser padres y no lo lograron. Al sufrir esta pérdida, la ilusión de ser madre se truncó y no sólo porque su vida de soltera comenzaría, sino porque padeció de una disfunción en las trompas de Falopio por lo cual estuvo sometida a cinco operaciones.

Con la muerte de Antonio canalizó toda su energía en lo que mejor sabe hacer: trabajar. Cuenta que su vida comenzó a ser rutinaria hasta que decidió empacar un par de zapatos y ropa para irse de la capital sin decirle a ninguno de sus familiares. Esa mañana despertó con una sonrisa y una felicidad que hace tiempo no sentía, pues soñó que un alma la llamaba.

No podía quitar de sus pensamientos la idea de adoptar a un pequeño(a), sin importar su sexo, color de piel ni lugar de procedencia. Así que comenzó a preguntar a sus clientes, familiares y conocidos si sabían de alguien que quisiera dar a su hijo en adopción o la manera de conseguir su anhelo.

Cuando acudió a su cita regular con el acupunturista, el doctor le tenía la noticia: “¿Te interesa una niña?”. Era 9 de septiembre de 2002 cuando recibió la llamada a las 22:00 horas. No preguntó si la pequeña era recién nacida, si estaba sana o no. Ella simplemente cuenta que en ese instante contestó: “¡Sí, es mi hija!”. Cuando le comenta a sus familiares su madre le pregunta: “¿Cómo sabrás quién es?”. Laura contesta: “Cuando la vea a los ojos la voy a reconocer”. Cuando le comenta a sus hermanos, el mayor le dice en tono de reproche: “Tú no sabes qué genes traiga la chiquita”

Al día siguiente de la noticia, Laura cuenta que sintió una angustia como si hubiese estado en un parto y estuviera a punto de conocer a su hija. El 12 de septiembre el acupunturista le llamó para decir que la conocida del DIF (anónimo por protección) que patrocinaba una casa hogar del estado de Hidalgo le entregaría a su hija.

“Botón” fue un caso especial; provenía de una violación. La madre biológica, tenía 14 años y al día siguiente de parir estaba jugando en los columpios sin siquiera comprender qué le había sucedido. La madre jamás quiso tener a la niña y bajo su consentimiento la daba en adopción. La conocida del DIF no sabía en realidad quién era Laura, pero confió en el juicio del doctor (acupunturista) porque le había salvado la vida de un cáncer y avalaba que Laura sería la mejor madre para “Botón”.

Laura, nerviosa, quiso ir sola a recoger a su niña. Compró unos moñitos y un mameluco pero en su ingenuidad de no saber qué es ser madre olvidó comprar pañales y leche. De pronto las 3 señoras del DIF le entregaron a la pequeña se vieron mutuamente y Laura con una enorme sonrisa no dejó de llorar.

Aunque existió un consentimiento de la madre biológica por dar a su hija en adopción, no fue un trámite legal en la medida en que Laura jamás envió una solicitud a los representantes del DIF del estado. Sabía que era soltera y anteriormente había platicado con un matrimonio que se tardó 8 años en adoptar al hijo que hoy en día vive con ellos. Esta pareja tenía todas las posibilidades económicas y de salud para criar a un pequeño, estaban casados y aún así tardaron todos estos años. Entonces Laura pensó: “Siendo yo soltera jamás me la van a dar”.

Sin embargo, cuenta que a pesar de escuchar entre todos los conocidos a los que acudió que era muy difícil adoptar, no le importó. “No pensé en lo difícil, me enfoqué en ver cómo le podía hacer para encontrar a mi pequeña”.

Ya nadie podría separarlas
El tiempo pasó, Botón y Laura llevaban un año de convivir juntas pero aún no contaba con el acta de nacimiento para el registro de la pequeña. Evidentemente, ya había solicitado a la casa hogar los papeles, pero jamás le respondieron. La directora de la casa hogar llegó a comentarle que podrían quitarle a la niña y ella no estaba dispuesta. Hasta que a los dos meses de haber pedido los papeles, decide ir a la ranchería a recogerlos ella misma. Al salir con el acta en la mano, el notario, Laura y su amiga se tomaron una foto de la emoción por todas las trabas que pasaron. ¡Ahora sí, Botón sería su hija legalmente!

Desde entonces han pasado siete años y Botón es la niña más feliz al lado de una madre que peleó por ella, que la soñó y lloró de felicidad su bienvenida a la familia Molina. Tiene la mejor educación, vacaciones por lo menos dos veces al año, amiguitas de la primaria, actividades extra curriculares; todo lo que cualquier niño pudiera desear y lo más importante un hogar donde su madre se desvive por ella.

Al contar este relato Laura ha hecho énfasis en que ella es la verdadera madre, que la madre biológica es otra y como no tiene complejo alguno por compartir esta historia con Botón, desde pequeña le contó cómo fue que se conocieron. Para Laura fue una manera tan especial que compartirla con su hija la hace aún más bonita. Antonio construyó las carreteras de la ranchería de donde proviene la pequeña y ella no duda que tanto Antonio como sus ganas de tenerla en su vida fueron quienes hicieron posible esta historia.

¿Y los genes?
Cuando uno quiere adoptar uno de los más grandes tabús es pensar que el niño puede traer genes con enfermedades o con un carácter destructivo, es decir, que si sus padres biológicos fueron delincuentes él también podría serlo. Recordemos que el hermano de Laura tenía este miedo. Sin embargo, existen estudios científicos que aclaran esta duda como el artículo “La personalidad humana tiene pocos caracteres hereditarios” que la genética influye mucho más en el cuerpo que en la psicología de las personas, ya que ésta condiciona características físicas o el riesgo de sufrir de enfermedades.

La altura está determinada por un 80% de genética, el colesterol por un 40% y la personalidad sólo por un porcentaje entre el 10% y el 20%, según una investigación del Instituto Nacional sobre Envejecimiento y los especialistas en bioestadística de la Universidad de Michigan.

Eso quiere decir que la mayor parte de las expresiones neuróticas, de extroversión, afabilidad y responsabilidad de una persona, poco tienen que ver con el patrimonio genético familiar, según los autores de este estudio.

Así mismo, el testimonio del maestro psicoanalista Jorge Corral Guajardo, que actualmente trabaja en la Procuraduría General de Justicia capitalina, revela que el ambiente familiar y social son determinantes para moldear ciertas conductas del niño. El dr. asegura que la edad avanzada (de los 6 a 15 años) no es un factor para determinar que no será posible modificar ciertas conductas inapropiadas niños.

“Hoy en día las teorías que justificaban el moldeamiento de la conducta y desarrollo como un constructo meramente genético, han ido perdiendo fuerza. El factor genético nada más habla de predisposiciones en cuanto a conducta. Mientras que el moldeamiento social, las frustraciones y gratificaciones sí pudiesen denominarse un factor determinante en el óptimo desarrollo de un niño”, puntualizó.

¿Qué se está haciendo al respecto?
Cada año se realiza el Congreso Internacional de la Familia, donde la directora general del DIF Nacional, Cecilia Landerreche Gómez Morin, habló sobre la importancia de fortalecer a la familia para proteger a la población vulnerable. Puntualizó que es preciso legislar y juzgar teniendo en mente el bienestar de los niños y de las niñas, lo cual implica acortar los tiempos del proceso de adopción.

En el 2008 el periódico El Universal publicó una noticia sobre la cultura de la adopción en México donde se dio a conocer que cada año se realiza el Encuentro Nacional por la Adopción. En aquella ocasión, Margarita Zavala, presidenta del DIF nacional dijo: “Queremos que cambie la cultura de la adopción y sea una cultura de amor y generosidad. Hay que fomentarla y al respecto, ya se está viendo con el Presidente de la República para que al año exista un evento que se llame el Mes de la Adopción en México”.

Se realizan foros y congresos con testimonios de que existen ganas de hacer un cambio en los trámites de adopción. Sin embargo, son frases que nos dicen poco pues desde que Laura adoptó a Botón hasta la fecha no ha habido cambios. Aún nos quedamos en el “queremos que la cultura de la adopción cambie” y en “queremos acortar los tiempos del proceso de adopción” pero ¿Realmente se ha hecho algo?

¿Qué podemos hacer?
El testimonio de Laura es prueba de los deseos profundos de una madre que está dispuesta a todo con tal de adoptar. Nos muestra cómo en tan sólo 15 días logró ser madre de Botón y en un año 2 meses registrarla de manera legal.

Es importante que los diputados y senadores comiencen a incluir en sus agendas la agilización del proceso de adopción. Para ello es necesario generar este tema a través de la plataforma Twitter, para que de esta manera las personas ejerzan presión en la esfera política y se hagan los cambios necesarios para que el trámite sea más ágil.

Es importante que los aspirantes a adoptar sepan que no porque un infante de 6 años en adelante presente conductas inapropiadas quiere decir que éstas no podrán moldearse. Recordemos que estos pequeños han sufrido una pérdida y esto los hace vulnerables y a su vez esto provoca que presenten diversas manifestaciones.

He pasado 6 meses en una casa hogar lo que me ha permitido observar el comportamiento de los pequeños. A pesar de tener apenas unos dos años, algunos cuatro y otros hasta seis los niños resienten la situación de abandono de diversas maneras; algunos se mantienen aislados, otros se la viven pegando y desobedeciendo (para llamar la atención), otros viven constantemente enojados, o comen compulsivamente. Lo que me interesa resaltar es que estos pequeños tienen estas conductas inapropiadas por la falta de cariño y atención y en el momento que sienten que les brindas un poco de ese cariño puedes hacer maravillas con su conducta. ¡Adoptemos!

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