Familias adoptivas piden más formación docente y flexibilidad para favorecer el aprendizaje

“Estos menores son víctimas del abandono y se incorporan al sistema educativo en desventaja” “Tienen derecho a saber que son adoptados y si la escuela lo sabe mejora la situación del menor” “Creo que el problema no se soluciona con más recursos sino con más sensibilización”

“Son niños y niñas que vienen de una situación desestructurada o de abandono por lo que se incorporan en desventaja al sistema educativo. Son víctimas del abandono y presentan necesidades específicas. La clave es que falla el apego y las experiencias demuestran que las buenas prácticas de los equipos educativos son fundamentales para tener éxito en la incorporación, inclusión y la labor diaria en el aula”. Son palabras de Inma Zestau, representante de la Asociación de Familias Adoptivas de Navarra, que ayer acudió al Parlamento foral junto con otros padres y madres de menores adoptados para presentar una guía en la que se recogen pautas de colaboración entre familia y escuela. Esta asociación considera clave “avanzar en la formación del profesorado” y potenciar la “flexibilidad” para favorecer el aprendizaje de estos menores. En los últimos 18 años, según datos de Asuntos Sociales, se han adoptado en Navarra 1.353 menores (1.229 en adopción internacional y 124 en adopción nacional).

La escuela es el segundo referente de la vida de cualquier menor y debe ser inclusiva. “Inclusión es normalizar y aceptar como correcta la diferencia, entender y atender las necesidades específicas del alumnado y comprender sus crisis y conflictos”, señaló Zestau, quien destacó que la guía recoge las claves de actuación que deben desarrollar las escuelas.

En un primer lugar, los centros escolares deben diseñar un proyecto de inclusión individualizada y elaborar un diagnóstico socioemocional, además de cognitivo. También es fundamental que el colegio asuma que la edad cronológica no siempre es edad madurativa, es decir, aceptar la escolarización en base al diagnóstico cuando hay que incorporarlos por debajo de la que le corresponde. Asimismo, la escuela debe compartir el proceso de integración con las familias y el resto de profesionales competentes y definir los recursos para protegerlos de abusos, acoso y racismo; observar el estilo de apego; o valorar su autoestima y autorregulación.

La guía, que se basa en otros documentos de ámbito estatal y que ya conocen en el departamento de Educación, plantea también algunas estrategias para favorecer el aprendizaje de estos menores. “El éxito es motivación y estos niños y niñas necesitan el máximo de experiencias de éxito o de resolución positiva de los retos”, afirmó Zestau, quien añadió que “también necesitan sistemas disciplinarios menos duros y rígidos”. Otras de las estrategias que proponen son la supervisión continúa, constante y sin acritud del menor, y un sistema de evaluación adecuado a su situación. “La evaluación se basa en los exámenes y la memoria , dos elementos a los que peor responden estos menores. Abogamos porque se valore más el esfuerzo diario y se de menos peso al examen”, señaló Zestau, quien también pidió que se eviten actividades como, por ejemplo, “pedir al niño que traiga una foto de cuando nació. Se puede pedir una de cuando era más pequeño y trabajar la actividad igual”.

PREVENCIÓN

Esta asociación considera clave la prevención para evitar problemas en etapas posteriores. “No tenemos datos concretos pero desde Asuntos Sociales nos dijeron que de lo chavales mayores con los que están interviniendo el porcentaje de adoptados es importante. Se ven los resultados que tiene no tomar medidas en procesos tempranos”, afirmó Susana Arandigoien, quien añadió que “a pesar de que la sociedad cada vez es más multicultural en el caso de los menores adoptados se da la circunstancia de que no sólo son diferentes en la escuela sino también en su propia familia”. Por su parte, Patricia Ollo recordó que “los menores tienen derecho a saber que son adoptados. No decírselo es ilegal” y recomendó a las familias que lo comuniquen a las escuelas. “El centro no tiene que publicarlo pero está demostrado que si lo dices mejora la situación del menor ya que el profesor se va a involucrar mucho más. Aquel docente que se forma, se reúne con un psicólogo y consigue darle la vuelta, hace que el menor va a ir mucho mejor”.

Para Julián Arranz, que adoptó a su hijo cuando tenía 5 años (ahora tiene 21), la cuestión emocional es clave. “Si a los padres nos cuesta entender que la problemática de nuestros hijos es emocional, al profesorado más. Hacen el esfuerzo, se forman pero si no conocen los mecanismos emocionales es difícil que puedan hacer ese cambio necesario”, afirmó Arranz y añadió que “no creo que se solucione tanto con recursos sino con sensibilización. Tengo más confianza en las personas que en los proyectos educativos”.

María Olazarán Unai Beroiz
www.noticiasdenavarra.com

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